El drama de Libia y migrantes contada a través de los ojos de la pequeña Khalid
Roma (AsiaNews) - Es septiembre de 2011, los rebeldes capturaron y mataron a Muammar Gaddafi. Para los medios de comunicación el autor del homicidio es un joven miliciano que presuntamente disparó el golpe fatal al dictador con su propia pistola de oro. Libia parece libre del dictador, pero no de las divisiones, el asesinato, el hambre y la inseguridad que obligó a miles de personas a huir del país. Es a partir de ese día que comienza: "Mi nombre es Khalid " (Marietti 1820, pag. 89 euro 12) de Mónica Mondo, periodista.
Khalid es un niño musulmán en Trípoli, de 13 años, conoce el idioma y los aficionados de la Juventus. Al igual que muchas otras familias también la suya fue despedazado por el odio y la sospecha: su padre se puso del lado de Gaddafi, su hermano mayor después de ser rechazado por el ejército se puso del lado de los rebeldes, de acuerdo con los familiares la madre también era anti- Gaddafi. Pocos días después de la muerte del Rais, Khalid decide abandonar el país y se embarca en un barco en el puerto de Trípoli para vivir en Italia. Por sí solo tiene una daga, un regalo especial de su abuelo, una fotografía de él mostrándolo con su hermano y un recorte de periódico. Esta afección es la más misteriosa y peligrosa: la imagen ha dado la vuelta al mundo y retrata el tipo que disparó a Gadafi llevado en triunfo. Ese joven es su hermano Mohammed. El viaje tiene una duración de tres semanas. "Llegué hace unas horas con la nave - dice Khalid - este viaje no lo soportaba más". El joven llega a Roma donde es un inmigrante ilegal y constreñido a madurar antes de tiempo. En la capital italiana tiene que lidiar con la cruda realidad de los inmigrantes, incluidos los riesgos cotidianos y el racismo reptilineo.
Narrada en primera persona, la novela describe la vida cotidiana del pequeño libio marcada por el hambre y el miedo, sino también por su amistad con Paul, un joven sudanés que le ayuda a sobrevivir en el peligroso mundo de los inmigrantes ilegales. Además de la relación con Paul, Khalid también descubre la calidez de los voluntarios, pero sobre todo la caridad de las monjas que cuidan de él después de un ataque por parte de algunos extremistas de derecha en un parque, "¿Quién sois? Hermanas, creo, incluso si no tienen el vestido azul, las monjas que enseñan en la escuela de la Iglesia de San Francisco [en Trípoli, ndr] están todas vestidas de marrón... ¿Quién sois? ¿Por qué yo sigo aquí?... Estaba desnudo, estaba siendo bañado por una de ustedes con una esponja húmeda, otra acariciaba mi cabeza, por encima de las vendas. Qué vergüenza. Desnudo, delante de dos mujeres. Sin embargo, no tenéis ninguna vergüenza. Es agradable ser acariciado, lavado y vestido. No recordaban que alguien lo hubiese hecho, nunca... Estas mujeres sonríen, se preocupan, tratan bien también a Pablo".
17/12/2016 13:14