En Ulán Bator, la COP17 sobre la desertificación en 2026
Mongolia es conocida por su creciente vulnerabilidad a la degradación del suelo: según algunos datos, el fenómeno afecta al 76% de la superficie del país. Una de las causas es la industria minera, que sigue creciendo impulsada por la demanda de las mismas materias primas sobre las que se está construyendo la transición ecológica. La Conferencia de la ONU será una oportunidad para plantear la cuestión de la sostenibilidad.
Ulán Bator (AsiaNews/Agencias) - El Ministerio de Medio Ambiente y Turismo anunció que Mongolia será la sede de la 17ª Conferencia de las Partes (COP17) de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (UNCCD) en 2026. La Convención entró en vigor en 1996, lo que la convierte en el primer, y hasta la fecha único, marco internacional jurídicamente vinculante para combatir este fenómeno, que es sin duda una de las prioridades en la lucha contra el cambio climático. La Conferencia de las Partes es el órgano supremo de decisión de la UNCCD: además de supervisar la aplicación de la Convención, es también una plataforma para intercambiar y compartir información.
Para Mongolia, acoger la COP17 será una oportunidad para sensibilizar a la comunidad internacional sobre la relación entre la desertificación y el suministro de materias primas necesarias para la transición energética. De hecho, la desertificación es ya uno de los mayores retos de Mongolia: a partir de 2021, figura incluso entre las prioridades del gobierno local dirigido por el primer ministro L. Oyun-Erdene. Según los últimos datos compartidos por la Agencia Nacional de Meteorología y Medio Ambiente, más del 76% del territorio de Mongolia está afectado por la desertificación. El nivel de degradación del suelo varía según las zonas geográficas, pero el estudio indica niveles de desertificación aguda en más del 20% del territorio. Esto pone en peligro cerca del 90% de las zonas dedicadas a actividades agrícolas y de pastoreo, sectores que no sólo son importantes desde el punto de vista económico, sino también cultural.
Las causas del fenómeno en Mongolia son múltiples: además de la expansión natural del desierto de Gobi, existen otras mucho más marcadas que se vinculan a la actividad humana particularmente en dos sectores: la agricultura y la minería. Este último, en particular, es especialmente relevante hoy en día: el país alberga numerosos yacimientos de carbón, cobre y oro, así como minerales raros, actores principales de la transición energética. El sector minero sigue siendo la principal industria de Mongolia y, según datos del Banco Mundial, en 2021 representó alrededor del 22% del PIB y más del 80% de las exportaciones del país.
Visión 2050 -una estrategia de desarrollo a largo plazo para el país que se anunció en 2020- apuntaría a la diversificación económica e industrial del país, pero el creciente interés mundial por el cobre y los minerales raros parece destinado a retrasar estas estrategias. El propio primer ministro, L. Oyun-Erdene, explícitamente quiere convertir a Mongolia en un actor importante en las materias primas necesarias para la transición energética. Mientras tanto, el sector turístico, que representó más del 7% del PIB del país en 2019, después de la pandemia ahora también está perjudicado por la guerra en Ucrania debido al embargo del espacio aéreo ruso.
La creciente importancia del sector minero, sumada a los retos de la desertificación, exigirá un esfuerzo considerable para encontrar estrategias que mitiguen los efectos de la degradación de la tierra. Una de las medidas adoptadas por el gobierno de Ulán Bator es el proyecto "A Billion Trees", un plan de forestación masiva. Para 2023, el Primer Ministro L. Oyun-Erdene anunció su intención de plantar más de 40 millones de árboles en Mongolia. Pero sin un compromiso de mayor sostenibilidad en el sector minero en su conjunto, es poco probable que los resultados en la lucha contra la desertificación puedan ser efectivos.
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