Encuentro de Kim y Putin en la base espacial, pero la verdadera moneda de cambio son los cereales
En Vostochny tuvo lugar la esperada cumbre, acompañada de una nueva prueba de misiles por parte de Pyongyang. Moscú necesita municiones para la guerra en Ucrania y el ejército norcoreano apunta a la tecnología satelital. Pero la verdadera urgencia es la crisis alimentaria: en un país reducido al hambre, resulta vital la reanudación de las importaciones de trigo ruso, bloqueadas por el cierre de fronteras que impuso Kim con la pandemia.
Seúl (AsiaNews/Agencias). El esperado encuentro de Vladimir Putin con el líder norcoreano Kim Jong-un tuvo lugar esta mañana en la base espacial rusa de Vostochny. Kim, que no suele viajar al extranjero, llegó ayer a Rusia a bordo de un tren blindado. Los observadores consideran que el objetivo de esta visita, además de confirmar una vez más la amistad entre ambos Estados, sería promover la expansión del comercio bilateral para incorporar a Corea del Norte como uno de los posibles proveedores de armas y municiones para Rusia, lo que es de vital importancia para llevar adelante la invasión de Ucrania. Por su parte, Corea del Norte utilizaría sus municiones como moneda de cambio para obtener los combustibles fósiles que necesita para garantizar su precaria seguridad energética, además de las tecnologías satelitales, de gran interés para el programa nuclear del país.
Precisamente en estas horas ha llegado la noticia del lanzamiento -en coincidencia con la cumbre de Vostochny- de otros dos misiles balísticos de corto alcance, que se hundieron en el mar tras recorrer una distancia de 650 kilómetros. Las tecnologías satelitales son de gran importancia para seguir desarrollando la capacidad militar de Corea del Norte, y la elección de una base espacial como sede de las conversaciones con Putin resulta simbólica. Cuando los periodistas preguntaron si Rusia ayudaría a Kim a construir satélites, supuestamente Putin respondió que "por eso estamos hoy aquí".
Un escenario de este tipo podría reforzar el vínculo entre Rusia y Corea del Norte -uno de los pocos países que apoyó explícitamente la invasión de Ucrania- pero también acentuar el aislamiento de ambos a nivel internacional. De hecho, las relaciones económicas con Corea del Norte se encuentran condicionadas por un estricto sistema de sanciones internacionales aprobado por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, del que la propia Rusia es miembro.
Pero detrás del énfasis en el aspecto militar, Moscú posee sobre todo otra moneda muy valiosa para Corea del Norte: las exportaciones de alimentos. De hecho, ha sido precisamente la búsqueda de ayuda para hacer frente a la inseguridad alimentaria lo que pudo haber empujado a Kim a viajar a Rusia. La precaria situación del sistema agrícola norcoreano no es nada nuevo: las decisiones políticas del pasado, sumadas a una deforestación masiva, han hecho al país especialmente vulnerable al deterioro de la calidad del suelo y a los efectos destructivos de los tifones que azotan Asia Oriental de junio a octubre y destruyen cultivos e infraestructuras. Además, la agricultura contemporánea está estrechamente vinculada a los combustibles fósiles y la tecnología, áreas en las que se hacen sentir las sanciones.
Hasta la pandemia, la hambruna más grave fue la que azotó al país entre 1994 y 1998, cuando se estima que Corea del Norte registró entre 240.000 y 600.000 muertes relacionadas con el hambre. Los alimentos, especialmente los cereales, constituyen una parte importante de las importaciones de Corea del Norte y, siendo sus principales socios económicos, China y Rusia desempeñan un papel vital en la seguridad alimentaria del país. En 2019 Rusia envió alrededor de 2.000 toneladas de trigo a Corea del Norte a través del Programa Mundial de Alimentos, y en 2020 los cereales constituyeron una vez más el porcentaje más significativo de las exportaciones rusas al país, por un valor de más de 15 millones de dólares.
Sin embargo, la dependencia del mercado exterior resultó fatal para Corea del Norte con la llegada del Covid-19. El cierre total de las fronteras y el estricto control de las actividades comerciales a nivel nacional, sumado a temporadas particularmente duras por el impacto de los tifones, minaron la capacidad del país para producir suficientes alimentos y la capacidad de la población para alimentarse por sí misma.
En algunos testimonios recogidos recientemente por la BBC, algunos ciudadanos afirmaron que los alimentos se han vuelto tan escasos que la gente ha empezado a morir de hambre en las calles. Otro factor que muestra el empeoramiento de la situación son los precios de mercado que publicó Rimjin-gang, un grupo editorial conjunto japonés y coreano que recopila en secreto información sobre Corea del Norte. Constata que ha aumentado el precio del arroz y otros cereales, lo que confirma la hipótesis de la escasez de alimentos.
El gobierno norcoreano también anunció que había decidido ejercer un mayor control sobre el sector agrícola, al que Kim definió como de importancia estratégica para el país, y que podría implementar nuevas medidas para una economía planificada. Sin embargo, los fracasos anteriores del gobierno para proporcionar cereales a través de las estructuras del Estado y la férrea decisión de destinar los pocos recursos del país al programa nuclear podrían volver a poner el acento en la dependencia alimentaria de los socios extranjeros. Y en consecuencia la reanudación de las importaciones de cereales y otros alimentos procedentes de Rusia en el periodo post pandemia sería un aspecto clave de las relaciones bilaterales.
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