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RUSIA-ASIA CENTRAL
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El futuro de la Unión Económica Euroasiática

de Vladimir Rozanskij

Moscú presiona para ampliar la zona de libre comercio creada en 2014 con Bielorrusia y Kazajistán y luego ya extendida a Armenia y Kirguistán a todos los países exsoviéticos no hostiles. Pero los países euroasiáticos están obteniendo grandes beneficios económicos de las tensiones geopolíticas. El sector petrolero, en particular, se debate ahora entre las rutas tradicionales y las nuevas perspectivas de colaboración con los occidentales.

Moscú (AsiaNews) - Rusia pretende ampliar su participación en la Unión Económica Euroasiática (UEE) como una "prioridad estratégica" que pretende implicar a todos los antiguos países soviéticos no alineados explícitamente contra Moscú. Además de los dos fundadores junto a Rusia en 2014 (Bielorrusia y Kazajistán) y los asociados Armenia y Kirguistán, los 'observadores' que actualmente son Cuba, Uzbekistán, Tayikistán y Moldavia, este último en realidad en vías de salida a menos que se produzca una nueva 'operación especial' para traerlo de vuelta a la casa madre. Vietnam, Singapur y Serbia también se sentirían atraídos, al igual que Turkmenistán y Mongolia, o incluso Afganistán, que cada vez goza de más simpatía por parte del Kremlin.

En marzo, representantes de la Eaes se reunieron con funcionarios indios y propusieron a Nueva Deli la formación de una zona de libre comercio, que los rusos podrían aprovechar como una de las vías para eludir las sanciones. Los Estados miembros, a pesar de tensiones fluctuantes como las existentes entre Moscú y Ereván, obtienen grandes beneficios económicos del suministro de artículos sancionados a Rusia y Bielorrusia, aunque de palabra intenten mostrar lealtad al régimen internacional de sanciones, como se repite cada semana en las declaraciones en Akorda, el palacio presidencial kazajo.

De hecho, además de las medidas punitivas del exterior, se temen reacciones internas en Kazajistán, cada vez más opuesto al papel de vasallo del Kremlin, del que el gobierno de Astana no consigue desprenderse. Tayikistán no parece dispuesto a dar el paso decisivo de incorporarse a la Unión como miembro de pleno derecho, sobre todo tras las fuertes tensiones surgidas a raíz del atentado contra el ayuntamiento de Krokus, que está poniendo en crisis a toda la comunidad tayika de trabajadores inmigrantes en Rusia.

Por otra parte, las inversiones rusas en estos países son cada vez más complicadas, no sólo por las sanciones, sino también por la escasez de personal cualificado entre los trabajadores movilizados y emigrantes en el extranjero. El sector petrolero, en particular, se encuentra atrapado entre las rutas tradicionales y las nuevas perspectivas de cooperación con Occidente. Los rusos apenas consiguen crear barreras defensivas, como la desinformación difundida recientemente por Moscú sobre las fugas del gasoducto del Caspio, para impedir que la empresa italiana Eni y otros socios accedan a la producción de los pozos kazajos. La Compañía Operativa del Caspio Septentrional, que opera en la zona, ha desmentido los rumores de fugas de petróleo, publicando vídeos que confirman la integridad de los pozos, en los que no se aprecian manchas de petróleo perdido. El ministro de Energía de Astana, Almasadam Satkaliev, también aseguró que no hay fugas en la zona.

Otro problema en las relaciones internas de Eaes es la reciente detención del ex ministro de Economía kazajo, Kuandyk Bišimbaev, acusado de asesinar salvajemente a su esposa Saltanat Nukenova, por quien se están celebrando manifestaciones de solidaridad en todo el mundo. El juicio parece una grave mancha en el intento del presidente, Kasym-Žomart Tokaev, de presentar el "nuevo Kazajistán" como una sociedad libre de corrupción y abusos de poder, siendo el acusado uno de los hombres más representativos de la vieja casta dirigente, justo cuando Astana intenta distanciarse de cualquier sombra del pasado soviético.

Eurasia sigue tan suspendida como siempre entre el pasado, atado con un doble vínculo a Rusia, y el futuro de nuevas relaciones entre Estados abiertos a la democracia interna y a unas relaciones internacionales libres de condicionamientos, mientras se registran nuevas formas de represión de la libertad de expresión y de información. El comercio y la economía dependen ahora más que nunca de las opciones políticas básicas de estos países, y el vínculo con Rusia no contribuye a apoyar giros positivos hacia un futuro más estable y próspero por parte de los gobiernos locales.

 

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