El ministro francés de Relaciones exteriores en Bkerké, una constatación de impotencia
"Es un pedido de ayuda discreto, pero real, el efectuado por el patriarca maronita Rai ayer, a Francia”. Ayrault: “Francia no decide en nombre de los libaneses, pero sí juega un rol como facilitador”.
Beirut (AsiaNews) – "Es un pedido de ayuda discreto, pero real, el efectuado por el patriarca maronita Rai ayer, a Francia, por intermediación del ministro de Relaciones Exteriores Jean-Marc Ayrault", fue el juicio de fuentes cercanas al tema. “Un llamado que no difiere, fundamentalmente, del que dirigiera el jefe de la Iglesia maronita, en reiteradas oportunidades, al jefe de Estado francés en persona, cuando se reunió con él en abril en el Líbano, y luego en París, el 9 de mayo".
El ministro francés se dirigió a Bkerké en el marco de una visita oficial de dos días al Líbano (11-12 de julio), durante la cual él se reunió con las principales figuras del país. Tres de los temas centrales tratados durante la visita fueron la presidencia, la presencia de Francia dentro de la FINUL y la ayuda a los refugiados sirios, que se hallan presentes de forma masiva en el Líbano.
"Ayudad al Líbano a que siga siendo él mismo, un modelo de pluralismo y tolerancia, haced lo imposible para ayudarlo a mantener una distinción entre la elección del presidente y el conflicto que hace arder a Siria, así como de la rivalidad mortal entre Irán y Arabia Saudita” pidió el patriarca Rai en un discurso pronunciado en el salón del Patriarcado, ante representantes de todas las Iglesias orientales. “Es absolutamente necesario disociar la elección presidencial de estos conflictos, que podrían prolongarse por largo tiempo”, reiteró el Patriarca frente a Ayrault.
Pero el pedido es efectuado con la trágica conciencia de que quizás es demasiado tarde. Esta desesperación se filtró en el discurso, allí donde se afirmó: “es necesario reconocer que los mismos (los grupos y parlamentarios libaneses quebrados, sin posibilidad de unión) ya están superados por las interferencias regionales”.
La amargura del Patriarca se refleja también en la parte del discurso dedicada a las riquezas de petróleo y gas halladas a lo largo de las costas libanesas que, según dijo, “ya están en vías de expoliación”: esta constatación fue dejada en una suerte de claroscuro, sin precisar quién es responsable de esta expoliación: si Israel, que opera en nuestra zona económica exclusiva, o los lacayos libaneses, que se preparan para repartirse la torta.
En efecto, el Patriarca ya ha denunciado a los cuatro vientos la corrupción interna de la clase política libanesa en este período de relajamiento total de la autoridad central del Estado, y no es imposible que dicha ambigüedad esté siendo buscada, adrede.
Desertificación espiritual de Oriente
El Patriarca, por otro lado, no parece desconfiar del todo de la comunidad internacional. Eso lo lleva a pedir la extensión de la misión de protección de la FINUL en las fronteras orientales del Líbano. “Nosotros guardamos el máximo aprecio por su compromiso (el de Francia) en la FINUL – afirmó- , desde que, en 1978, esta fuerza fuera alineada en el sur del Líbano, y veremos con buenos ojos la extensión del servicio de protección a las fronteras orientales de nuestro país”. Algo que es relativamente nuevo, al menos tomando en consideración la forma pública que reviste el pedido.
“Iglesia maronita, Iglesia oriental”, subrayó el Patriarca, que reivindica “junto a sus hermanos (de las otras Iglesias orientales) una responsabilidad pastoral que se extiende a todos los países de Oriente Medio”. Con estas palabras discretas, pero fraternas, nuevamente colocó la crisis libanesa en su espacio geopolítico, poniendo de golpe a Francia -a quien sabe una potencia en decadencia- ante una responsabilidad, por la dimensiones de la región, y también por la historia, sobre la actual puesta en juego, y también en tanto portadora de consecuencias lejanas sobre el futuro de la región, con un riesgo real de que se produzca “una desertificación espiritual y cultural” de un Oriente Medio en el cual los cristianos pasarán a ser una cantidad insignificante.
A este discurso, el ministro francés debía responder con una breve alocución, de la cual lo esencial estuvo contenido en la frase: “he dicho que Francia no decide en nombre de los libaneses, pero juega el rol de facilitador (…). La circunstancia particular que atraviesa el Líbano debe ser protegida. Este es el mensaje que yo traigo”.
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