El espíritu de Gengis Khan conquista Siberia
Personalidades políticas promueven, en la frontera con Mongolia, el culto de las montañas y del fuego: en ellos se combinan budismo, tengrianismo, islam, la religión zoroastriana e incluso el cristianismo ortodoxo. El nuevo orden mundial, entre Rusia y China.
Moscú (AsiaNews) - Días atrás, Sholban Kara-ool, el gobernador de la república autónoma siberiana de Tuva (en la frontera con Mongolia) presentó ante el parlamento regional (Verkhovnyj Kural) un proyecto de ley según el cual los dirigentes de la república deberán celebrar obligatoriamente la ceremonia de consagración de la montaña Baj-Tajga, un pico sagrado para los budistas y los seguidores de la religión étnica local, situado en la región montañosa de Alashko (v. foto). “Las autoridades de Tuva -declaró- posteriormente tendrán que visitar las cinco principales montañas de Tuva, y deberán participar regularmente en las ceremonias religiosas, en nombre del pueblo”.
Según los expertos, las autoridades locales están procurando orientar la política local a la religión budista y al tengrianismo, una religión pagana arcaica de la época de Gengis Khan y del caudillo de los hunos, Atila. Lena Fedorova, directora de la fundación “Perspectivas de la tierra”, de Jacuzia, observa que “la devoción personal del jefe de gobierno de Tula no tendrá consecuencias sobre la opinión pública, ya que el tengrismo es fácilmente compatible con el budismo, el islam, el cristianismo y las demás religiones; es el espíritu del Gengis Khan, para quien todas las religiones estaban bajo su protección”.
Ajsen Nikolaev, al mando del gobierno de la república septentrional siberiana de Jacuzia, es a su vez seguidor del tengrianismo, sin que por ello renuncie a presentarse como un fiel ortodoxo. Sobre esto, comenta Fedorova: “La élite nacional de los habitantes de Jacuzia está compuesta por personas que tienen una verdadera devoción por la historia y la cultura del su pueblo; a nivel oficial, la república se llama Sakha, un término ligado a la religión de los antepasados, a los que se consagran lugares y objetos de gran relevancia, sin que por ello se quite espacio a las estructuras del Patriarcado de Moscú, tal como sucede en otras regiones cercanas, como Mirnyj y Aldán”. Por otro lado, la población local, sobre todo en los últimos años, parece preferir los edificios de culto pagano a las iglesias ortodoxas, cuya edificación ha dado lugar a protestas, en sintonía con varias partes de Rusia, a causa de la política “agresiva” del Patriarcado de Moscú en la construcción de las iglesias.
El tengrianismo no se identifica con el chamanismo, que se da en varias regiones siberianas, siempre con el respaldo de las autoridades locales, si bien es cierto que en algunos casos, las dos tendencias confluyen: el 26 de mayo pasado, en Buriatia, se inauguró el templo “Tengeeri Ordoon”, por iniciativa de la asociación local de los chamanes. En estas regiones situadas sobre la frontera con Mongolia, es frecuente que haya una contaminación de las religiones, un hecho que se remonta a los tiempos y a la ideología de Gengis Khan.
El culto de las montañas, que en Tuva han sido consagradas “por decreto”, es antiguo, y data de hace aproximadamente 10.000 años, al igual que el culto del fuego. Estos antiguos fenómenos del paganismo asiático luego habrían ejercido una influencia en el desarrollo del budismo. En Buriatia, el budismo luego habría sido penetrado por el Tíbet, en tanto en Tuva se habría difundido una versión del budismo vinculada a la ascendencia persa de la Bactriana, del Valle de Fergana y del Kush Hindú. Este tipo de budismo persa habría adoptado a su vez la religión zoroastriana, y muy especialmente el culto de la luz y de las montañas. En la parte occidental de Tuva se levanta la montaña de Sut-Khol, donde se encuentra el lago sagrado de Khol, especialmente importante para los cultos tengrianos y budistas.
Según las versiones locales de este “renacimiento del paganismo” siberiano, el Gengis Khan nació en suelo ruso, en las inmediaciones del Lago Bajkal, y representa un ejemplo de integración euroasiática que hoy cobra nuevamente actualidad, en vista de un nuevo orden mundial que gravita en torno a Rusia y China (y a todo Asia) en lo que respecta a la cultura, la economía y el poder mundial, en nombre del Hijo del Cielo Eterno, sacerdote y caudillo universal.
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