El burkini, un nudo para estrangular a Oriente y Occidente

de Kamel Abderrahmani

La decisión de siete intendentes de Francia de prohibir la vestimenta integral, que deja solamente el rostro al descubierto, es reivindicada como una defensa de la seguridad, de la laicidad del Estado y de la dignidad de la mujer. En realidad, los problemas de seguridad, tanto en Francia como en otras partes, están en las mezquitas, en los imanes radicales, en los sitios de internet islamistas. También es cierto que es tiempo de que los musulmanes de Europa revisen su fe, adaptándola a los tiempos y a las culturas, sin dejarse bloquear por la esquizofrenia de la conservación de una cultura de hace 1000 años. La opinión de un joven musulmán.

París (AsiaNews) – Al menos siete intendentes de localidades francesas –entre ellas, Cannes- han prohibido el uso del burkini en las playas, para evitar problemas de orden público en la población, luego de la serie de atentados que han consternado al país y que han sido reivindicados casi en su totalidad por “soldados del Estado islámico”.

El burkini, que fue inventado por una mujer australiana de origen libanés, es una especie overol de una pieza entera, que deja solamente descubiertos las manos, los pies y el rostro, y que debiera permitir a las musulmanas poder ir a la playa o a una piscina sin exponer demasiado su propio cuerpo.

La inventora de esta pieza del vestuario, la Sra. Aheda Zanetti, en muchas entrevistas afirma que su intención fue “permitir a las mujeres musulmanas practicar deporte…sin contravenir la moral”. Pero para muchos franceses la misma es una exhibición confesional desfachatada, y por ese motivo, en la Francia laicista ésta no debiera ser permitida.

El premier Manuel Valls incluso ha llegado a decir que el burkini “es la traducción de un proyecto político, de una contra-sociedad, fundada, como resulta obvio, en el sometimiento de la mujer”, agregando que con el mismo “se tiene la idea de que, por su misma naturaleza, las mujeres serían impúdicas, impuras, y que ellas debieran estar siempre cubiertas”.

En AsiaNews nos parece que el problema de la seguridad no está en los burkinis, que, a diferencia del burka, dejan ver los rostros de las personas que los llevan. Los problemas de seguridad en Francia son mucho más graves, si tenemos en mente que todos los autores de las masacres de Niza, París, Ruan y otros lugares habían sido identificados como personas peligrosas, y aún así, pudieron planificar y perpetrar sus planes sanguinarios.

Es verdad que querer cubrir el cuerpo de la mujer a toda costa es una ofensa, ante todo y antes que a la “cultura francesa”, a la dignidad de la mujer. Pero esto deberían decirlo las mujeres musulmanas, y no debiera ser impuesto como una obligación para defender la laicidad, que de ese modo corre el riesgo de tornarse cada vez más invasiva y opresiva, tal como es la cultura radical que dice combatir. Lo que sigue siendo un hecho, es que desde hace días en los medios y en las redes sociales no se hace otra cosa que discutir acerca del sí o del no al burkini.

Estamos felices de que, entre todos los comentarios que hemos podido encontrar, haya uno de un musulmán que piensa igual que nosotros. Esto es lo que nos ha dicho un joven argelino que vive en París. (BC)

Toda la problemática del burkini es una estupidez, y los musulmanes se la toman demasiado a pecho. Si yo tuviese el poder político, en lugar de ir a controlar las playas, iría a controlar las mezquitas, a los imanes y en Internet, sobre todo, los sitios islamistas. Francia, en cambio, parece apegarse a los problemas falsos. Que una mujer nade en bikini o de otra manera, sigue siendo una decisión suya. Como máximo, y por una cuestión de seguridad, lo más importante es que no esconda su rostro.

Yo soy argelino y he vivido 26 años en Argelia, en una ciudad de la costa. En verano he trabajado como bañista durante ocho años y he visto mujeres en bikini, con el velo, en monokini, en burkini y esto jamás generó ningún tipo de problema. Y eso, no obstante Argelia no es precisamente el país más libre del mundo.

Por otro lado, me parece que los musulmanes también deben repensar su presencia en la sociedad occidental. Siempre he dicho que el Corán no es un catálogo de los modelos que uno ha de llevar puestos; en un libro religioso no es esto lo más importante.

Hoy en día, todo musulmán debe elegir, meditar e interpretar el Corán de acuerdo a su cultura, a sus valores y a su identidad. Esto garantizará la adaptación del texto a las diferentes culturas. Yo quisiera decir a los mahometanos occidentales que dejen de importar el islam de los beduinos y que dejen de tomar textos apócrifos como referencias religiosas. Estos son textos que los bloquean en una época, una cultura, una tradición muy particular que se remonta a más de 10 siglos atrás.

Para los musulmanes que aún sigue ligados a valores beduinos, el burkini es el último intento de realizar una síntesis entre la conservación y a modernidad. Esto revela un dato importante: el cerebro de los musulmanes corre el riesgo de hundirse en las aguas pantanosas de la modernidad; el mismo está preso de una lucha donde se baten conservación y modernidad, y eso provoca una patología que se llama esquizofrenia.