El drama de los migrantes sirios, entre el sueño de Europa y la hostilidad de los ‘hermanos’ turcos
La pandemia del nuevo coronavirus ha agravado las condiciones de cientos de miles de refugiados en Turquía. Hasta 1,7 millones dependen de las ayudas, que hoy son de casi 17 euros por mes. Muchos trabajan en el mercado negro y viven en campamentos informales y en condiciones precarias.
Esmirna (AsiaNews) - “Una situación de emergencia, que va a afectar una vez más a los más débiles, los migrantes y refugiados”, porque en el contexto en el cual el trabajo y las ganancias se evaporan “su precariedad está destinada a aumentar”. Es lo que narra a Le Monde, Hakan Bilgin, presidente de Médecins du Monde (MDM) en Turquía, y agrega que no hay más programas de asistencia para que puedan “alimentarse, ocuparse de sí mismos, pagar el agua, la electricidad...esta es una crisis dentro de la crisis”.
En una nación de 82 millones de habitantes, que acogió hasta 3,6 millones de refugiados sirios, las consecuencias de la pandemia del nuevo coronavirus se suman a una situación económica y financiera que se complicó particularmente en el último año. Y que de hecho transformó la mirada sobre los vecinos: de “hermanos musulmanes” a los que acoger, se tornaron en huéspedes no deseados que quitan recursos a la población local y aumentan la pobreza social.
Esmirna es la tercera ciudad más importante de Turquía, que mira al Mar Egeo. Baluarte laico contra el poder despótico cubierto por el manto de la religión musulmana del presidente Recep Tayyip Erdogan y de su partido, el AKP, la ciudad aloja, según las estimaciones oficiales, cerca de 150 mil refugiados sirios. En realidad el número es mucho mayor y con el tiempo, la integración del territorio se hizo cada vez más frágil y precaria.
En un primer momento ellos gozaron de protección, pero después- como ocurre, sobre todo, en el resto del país- ésta se fue transformando en creciente hostilidad en el seno de la población turca.
Fuentes locales confirman que, desde la llegada de los refugiados sirios, aumentaron los alquileres, el sistema educativo y sanitario (sobre todo los hospitales) se fue desbordando y se multiplicaron las noticias falsas sobre los costos de su mantenimiento para los ciudadanos turcos. Según Danièle Bélanger y Cenk Saraçoglu, autores de un estudio sobre el sentimiento anti-sirio en el país otomano, “lo que sucede en Turquía no es muy distinto de lo que pasa en Europa, donde partidos de extrema derecha culpan a los migrantes por los problemas sociales”.
En Turquía hasta 1,7 millones de refugiados sirios - los más vulnerables- dependen de las ayudas humanitarias, que en el último período llegan a una suma de 17 euros por mes. Entre el 2016 y el 2019 se otorgaron 133 mil permisos de trabajo, pero muchos de estos ocupados culminaron engrosando el mercado negro. Según estimaciones de MDM, entre 8 y 20 mil refugiados viven en campamentos informales en los alrededores del distrito de Torbali, en la provincia de Esmirna, en condiciones precarias. En uno de ellos, 180 personas -que incluyen 40 niños menores de 5 años- viven en medio del barro y la basura.
Hulud Hattab es uno de los cientos de miles de refugiados, que cada día deben afrontar dificultades y desafíos. Casada a los 13 años, madre de 3 niños, en Esmirna tuvo que inventarse un trabajo, porque los ingresos del marido no bastaban para alimentar a la familia. La mujer aprendió el turco en las cocinas de los restaurantes donde ha trabajado como lavaplatos y en la industria textil. Hoy su sueño es “ir a Europa”; ya lo intentó en el 2016, pero el costo fue altísimo: el bote donde viajaba se dio vuelta, y 3 hijos y un pariente murieron. “También yo espero poder ir a Europa”, agrega Fadi Haydar, de 43 años, inmigrante sirio, pero “de forma legal”. En el 2015 su familia perdió casi 6 mil dólares, que habían entregado a un traficante turco que, en el momento de llevarlos hacia la frontera, los abandonó en un hotel de la ciudad y desapareció con el dinero.
04/01/2018 12:40