En medio de los vientos de guerra en el Líbano la ordenación del secretario para las Iglesias Orientales
Durante la noche, la aviación israelí mató a un comandante y a tres miembros de Hezbolá que, en respuesta, dispararon decenas de misiles hacia el Golán y Tiberíades. Mientras tanto, en una ceremonia ecuménica celebrada en Bkerké, el padre Michel Jalakh se convirtió en el primer maronita que ocupa este importante cargo en el Vaticano. Incluso el movimiento chiíta (a pesar de sus desacuerdos con el Patriarca Rai) "alaba" al nuevo obispo libanés.
Beirut (AsiaNews) - La Iglesia maronita celebra su sínodo anual, previsto del 10 al 15 de junio, pero en el frente sur del Líbano continúa la peligrosa escalada entre Hezbolá e Israel, con un feroz intercambio de misiles durante la noche y la muerte de un comandante de las milicias chiíes proiraníes. La incursión de la fuerza aérea de la Estrella de David alcanzó a Taleb Abdallah, más conocido como Abu Taleb, un líder de campo del movimiento libanés que murió junto con otros tres combatientes a última hora de la noche cerca del pueblo de Jouya. El funeral tendrá lugar esta tarde, mientras que la respuesta de la milicia no se hizo esperar: durante la noche, Hezbolá disparó una andanada de decenas de misiles y cohetes desde el sur del Líbano hacia los Altos del Golán y -por primera vez- también hacia la zona de Tiberíades. Un clima de creciente confrontación desencadenado por la guerra de Israel contra Hamás en Gaza, que corre el riesgo de convertirse en una guerra total también en el norte contra "el Partido de Dios".
Con la vista puesta en los vientos de guerra que soplan en la región, la Iglesia maronita celebró recientemente la ordenación episcopal del padre Michel Jalakh, monje de la Orden Antoniana Maronita (OAM): el prelado fue nombrado secretario del Dicasterio para las Iglesias Orientales el 15 de febrero y elevado tres semanas después por el papa Francisco al rango de arzobispo titular de Nisibi de los maronitas, en Turquía, el 8 de marzo. La ceremonia, presidida por el patriarca Beshara Raï, tuvo lugar en la sede patriarcal de Bkerké, en presencia del card. Claudio Gugerotti, prefecto de un dicasterio papal que conoce bien las Iglesias orientales y sus necesidades. La ordenación episcopal de monseñor Jalakh, explican fuentes de AsiaNews, era necesaria "para permitirle dirigirse a sus interlocutores en pie de igualdad y emitir un dictamen imparcial sobre su idoneidad para el cargo eclesiástico".
Ceremonia ecuménica
La ordenación tuvo lugar en presencia de los Patriarcas Youssef Absi, griego melquita, Ignace Youssef III Younan, sirio católico, el Patriarca armenio Raphaël Bedros XXI, Ignace Aphram II, sirio ortodoxo. Junto a los primados de las distintas Iglesias estuvieron presentes el Nuncio Apostólico en Líbano, Mons. Paolo Borgia, y Mons. Chahan Sargasyan en representación del Catholicos Aram I. La ceremonia tuvo un marcado carácter ecuménico, también porque el destino de los cristianos de Oriente depende de su unidad de acción, más allá de las confesiones particulares, ya sean católicas u ortodoxas.
En su homilía, el Patriarca maronita dio cuenta de las tareas y prerrogativas del nuevo arzobispo, subrayando que el Papa le había elegido para "ayudarle en su servicio apostólico", tarea en la que "sin duda estarás a la altura de sus expectativas". Por último, el Patriarca alabó las "virtudes monásticas y sacerdotales" y los "conocimientos adquiridos durante los muchos años pasados en Roma: como estudiante, especialista y miembro acreditado del Dicasterio para las Iglesias Orientales durante cinco años, después como secretario general del Consejo de las Iglesias de Oriente Medio (CEMO) durante cinco años, y finalmente como rector de la Universidad Antonina".
Una primera vez
Es la primera vez que se nombra a un libanés (y maronita) para este cargo desde la creación del dicasterio en 1917, señalan los observadores. Muchos creen que, con la experiencia que ha acumulado a lo largo de los años, tanto internamente como a nivel ecuménico e interreligioso, el nombramiento de monseñor Jalkh parece apropiado y podría prepararle para puestos más altos en un futuro próximo. En su discurso de aceptación, el prelado afirmó que llevaba todas las causas en el corazón, empezando por "la de mi patria, el Líbano". Sin olvidar, añadió, la de "las poblaciones que sufren los horrores de la guerra, de Ucrania a Gaza".
Hablando del país de los cedros y de la decadencia de sus instituciones en esta fase de su historia, el nuevo obispo subrayó a continuación que "lo que nos falta a los libaneses para reconstruir esta nación única con su solidaridad humana, su solidez espiritual que abarca sus diversas identidades y se distingue por su constitución social basada en la familia y sus valores, es un poco de ascetismo, de humildad y de abnegación". La fuente eclesiástica preguntada por AsiaNews al respecto añadió que "estas últimas palabras se dirigen más a las diversas Iglesias, que a la clase política y dirigente". Personas cercanas al Card. Claudio Gugerotti, arzobispo italiano especializado en lenguas y liturgias orientales y antiguo nuncio en Georgia y Armenia, han confirmado que "lleva el Líbano en el corazón" y que lo considera una "piedra angular de la presencia cristiana en Oriente".
El "elogio" de Hezbolá
El nombramiento del prelado también fue ampliamente difundido entre los miembros de Hezbolá, hasta el punto de merecer un editorial publicado en el diario Al-Akhbar, notoriamente próximo al movimiento chií proiraní: "Antes de cumplir los 60 años, monseñor Jalkh ha conseguido lo que ningún otro libanés o maronita ha logrado jamás", reza el artículo. Esto le permite actuar "como un hombre que no quiere nada para sí mismo", con la "independencia" que esto le garantiza. Porque, prosigue el texto, "no debe el nombramiento a nadie más que al Papa Francisco y a su amigo (el cardenal) Gugerotti, que no le ata a ninguna red de intereses, y le permite conseguir mucho para las comunidades cristianas de la región, si concilia su visión con las capacidades del Vaticano". En cuanto a las palabras del periódico, hay que señalar que, desgraciadamente, este "hermoso" homenaje se ha visto ensombrecido por una interpretación "política" de la ordenación. En efecto, se ve como "una censura actual o futura de la labor del patriarca actual". Un objetivo, la del primado maronita, contra el que no cesa de disparar la emanación diaria de Hezbolá.
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