Enfrentamientos y violencia contra los Rohinyá. Cardenal Bo: Detengan la guerra
Desde el mes de octubre ya son cuando menos 60 los musulmanes asesinados por el ejército en el Estado. Ha sido impedido el ingreso de ayuda humanitaria y de observadores independientes. Arzobispo de Yangon: "La única religión que Myanmar necesita ahora es la paz".
Yangon (AsiaNews) - Como representantes de todas las religiones que viven en Myanmar "hacemos un llamamiento a nuestros paisanos y compatriotas, a nuestros líderes políticos, a nuestros comandantes militares y los grupos armados, para que busquen el camino de la reconciliación, y hacer de la paz la religión común de todos nosotros". Es la petición hecha por el cardenal Charles Maung Bo, Arzobispo de Yangon, preocupado por el recrudecimiento del conflicto en curso entre el ejército gubernamental (Tatamaadaw) y los grupos rebeldes en el Estado de Rakaín (oeste del país).
En los últimos días se han incrementado los enfrentamientos entre el Tatmadaaw y lo que los soldados llaman "un grupo militante de los musulmanes Rohinyá". El 14 de noviembre, fuentes gubernamentales anunciaron la muerte de al menos 30 combatientes islamistas. Los Rohinyá son una minoría musulmana (algo más de un millón de personas) nativas de Bangladesh, a la que el Myanmar no reconoce la ciudadanía y cuyos miembros viven en campos de refugiados en varias partes del país.
Las operaciones militares se concentraron en el área de Maungdaw, en la frontera con Bangladesh. Las fuerzas de seguridad han acordonado la zona, impidiendo la entrada de ayuda humanitaria y de observadores independientes. Desde principios de octubre, el saldo ya es de unos 60 Rohinyás muertos, y de 17 soldados del gobierno caídos. El Tatmaadaw sigue yendo de pueblo en pueblo limpiando el territorio de elementos rebeldes. Se trata de los peores enfrentamientos en el Estado desde 2012, cuando los muertos fueron cientos.
Los residentes y activistas de derechos humanos denuncian al ejército, culpable de las ejecuciones sumarias, violaciones e incendios dolosos. Según Human Rights Watch, al menos 430 casas de refugiados Rohinyá fueron incendiadas sin ninguna razón.
Habiendo pasado un mes del último llamado a un cese del conflicto (en curso también en los Estados de Kachin y Karen), el Card. Bo ha vuelto a denunciar que "la pesadilla de la guerra continúa. Hay más de 200.000 personas desplazadas de su tierra natal [...] y esto causa el tráfico de personas, la amenaza de las drogas y más violencia en las comunidades".
Myanmar se compone de 135 grupos étnicos que siempre han luchado para coexistir en paz con el gobierno central y su componente mayoritariamente birmano. Después del armisticio firmado por el ejército con varios grupos rebeldes en octubre de 2015, se reanudaron las conversaciones de paz a fines de agosto, durante la conferencia de Panglong (querida por Aung San Suu Kyi), que hasta ahora no ha dado los resultados esperados.
Estas guerra, escribe el arzobispo de Yangon, "no se pueden ganar. Más de 60 años de conflicto lo han demostrado. Se ha infligido un sufrimiento crónico a miles de personas y se ha impedido el desarrollo humano ". Apelamos, concluye el cardenal. Bo, "a los políticos de la Liga Nacional para la Democracia [NLD, el partido liderado por Aung San Suu Kyi. ndr], a los partidos políticos y grupos étnicos de la sociedad civil para buscar una solución consensuada de los conflictos. Hacemos un llamado a los líderes religiosos a ser instrumentos de paz. Myanmar hoy necesita una sola religión, y es la paz".
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