En Taipei tuvo lugar la última etapa de la reflexión sobre el Concilio Chino
La última de las conferencias que volvió a proponer la actualidad del Concilio de 1924, promovido por el entonces delegado apostólico Mons. Celso Costantini, se llevó a cabo en la Universidad Católica Fujen, que nació al año siguiente como uno de los frutos de aquel acontecimiento histórico para la Iglesia en China. En Taiwán el tema de la inculturación y del diálogo entre las religiones se lleva adelante de manera concreta y libre, animado por finalidades eclesiales y misioneras.
Taipei (AsiaNews) – Las numerosas iniciativas de 2024 dedicadas al centenario del Primer Concilio chino, evento fundamental en la historia de la Iglesia en China que tuvo lugar en Shanghai en 1924, concluyeron con un congreso en la Universidad Católica Fujen de Taipei. Organizado por la sección taiwanesa de la Verbiest Foundation, el congreso - en el que participaron ochenta personas, con siete ponentes y otros tantos comentaristas - fue casi una síntesis, académica y pastoral, de la reflexión que se ha desarrollado a lo largo de todo el año sobre el tema de la inculturación del catolicismo en China. Las ocasiones anteriores habían sido en Milán y el Vaticano (mayo), en Macao en junio y un momento más sencillo en Beijing. El encuentro de Taipei fue inaugurado por Mons. John Baptist Lee Keh-mien, presidente de la Conferencia Episcopal de Taiwán, y por Mons. Stefano Mazzotti, encargado de negocios de la Nunciatura del Vaticano.
Los ponentes, y sus respectivos comentaristas, reiteraron la centralidad de la figura de Mons. Celso Costantini, confirmada por el informe del p. Sun Zheng, de la Congregación de los Discípulos del Señor, que el delegado apostólico había fundado precisamente para promover la inculturación. Otra de las aportaciones estuvo dedicada a la renovación de la música litúrgica y evocó la figura profética del misionero Vincent Lebbe; el discurso del prof. Ku Wei-ying se centró en el impacto del intelectual católico chino Ma Xianbo en el pensamiento de Costantini y, en consecuencia, en el tema de la formación académica, que luego condujo a la fundación de la Universidad Católica, uno de los frutos más duraderos de su misión. El historiador Chen Fang-chung situó al Concilio Chino en el contexto histórico de la gran renovación de China, que comenzó con el Movimiento del 4 de Mayo de 1919 y fue seguido por la difusión de las ideas comunistas. Fueron años de gran agitación no sólo para la Iglesia, sino para toda la sociedad china.
Me parece significativo que la reflexión que se llevó a cabo este año sobre el Primer Concilio chino se haya cerrado precisamente en Taiwán, donde todavía existen algunas realidades nacidas de aquel acontecimiento eclesial. Comenzando por la Universidad Católica Fujen, que en los próximos años celebrará el primer centenario de su fundación; y luego la Congregación exclusiva para religiosos chinos, de quienes Costantini quiso tenazmente valorizar su aportación específica. El tema de la inculturación y el diálogo entre las religiones se lleva adelante en Taiwán de manera concreta y libre, animado por finalidades eclesiales y misioneras.
En esta ocasión pude volver a la isla donde, allá por el año 1991, comencé mi “carrera misionera”. Me encontré con viejos amigos e hice otros nuevos. En este momento Taiwán está en el centro no sólo de la atención eclesial, sino también diplomática y estratégica. La gente no parece estar preocupada, porque siempre ha vivido con la posibilidad de una acción de reunificación por parte de Beijing. Nadie sabe con certeza qué puede pasar. Las tensiones existen, pero son absorbidas - por la gente - dentro del esquema de lo ya visto. Pero hay otras tensiones regionales, como las que existen entre China y Filipinas, que podrían salirse de control y crear un incidente con consecuencias imprevisibles.
Si bien Taiwán, al menos aparentemente, no está viviendo un clima alarmista, resulta sorprendente que en el continente la retórica de la unificación de Taiwán esté creciendo en intensidad, tal vez como una distracción de los graves problemas sociales y económicos que China tiene que enfrentar, como el malestar de la juventud, el apremiante desierto demográfico, la interminable guerra en Ucrania que involucra a su aliado ruso y el enigmático regreso de Trump a la escena internacional. ¿La campaña de propaganda dirigida contra Taiwán puede seguir siendo un mero ejercicio retórico? ¿Por cuánto tiempo? Ninguna persona con sentido de humanidad pueden imaginar un acto de fuerza con consecuencias catastróficas, por más horriblemente crueles que sean la violencia y las guerras que este mundo nuestro nos muestra cada día.