El coche bomba de Narathiwat eleva la tensión con la minoría islámica
El atentado dejó un muerto y cerca de treinta heridos, un nuevo episodio en este conflicto de baja intensidad que en los últimos 20 años ha dejado un saldo de nada menos que 7.300 víctimas. Las conversaciones de paz entre el gobierno y los grupos locales, que se reanudaron en 2013, no han producido resultados concretos. El 4,5% de la población tailandesa son musulmanes y se concentran en el sur del país, pero también en Bangkok y las grandes ciudades.
Bangkok (AsiaNews) - La devastadora explosión de un coche bomba que semidestruyó una comisaría en la ciudad de Narathiwat, en el sur de Tailandia, el 22 de noviembre -causando la muerte de un policía y cerca de 30 heridos- demuestra una vez más que la tensión en las zonas con una fuerte presencia islámica sobre la frontera con Malasia no ha desaparecido. La crisis tiene raíces lejanas pero ha recrudecido en los últimos veinte años por intereses contrapuestos que la mantienen activa, en detrimento de la población local e inmigrante. El atentado de los últimos días ha sido el segundo episodio grave de 2022, tras una serie de explosiones coordinadas en 17 lugares diferentes en el mes de agosto, que habían dejado siete personas heridas.
Desde que fue anexado en 1909 por el entonces Reino de Siam, pero más aún desde que se intensificó la actividad de los movimientos independentistas a partir de la década de 1960, el sur de Tailandia se encuentra afectado por un conflicto de baja intensidad. En 2004 volvió a reanudarse en forma sangrienta tras la imprudente represión de las fuerzas armadas, en dos circunstancias en las que perdieron la vida decenas de jóvenes musulmanes. Desde entonces, ha causado ya 7.300 muertes. Aunque las demandas de independencia o mayor autonomía y el espíritu identitario juegan un papel obviamente importante, el enfrentamiento se agudiza por la manera de proceder de las autoridades civiles y militares de Bangkok, que siguen manteniendo una actitud semicolonial con respecto a las provincias de Narathiwat, Pattani, Songkhla y Yala que se encuentran en la frontera con Malasia o cerca de ella.
El 4,5% de los tailandeses son musulmanes y se concentran en el Sur, pero con una importante presencia en Bangkok y otras ciudades del centro norte-. Practican un islam normalmente tolerante, no excesivamente riguroso a nivel doctrinal y práctico, que permite una convivencia pacífica con otros credos. Sin embargo, el estado de emergencia que se ha aplicado en reiteradas oportunidades ha dificultado las relaciones entre la comunidad musulmana y la budista, mayoritaria en el país, que en muchos casos ha emigrado al sur con un empleo en los servicios públicos, el ejército o la policía. Las conversaciones de paz entre el gobierno y los grupos locales, que se reanudaron en 2013, hasta el momento no han arrojado resultados concretos. Una de las dificultades - se lamenta Bangkok - es la falta de un interlocutor claro y autorizado en la contraparte.
En esta situación de tensión, escasamente controlada salvo en algunas zonas y que dificulta la posibilidad de un progreso económico de la región, las regiones fronterizas, así como las costas, siguen abiertas al contrabando, la inmigración fuera de los canales oficiales y la trata de seres humanos. Todas estas actividades favorecen el contagio del Islam radical y yihadista que aquí, como en otras partes del sudeste asiático, puede encontrar refugio, espacios para operar y (aunque en forma minoritaria) atención para su propaganda.