El regreso del "masajista ortodoxo"
Vuelve a estar de moda en Moscú Konstantin Gološanov, antiguo líder de la "fraternidad Athos" que reunía a los oligarcas-VIP. Tras abandonar la escena con el inicio de los conflictos con Ucrania (y el estallido de algunos escándalos financieros), ahora se propone de nuevo demostrar a través del arte sacro que Rusia es la "verdadera Europa".
Moscú (AsiaNews) - Tras un periodo de exilio debido a oscuros asuntos financieros y personales, Konstantin Gološanov, un personaje particularmente pintoresco del círculo íntimo de amigos del presidente Vladimir Putin, ha hecho su reaparición en Moscú. Antiguo líder de la "Fraternidad del Athos", que reunía a los oligarcas-VIP, sustituida más tarde por la fraternidad del monasterio de Diveevo, dirigida por el ministro de Defensa Andrej Belousov, vuelve ahora para revelar que Rusia es la "verdadera Europa", y no la deformada de la UE y los países occidentales.
Gološanov, de 69 años, era conocido como "el masajista de Putin", y sigue demostrando una notable eficacia física, combinando sus cualidades deportivas con las actividades de "oligarca ortodoxo" que le unen a Putin desde mucho antes de que éste llegara a la presidencia. Fue él quien organizó el nuevo tipo de "club top" en formato "deportivo-monástico", según las leyendas que le describen como compañero del futuro zar en la actividad a la que se dedicó desde su juventud, las sesiones y competiciones de judo en los gimnasios de Leningrado. Ambos se conocerían en los años 70, y tras un intenso combate Gološanov, entonces enfermero, dio su primer masaje terapéutico a Putin, que se había lesionado la espalda. Más tarde, la asistencia se hizo constante en una sauna a la que el vicegobernador Putin acudía regularmente junto a amigos íntimos.
Los años del masaje fueron también los de la conversión de Putin y sus camaradas a la ortodoxia, en un vínculo entre fe y judo que a menudo se insinúa en las biografías del presidente, sin aclarar las dimensiones ocultas de esta unión mística. Sin embargo, en cuanto Putin tomó posesión de su cargo en el Kremlin, Gološanov se convirtió repentinamente en el director general de Rostsentrproekt, una parte importante de la estructura de la administración presidencial, que fue clausurada al cabo de sólo un año por razones que nunca se aclararon, y el director fue reclasificado como "asesor para asuntos religiosos".
Con este nombramiento, a Gološanov se le abrieron de par en par las puertas de los grandes negocios, en los que estuvo acompañado por sus hermanos Arkadij y Boris Rotenberg, los principales oligarcas de Putin. Una aventura particular fue el intento de comprar el equipo de fútbol de Bari, en Italia, lo que también le permitió organizar peregrinaciones de rusos de la alta sociedad al santuario de San Nicolás, en una nueva unión de deporte y religión, llevando incluso a San Petersburgo fragmentos de las reliquias del santo patrón de Rusia. Desde Bari, el camino oligárquico-espiritual alcanzó las alturas de la Montaña Sagrada, con la primera visita de Putin al Athos y la creación de la Fraternidad Rusa a él dedicada, de la que Gološanov llegó a ser director junto con otros altos cargos del Kremlin y del mundo empresarial ruso.
Los miembros de la Fraternidad se reconocían por el rosario negro que llevaban en la mano izquierda, y todos ellos contribuyeron a la restauración del monasterio ruso de San Panteleimón para devolverle todo su esplendor, una operación que costó más de 30 millones de euros. Comenzaba así el periodo de la gran "santificación" de Rusia, que redescubría sus orígenes monásticos gracias a los esfuerzos del presidente y sus seguidores, incluso más que los del patriarca y sus metropolitanos, pero que se interrumpió bruscamente en 2014, con el inicio de los conflictos con Ucrania, hasta 2018, año del cisma ortodoxo con Kiev y Constantinopla.
Los "santos oligarcas" y el propio Gološanov acabaron sancionados e impedidos por el Gobierno de Atenas de llegar al Monte Athos, donde se descubrió un enorme comercio offshore que generó graves escándalos que obligaron a Gološanov a dar un paso al lado. Tras otros intentos de restaurar la fraternidad en Rusia, en 2022 se vio envuelto en un sonado caso de contratos ficticios de varias empresas, refugiándose en una villa de una isla del Egeo y adoptando la nacionalidad croata. En Semana Santa de este año regresó triunfalmente a Moscú con la antorcha del Fuego Sagrado de Jerusalén, anunciando grandes planes para mostrar la cercanía espiritual entre los sagrados iconos ortodoxos y las pinturas de Leonardo Da Vinci y Miguel Ángel, cuyas obras inéditas prometió mostrar.
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