En Lahore, encuentros para hacer frente a las dificultades familiares

de Kamran Chaudhry

Durante las sesiones está prohibido abordar temas que generen tensiones. Los cónyuges se sientan uno junto a otro, si bien la tradición islámica no aprecia la cercanía entre hombre y mujer. La historia de Nadia: “Luchaba con Dios por la enfermedad de mi hija, pero ahora he hallado consuelo”.

Lahore (AsiaNews) – “La hora de la pareja”, es decir, un tiempo de diálogo reservado entre marido y mujer, durante el cual se prohíbe hablar de trabajo, hijos y suegros. Es el workshop más apreciado en Lahore, entre las distintas iniciativas que promueve el Movimiento de los Focolares para brindar apoyo a las familias. Stella John, que está en el grupo organizador, explica: “Los cónyuges son invitados a sentarse juntos, y a hablar de sí mismos. Están prohibidas las discusiones que podrían dar lugar a tensiones. Por el contario, se los alienta a apreciar sus respectivas fortalezas y a admitir, de manera educada, las propias culpas” .

El último encuentro se llevó a cabo el 8 de julio en el Loyola Hall, el centro de formación de los jesuitas en Lahore. En la reunión, titulada “Family as role model” (Familia como modelo), participaron más de 20 familias. En Pakistán, el grupo de los Focolares se difundió a partir de 1965, gracias a un sacerdote italiano, el Pbro. Giuliano Ricchiardi. Hoy en día, en todo el territorio hay siete comunidades que suman cerca de 3.000 miembros.

La manera es que se desarrollan los encuentros, explica Stella, da lugar a no pocas sorpresas, “en nuestra cultura islámica, donde, tanto en la escuela como en las familias, no es bien apreciado que un hombre y una mujer se sienten cerca. Debido a eso, hemos notado que las parejas ancianas son las que manifiestan estar más incómodas durante los talleres. Sin embargo, las mujeres nos hacen saber que las sesiones reducen los episodios de enojo de los maridos”.

Gracias a estas reuniones, Nadoa Behram, un ama de casa de 38 años, logró hallar consuelo y afrontar con su marido los problemas de salud de su hija quinceañera. Ella cuenta a AsiaNews: “Luchaba con Dios, y al mismo tiempo, rezaba por mi hija, que está perdiendo la vista”. La adolescente manifestó sus primeras dificultades visuales a la edad de dos años, “cuando empezó a hacer un gran esfuerzo para reconocer nuestros rostros, incluso estando a pocos metros de distancia. Ahora ni siquiera puede bajarse de la cama sin sus anteojos gruesos”.

La madre explica que a la joven “le cuesta mucho estudiar, porque después de 30 minutos, siente un fuerte dolor de cabeza. Tampoco puede cocinar, porque apenas se acerca a las cacerolas, se le empañan los lentes. Yo también me enfadaba con mis parientes, porque tenían lástima de ella. La mayor parte de mis oraciones eran invectivas. Fuimos a consultar a cantidad de médicos y hemos recorrido más de 300 km, yendo desde Multan a Lahore. El elevado costo de los tratamiento terminó impactando de una manera importante sobre toda la familia”. “Caí en una profunda depresión –continúa- hasta que descubrí que existían estos grupos. Durante el primer encuentro de familias, cada una de ellas me donó de 500 a 1000 rupias (de 3,5 a 7 euros) para las consultas de emergencia. Luego, una escuela católica aceptó inscribir a mi hija pagando la mitad de la cuota. Las religiosas me aseguraron que ella puede asistir a clases, aún cuando no logre leer de los libros”. Como conclusión, ella afirma: “Cada vez que cuento esta historia, lloro, pero mi marido no habla jamás de ello estando en público. Doy gracias a Dios por todas las bendiciones que he recibido”.