El obispo Shen Bin y la Pascua de los católicos de Shanghái
Las noticias que llegan de Shanghái hablan de un clima tenso tras el nombramiento unilateral decidido por Beijing. Monseñor Shen, le guste o no, tiene un rol político y esto pesa mucho en un contexto en el que las autoridades gobiernan todos los aspectos de la vida en China. Sin embargo, el mismo misterio que celebramos nos dice que el sufrimiento, la oposición e incluso la muerte no son la última palabra.
Milán (AsiaNews) - Han pasado varios días desde la toma de posesión de Mons. Shen Bin como nuevo obispo de Shanghai y todavía no tenemos todos los elementos para entender lo que ha sucedido. Falta la palabra del Vaticano. Se trata de la asunción del obispo en la diócesis con la situación más difícil de toda China, y por lo tanto una verdadera prueba de la funcionalidad del acuerdo entre Roma y Beijing. La Santa Sede afirmó que sólo había sido informada del traslado de Shen Bin desde Haimen hasta Shanghái, pocos días antes y que supo de la ceremonia del 4 de abril a través de los medios de comunicación, precisando que por el momento no tenía más declaraciones que hacer al respecto.
Es demasiado poco para creer que el Vaticano está conforme. Si el Vaticano hubiera aprobado o estuviera satisfecho con este traslado, no lo habría ocultado. Más bien nos parece que el Vaticano quiere tomarse tiempo para evaluar la situación, o no agravarla. Tememos que se trate de un nuevo episodio que demuestra que el acuerdo con China no está funcionando como la Santa Sede desearía. Y lo decimos con disgusto y pesar, porque, realmente, desearíamos que este acuerdo funcionara. Así lo desea, en efecto, el Santo Padre, y así lo desean los católicos que le son fieles.
El contenido del acuerdo entre la Santa Sede y China es secreto. Un secreto que revela una vez más sus límites: ¿el acuerdo menciona los traslados? Ciertamente, en la vida católica, los obispos se trasladan de una diócesis a otra tras un nombramiento papal. Por lo tanto, si el acuerdo otorga al Papa el poder de nombrar obispos, aunque más no sea formalmente, debería haber sido no simplemente informado, sino que debería haber participado en el nombramiento del obispo de Shanghái. Nos encontramos ante una situación similar a la del 26 de noviembre del año pasado, cuando, por primera vez, la Santa Sede protestó por el traslado del obispo Pen Weizhao a una diócesis sin la aprobación eclesiástica.
La sede episcopal de Shanghái está vacante desde hace muchos años, más precisamente, desde 2014, cuando falleció el obispo "clandestino" Joseph Fan Zhongliang. No se trata de una diócesis cualquiera: es una de las comunidades católicas chinas más antiguas y florecientes. El cristianismo llegó allí en tiempos de Matteo Ricci gracias a su mejor discípulo y colaborador, Paul Xu Guangqi. Hasta 2013, al frente de la diócesis estuvo el obispo Aloysius Jin Luxian y hay que remarcar que a Shanghái no le faltan obispos ordenados con el título de auxiliares. Empezando por Taddeus Ma Daqin, bajo arresto domiciliario desde el mismo día de su consagración (7 de julio de 2012), que había sido acordada entre China y el Vaticano. Sin embargo, no se acordó la desvinculación de Taddeus Ma de la Asociación Patriótica, lo que provocó la ira de las autoridades. Tampoco se acordó la participación forzosa del obispo ilegítimo Zhan Silu en la consagración, lo que provocó que gran parte del pueblo de Dios, incluidos clérigos y religiosos, abandonaran la ceremonia.
El caso del obispo Taddeus Ma tuvo otros reveses, como su "retractación" en 2016. Sin embargo, el obispo auxiliar, sometido a sermones políticos, nunca recuperó su libertad, por lo que resulta complejo analizar la sinceridad de sus declaraciones. Incluidas las pocas y sobrias palabras de bienvenida al nuevo obispo Shen Bin y la llamada a la obediencia, escritas en su blog. Creo que lo más importante ahora es saber qué pasará con él. Quizá la Santa Sede esté esperando precisamente eso. Algunos sugieren que Thaddeus Ma podría ser restituido como obispo auxiliar. Es difícil anticipar si las autoridades políticas lo permitirán, aunque podría facilitar a la Santa Sede la aceptación de un traslado no acordado, y aplacar la amargura que se vive en el Vaticano.
Sin embargo, hay otro obispo más en Shanghái: Joseph Xing Wenzhi, quien dimitió y desapareció de la vida pública a finales de 2011. Si bien es auxiliar, monseñor Joseph Xing era considerado el sucesor designado de monseñor Aloysius Jin. No fue ordenado coadjutor porque estaban presentes simultáneamente el obispo Jin y el obispo clandestino Joseph Fan. La historia de Joseph Xing nunca se ha aclarado. Dado que se oponía a la política religiosa de las autoridades, se cree que fue víctima de una acción para desacreditarlo y obligarlo a dimitir. Pero Xing había sido elegido por sus cualidades espirituales y morales, que creemos no han fallado, a pesar de la desafortunada circunstancia que provocó su dimisión. Ciertamente no es posible imaginar su retorno a la escena eclesial, pero merece respeto y rehabilitación, considerando cuán difícil y sufrida ha sido su historia.
Las noticias que llegan de Shanghái reflejan un clima tenso y un descontento generalizado. Shanghái alberga un catolicismo orgulloso de sus orígenes, y quizá poco dispuesto a aceptar obispos impuestos "desde fuera". Pero ésta no parece ser la única razón, ni la más importante, por la que, según nos han informado, el obispo Shen no es del agrado de la comunidad católica de Shanghai. Shen es el presidente de la Conferencia Episcopal China, un organismo ilegítimo desde el punto de vista eclesial, impuesto y fácilmente manipulable por las autoridades encargadas de la política religiosa en China. Un hombre que, guste o no, tiene un rol político, ya que es miembro (junto con otros 10 católicos) de la Asamblea Consultiva Política del Pueblo Chino. Al expresarse públicamente, respalda la política de "sinicización" de las religiones, inculcada por los actuales dirigentes. Sin duda, estas cualificaciones, más políticas que eclesiásticas, confieren a su persona una gran habilidad para tratar con las autoridades políticas. Autoridades que, de forma cada vez más invasiva y omnipresente, gobiernan todos los aspectos de la vida del pueblo chino, vulnerando la legítima libertad de las comunidades católicas y la legítima autonomía de los organismos eclesiales.
En estos días en que los creyentes reviven el misterio pascual, nos sentimos unidos a los católicos de Shanghái y de toda China: el sufrimiento, la oposición e incluso la muerte no son la última palabra en la vida de Jesús y de sus discípulos. Prevalece la vida, don de la resurrección de Jesús. Por eso los creyentes perseveran en la esperanza y su vida es un reflejo de la de Nuestro Señor Jesús.
* Misionero del PIME y sinólogo
03/04/2023 12:08
28/07/2021 12:48