El padre Stan, desde la cárcel: ‘Un pájaro puede cantar, aunque esté en una jaula’
Carta a los hermanos del jesuita de 83 años, que lleva más de 100 días en la cárcel de Bombay por su obra en defensa de los tribales. El Primer Ministro Narendra Modi no quiere intervenir en el caso.
Bombay (AsiaNews) - El agradecimiento por la solidaridad recibida, pero también un testimonio sobre la suerte de sus numerosos compañeros de celda, procedentes de comunidades pobres, que esperan el juicio "sin saber siquiera qué cargos se les imputan". Estas son las palabras del padre Stan Swamy, el jesuita de 83 años enfermo de Parkinson, encarcelado desde el 8 de octubre en Taloja, cerca de Bombay, acusado de "terrorismo" por su labor en Jarkhand en favor de los "adivasis", las poblaciones tribales marginadas en la sociedad india.
Hace meses que la Iglesia india y muchos miembros de la sociedad civil trabajan por la liberación del sacerdote pero las autoridades judiciales aún no han dado ninguna señal positiva. La cuestión también fue abordada la semana pasada durante una reunión con el primer ministro indio Narendra Modi, en la que participaron los tres cardenales indios -Oswald Gracias, de Bombay, George Alencherry, de la comunidad siro-malabar, y Mar Baselios Cleemis, de la comunidad siro-malankar- para conversar sobre diversas cuestiones relativas a la condición de los cristianos en la India. El card. Gracias informó que también hablaron del caso del padre Swamy, pero que la respuesta de Modi fue que el primer ministro "no quiere interferir en el trabajo de las agencias de investigación".
Mientras tanto, crece la preocupación por el estado de salud del padre Stan, quien no deja de mirar por las necesidades de los últimos, incluso dentro de la cárcel. A continuación, el texto de su carta.
En primer lugar, valoro mucho la enorme solidaridad expresada por tantas personas durante estos 100 días que llevo entre rejas. En muchos momentos la noticia de esta solidaridad me ha dado una fuerza y un valor inmensos, sobre todo porque lo único seguro en la cárcel es la incertidumbre.
La vida aquí sigue adelante, día a día. En estos 100 días, otra cosa que me ha dado fuerzas ha sido observar las dificultades de todos los que esperan el juicio. La mayoría de estas personas procede de comunidades económica y socialmente débiles. Muchas de estas pobres personas que esperan ser juzgadas ni siquiera saben qué cargos se les imputan, nunca vieron sus expedientes judiciales y simplemente permanecen en la cárcel durante años sin ninguna asistencia legal o de otro tipo.
En general, casi todas las personas que se encuentran en prisión preventiva se ven obligadas a vivir con lo mínimo, independientemente de si son ricos o pobres. Esto crea un sentimiento de fraternidad y comunidad, en el que la comprensión mutua se hace posible incluso en esta adversidad. Por otro lado, los dieciséis coacusados no hemos podido encontrarnos, por estar recluidos en diferentes cárceles o en distintos sectores de la misma prisión. Sin embargo, seguimos cantando a coro. Porque un pájaro siempre puede cantar, aún cuando esté encerrado en una jaula.
(Colaboró Nirmala Carvalho)
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