En un Myanmar herido, la Pascua hace renacer a las comunidades cristianas
En los últimos meses, la violencia del conflicto civil se ha descontrolado. Los desplazados, cuya situación ahora es permanente, lo han perdido todo: empleos, bienes materiales y amistades. Y precisamente entre los escombros de la desesperación, ha resurgido una pequeña comunidad cristiana.
Loikaw (AsiaNews) - Anoche, en el Vía Crucis en el Coliseo, recordaron a los desplazados de Myanmar, la ex Birmania, uno de los lugares más desfigurados por la "guerra mundial por partes" que está haciendo estragos en el mundo. Los desplazados birmanos celebrarán la Pascua entre los escombros del conflicto civil, lejos de su hogar, en muchos casos sin familia ni amigos, y a menudo escasos de alimentos y medicinas. Sin embargo, en medio de la desesperación, tras haberlo perdido todo -no sólo los bienes materiales, sino también su orígenes y su historia- se ve brotar la semilla de la vida. Entre los refugiados cristianos que se encuentran en Taunggyi, capital del estado oriental de Shan -cuya situación ha dejado de ser una emergencia para convertirse en una condición permanente-, han surgido nuevas comunidades. Y, por primera vez este año, más de dos años después del golpe de Estado que provocó la guerra, celebrarán juntas la Pascua, mientras el caos y la violencia se extienden a su alrededor.
El ejército, tras el golpe de Estado en febrero de 2021, derrocó al gobierno dirigido por Aung San Suu Kyi y a su partido, la Liga Nacional para la Democracia (LND). Posteriormente concentró los bombardeos en los bosques, para obligar a los que desplazados y prófugos a trasladarse a la ciudad. Para las tropas del régimen, responder a las acciones de la guerrilla resulta más fácil en zonas urbanas que en la selva. Por las mismas razones, los militares también están cerrando campos de refugiados formales en varias partes del país. Según el último informe de la ONU sobre la situación humanitaria, a finales del mes pasado había más de 1,8 millones de desplazados, concentrados principalmente en las zonas del noroeste del país donde se han intensificado los enfrentamientos en los últimos meses.
Thantlang, una localidad en el estado de Chin, cerca de la frontera con India, fue arrasada y hoy parece una ciudad fantasma. El Chin National Front, una de las milicias étnicas locales que luchan contra el ejército, afirma que desde el golpe se han lanzado 140 ataques aéreos contra la ciudad y los pueblos de los alrededores. La situación no es mejor en la frontera opuesta, la tailandesa: ayer, más de 1.000 personas cruzaron la frontera para escapar de los combates entre el ejército y el Karen National Liberation Army, otra milicia étnica. En el distrito tailandés de Mae Sot, el número de refugiados (sobre todo mujeres, niños y ancianos) trepó a 8.000 en un solo día.
No sólo hay frentes abiertos en varias partes de Myanmar: fuentes de AsiaNews explican que están surgiendo divisiones en el seno de las facciones enfrentadas, generando una escalada de violencia sin precedentes. A mediados de marzo se había difundido la noticia de una masacre de civiles y monjes budistas en el interior de un monasterio de la aldea de Nan Naint, que fue perpetrada por una milicia pro-régimen de la etnia Pa-O, el Pa-O National Army, -en birmano, los apodan los "perros de Min Aung Hlaing", el general al mando del ejército.
"Fue un hecho terrible: por primera vez, los combatientes mataron a civiles de su propia etnia", señalan nuestras fuentes. "Y el baño de sangre tuvo lugar la noche anterior a una importante ceremonia local en la que los niños se visten como pequeños monjes". Esta carnicería es emblemática del fraccionamiento que también se está produciendo en las filas del ejército. En algunas partes de la región de Sagaing reina la anarquía total: la tristemente célebre "columna Ogro", por ejemplo, compuesta por batallones de infantería, desde febrero lleva a cabo -de forma independiente- una serie de incursiones contra bastiones de la resistencia en la región central de Sagaing, masacrando a civiles y violando a mujeres antes de matarlas.
Las Fuerzas de Defensa Popular (FDP), las milicias surgidas espontáneamente tras el golpe y formadas por combatientes de la etnia mayoritaria bamar, también se están disolviendo, presas de la decepción y la ira hacia el Gobierno de Unidad Nacional en el exilio, compuesto por ex diputados de la LND. ''Lo hemos dejado todo, nuestras casas, nuestros trabajos, nuestros afectos, ¿para qué?'', se preguntan los desplazados que formaban parte del Movimiento de Desobediencia Civil''. Son los miembros de la asociación que salieron a la calle para protestar pacíficamente inmediatamente después del golpe. Se trata de personas que, al unirse a las manifestaciones, se pusieron en peligro a sí mismas, pero también a sus seres queridos: al estar en listas de personas buscadas, no pueden trabajar ni enviar a sus hijos a la escuela.
Así, muchos menores acaban convirtiéndose en niños soldado: las milicias los recogen en las calles o el ejército los fuerza a combatir, se unen a la guerra y luego acaban entre los desplazados. "Son personas sin raíces. Sus necesidades materiales son urgentes, pero también se resuelven fácilmente, acercándoles medicinas y alimentos", continúan las fuentes de AsiaNews. 'Reconstruir el tejido social, en cambio, es difícil porque lleva más tiempo. Todo el mundo ha perdido amistades y relaciones y existe una gran desconfianza por la posible presencia de informadores'. Volver a empezar es complicado para los jóvenes, pero también para los mayores de 40 o 50 años. "De hecho, quizás sea más difícil para ellos, porque se encuentran con que tienen que comenzar de nuevo, reconstruirlo todo en la mitad de su vida”.
No obstante, en estos grupos de personas desplazadas, desarraigadas y traumatizadas, también se celebra la Pascua, ya que algunas comunidades se han unido a ellos espontáneamente. "No se ha hecho nada en particular. La cercanía entre los cristianos fue suficiente para ver florecer de nuevo las relaciones humanas".
01/09/2021 15:28