El invierno demográfico de las megalópolis chinas
La afluencia de inmigrantes económicos a las cuatro áreas metropolitanas más grandes de China se ha detenido. La disminución de la población constituye un punto de inflexión histórico para el país. La tasa de natalidad también está cayendo. Las ciudades de "primer nivel" son cada vez menos atractivas debido a los costos elevados y las menores oportunidades de trabajo.
Beijing (AsiaNews) - Las cifras relativas a la población de las cuatro megalópolis más importantes de China -Beijing, Shanghai, Guangzhou y Shenzhen- muestran un descenso significativo en 2022, según las estadísticas oficiales. La población de Shanghái disminuyó 135.400 personas, la de Guangzhou 76.500, la capital Beijing 43.000 y Shenzhen unos 19.800. Lo que llama especialmente la atención es el desplome de las cifras de Guangzhou y Shenzhen, dos vibrantes centros económicos en el pujante sur de China, lo que constituye un punto de inflexión histórico sobre todo porque ambos habían registrado la tasa de crecimiento más alta de la última década.
La población de Shenzhen, no lejos de Hong Kong, disminuyó por primera vez desde su fundación en 1979. En un panorama negativo de declive demográfico que afecta a toda China, para las megaciudades es aún más importante tener en cuenta el aspecto económico, un motor que hasta ahora ha sido capaz de atraer a un gran número de trabajadores migrantes y jóvenes graduados. En este momento el crecimiento económico está estancado y los efectos también se pueden ver en términos de habitantes.
Según los analistas y expertos citados por los medios chinos, la pandemia provocó el año pasado en Shenzhen grandes bolsones de desempleo y obligó a los trabajadores migrantes a regresar a sus ciudades para reducir los costos de vida. En Dongguan, un centro de producción con más de 10 millones de habitantes conectado con Guangzhou y Shenzhen, el número de residentes también disminuyó 100.000 unidades en 2022. La ciudad, donde están radicadas numerosas fábricas y que en el pasado ha ofrecido muchas oportunidades de trabajo interesantes, hoy resulta menos llamativa y atractiva.
Mientras tanto, en algunas ciudades importantes y capitales provinciales de "segundo nivel" la población sigue creciendo, pero a un ritmo que tiende a aplanarse. La cifra aumenta en centros como Chengdu, Chongqing, Wuhan, Nanjing, Hangzhou y Suzhou, pero a un ritmo mucho menor. Se estima que los altos costos de vida y de vivienda en las "ciudades de primer nivel" -Beijing, Shanghái, Guangzhou y Shenzhen- empujan a los trabajadores migrantes a trasladarse a las de "segundo nivel", que están ubicadas más cerca de los centros y pueblos de origen.
Naciones Unidas certificó que la población de la India superó a la de China en abril. Beijing puso fin a las políticas de planificación familiar y hoy ha dado marcha atrás fomentando los embarazos. No obstante, la tasa de natalidad y el número de matrimonios siguen siendo bajos. Tanto en Beijing como en Shanghái la tasa de natalidad es más baja que la tasa de mortalidad.
Después de que China puso fin a su política de un solo hijo en 2015, hubo un repunte de los nacimientos durante un corto tiempo, pero después el número volvió a disminuir rápidamente. Y en 2022 la población de China registró un signo negativo, disminuyendo en 850.000 unidades por primera vez desde la gran hambruna de principios de la década de 1960.
Debido a la presión relacionada con la disminución de la población, los gobiernos locales hacen todo lo posible para atraer a jóvenes graduados con subsidios para la vivienda e incentivos laborales para empresas y ciudadanos individuales. Muchas ciudades han reducido el umbral para el registro de las familias y simplificado el proceso para que los jóvenes puedan establecerse con mayor facilidad.
Las administraciones también están animando a los jóvenes a comprar propiedades para tratar de revitalizar el sector del mercado inmobiliario igualmente afectado por la situación. Al fin y al cabo, el estallido de una serie de crisis de deuda en el sector inmobiliario y el viejo problema de los edificios sin terminar ha sido fuente de protestas y manifestaciones en todo el país desde el verano pasado.
El sistema de registro de hogares [“hukou” en chino] era el principal obstáculo para la libre circulación de los chinos. En este momento esas restricciones siguen vigentes en Beijing y Shanghái, y las dos ciudades siguen imponiendo algunas medidas estrictas destinadas al control de la población. En cuanto a la capital, el número de habitantes ya comenzó a disminuir en 2017 y las autoridades locales han hecho todo lo posible para trasladar a otras ciudades las industrias que requieren mucha mano de obra. Después de que varias personas murieran en un incendio en un complejo suburbano, la administración decidió desalojar por la fuerza a los trabajadores e inquilinos migrantes y miles de personas quedaron sin casa en pleno invierno.