El estruendo de las armas ahoga el diálogo. Súplica por la paz en el día de la Asunción
En el Ángelus, Francisco invitó a rezar "por Ucrania y por todas las regiones desgarradas por la guerra, que son muchas". De la contemplación de la Virgen que asciende al Cielo, se desprende el mensaje de que el servicio al prójimo y la alabanza de Dios son los secretos de una vida que vence a la muerte.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- “El estruendo de las armas ahoga los intentos de diálogo. La ley del más fuerte se impone sobre la fuerza del derecho. Pero no nos desanimemos: sigamos esperando y rezando para que Dios, que guía la historia, nos escuche”, dijo hoy el Papa Francisco. Encomendó a María Asunta al Cielo "la súplica por la paz en Ucrania y en todas las regiones desgarradas por la guerra, que por desgracia son muchas".
Dirigiéndose a los fieles reunidos en la plaza de San Pedro para rezar el Ángelus, el pontífice invitó a contemplar a María "que asciende en cuerpo y alma a la gloria del Cielo", asociándola al relato evangélico que la presenta ascendiendo a una "región montañosa (Lc 1,39), para ayudar a su prima Isabel, y allí proclama el Magníficat. Como Jesús -explicó Francisco-, María muestra que los dos secretos de una vida que vence a la muerte son el servicio al prójimo y la alabanza a Dios.
“Cuando nos abajamos para servir a nuestros hermanos -observó el Papa- es cuando subimos: es el amor lo que eleva la vida. Pero servir no es fácil: la Virgen, que acaba de concebir, recorre casi 150 kilómetros desde Nazaret para llegar hasta la casa de Isabel. Ayudar cuesta esfuerzo. Nosotros también lo experimentamos: pensemos, por ejemplo, en todos los kilómetros que muchas personas recorren todos los días para ir y volver del trabajo y realizar muchas tareas en favor de los demás; pensemos en los sacrificios de tiempo y de sueño para cuidar a un recién nacido o a un anciano; y en el compromiso de servir a los que no tienen nada para devolver a cambio, tanto en la Iglesia como en el voluntariado. Es fatigoso, pero es ir subiendo hacia lo alto, es ir ganando el Cielo".
Sin embargo el servicio - añadió el Papa - "se puede volver estéril si no hay alabanza a Dios". Por eso María nos da el ejemplo, y cuando entra en la casa de su prima, "no habla del cansancio del camino, sino que de su corazón brota un canto de júbilo. Porque el que ama a Dios conoce la alabanza”. Y el Evangelio nos presenta una cascada de alabanzas. "Aumenta la alegría, levanta el ánimo y vence la tentación del desaliento". “Cuánto bien hace alabar a Dios todos los días, y también a los demás. Cuánto bien hace vivir con gratitud y bendiciones en vez de lamentos y quejas; levantar la mirada y mirar hacia arriba en vez de tener una cara larga”. La alabanza “es salud espiritual”.
Por eso invitó a preguntarse: “¿Hago del servicio el trampolín de lanzamiento de mi vida? ¿Rezo como María, bendiciendo al Señor? Y, después de alabarlo, ¿transmito su alegría a las personas que encuentro? Que nuestra Madre, Asunta al Cielo - concluyó el Papa - nos ayude a subir cada día más alto a través del servicio y la alabanza”.
02/05/2017 13:54