En memoria de mons. Pietro Liu Guandong, "bandera" de la Iglesia clandestina
Roma (AsiaNews) - "He sido ordenado por él y todavía es mi modelo de pastor" es lo que dice un sacerdote de la Iglesia no oficial a AsiaNews, hablando de mons. Pietro Liu Guandong, obispo de Yixian (Hebei), quien murió la semana pasada. "Es un hombre que con el fin de proteger la fe católica, nunca ha aceptado ningún tipo de compromiso con el gobierno o con la Asociación patriótica," continúa el sacerdote, "es una verdadera bandera de la Iglesia clandestina".
El carácter "clandestino" marcó la vida y la muerte de mons. Liu. Murió el 28 de octubre, pero sus seguidores han propagado la noticia hasta después de su entierro, que tuvo lugar en un lugar secreto el 29 de octubre. Su iglesia decidió ocultar la fecha de la muerte y la tumba del obispo para no tener que adaptarse a las órdenes del régimen chino. Siendo mons. Liu un obispo no reconocido por el gobierno, no habría podido ser enterrado con la insignia episcopal: ni mitra, ni anillo, ni referencias a él como pastor. Además, dada su reputación como un héroe de la fe, la noticia de su muerte habría desencadenado un espasmódico control policial a todos los fieles de la Iglesia. En cambio, en el silencio, mons. Liu fue enterrado con todos los honores y respeto que merecía su figura del campeón de la libertad de la Iglesia sin controles del poder político.
Mons. Liu murió a los 94 años y vivió escondido desde 1997. Pasó muchos años en prisión. La primera vez en 1955 por 24 meses, algunos años después de la toma del poder por Mao Zedong; después de 1958 a 1981, siempre por la misma razón: la negativa a unirse a la Asociación patriótica, la organización que quiere construir una Iglesia independiente del Papa. Fue detenido nuevamente en el 89, tras haber organizado una reunión de todos los clandestinos obispos (unos 30) para proclamar una conferencia episcopal de obispos fieles al Papa. Esta conferencia, -no reconocida por la Santa Sede- tuvo una vida corta: en pocos meses, todos los participantes en el encuentro fueron arrestados. Liberado en el '92, vivió bajo vigilancia hasta el ´97, cuando se las arregló para deshacerse de sus huellas.
Dicen sus seguidores que aunque debilitado por un derrame cerebral, fue "lúcido, valiente y lleno de fe hasta el final". Un hombre joven de Baoding (Hebei) dice que lo vio una vez cada semana llegar al santuario de la Virgen de Dong Lu a confesar y a rezar: "Estaba siempre alegre, bueno. Él vivió un retiro muy activo, cerca de la gente joven a quienes les placía su compañía".
Otro fiel cuenta de su simplicidad, no era formal para nada: "se mezclaba con nosotros, y pasaba el tiempo con nosotros para hablar, jugar al ajedrez. Él era un campeón de kung fu, lo enseñaba a los demás".
Su rectitud, el querer preservar la fe católica de las manipulaciones de la ideología comunista y controles injustos estatales, lo llevó a asumir una posición neta de independencia y no comprometerse con la Iglesia oficial. "Nunca accedió a colaborar con los obispos miembros de la Asociación patriótica", dice otro sacerdote de su diócesis. Y su confrontación con la policía y el gobierno "siempre fue muy clara y contundente, afirmando el derecho a la libertad religiosa, como está garantizado [teóricamente- ndr] la constitución china ".
Desde un punto de vista político, podríamos decir que su vida fue un fracaso, casi una lucha quijotesca contra molinos de viento: 28 años de prisión; 16 años de clandestinidad; la conferencia episcopal que él fundó, disuelta; su diócesis sin obispo: su sucesor en Yixian, Cosma Shi Enxiang, desde 2001 ha estado secuestrado por la policía y desaparecido.
Varios observadores en China y en el extranjero piensan que con su muerte se cierra un período en la historia de la Iglesia en china, caracterizada por una posición radical de no transigir con el régimen. Algunos señalan que ahora la Iglesia y Vaticano tratan de tener una posición menos radical. Pero para todos los fieles de la comunidad subterránea y seguidores de mons. Liu es el ejemplo a seguir incluso hoy en día, con un gobierno corrupto, que perdió la estima de su pueblo y con el aumento de las demandas de libertad en la sociedad civil.
Además, sus fieles señalan que algunas posiciones suaves -incluso del Vaticano-condujeron a la aparición de algunos obispos que el mismo Benedicto XVI había definido como "oportunistas".
Y en cambio, el testimonio de mons. Liu da mucho fruto. La diócesis católica romana de Yixian tiene decenas de sacerdotes y monjas; decenas de miles de fieles. Algunos de sus sacerdotes, como el padre Liu deli, han sufrido la misma suerte del obispo: detenido y desaparecido en manos de la policía. Otros dos frutos abren a la esperanza. La primera es que muchos jóvenes e incluso de miembros del partido se acercan a la fe gracias a su valentía, reclamando un espacio espiritual para la persona que no puede estar esclavizada a ningún poder político. Son reformadores del Partido y están exigiendo mayor libertad religiosa para la nación asfixiada por el materialismo. La segunda es que incluso en la Iglesia oficial, que está bajo el control del régimen, emergen campeones de la libertad de la Iglesia que se niegan a pertenecer a la Asociación patriótica para servir mejor a los fieles y el pueblo chino. Entre ellos está el obispo de Shanghai, mons, Taddeo Ma Daqin, bajo arresto domiciliario desde julio de 2012, de 45 años. La semilla de mons. Liu, arrojada a una tierra de silencio dará fruto durante muchos años.
29/08/2020 11:22