El abrazo final con Cristo y la abundancia del “chismorreo”
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – A la espera del encuentro final con Jesucristo, debemos confortarnos en nuestra situación, en lugar de llenar las jornadas de “chismorreos… para pasar el tiempo y un poco, para no aburrirse”. Es uno de los puntos iluminados por el Papa Francisco en su homilía, durante la misa en la Casa Santa Marta. Las celebraciones públicas de esta misa han sido retomadas hoy, luego de la pausa estival.
Refiriéndose a la primera lectura (1 Tesalonicenses 5, 1-6.9-11), el pontífice – como observa la Radio Vaticana - hizo una broma sobre aquella comunidad “inquieta” a la espera de la Venida de Cristo, que se preguntaba por el “cómo” y el “cuándo”, por la suerte que le tocaría a los muertos, y su tensión hacia la venida del Señor era tal, que les hacía olvidar sus deberes cotidianos, a tal punto que había sido necesario decirles : “El que no trabaja, que no coma”.
San Pablo les dice que “el día del Señor” llegará de repente “como un ladrón”, y que Jesús vendrá a traer la salvación a todos aquellos que creen en Él. Y concluye: “Daos ánimo, entonces, y estimulaos mutuamente, y ayudaos los unos a los otros”.
“Este – explica Francisco - es el consejo: ‘Daos ánimo’. Confortaos en las circunstancias. Hablar acerca de esto: pero yo os pregunto: ¿nosotros hablamos de esto, de que el Señor vendrá, y de que nosotros nos encontraremos con Él? ¿O hablamos de tantas otras cosas, hasta de teología, de cosas sobre la Iglesia, de sacerdotes, de hermanas, de monseñores, de todo esto? Y nuestro consuelo ¿es esta esperanza? ‘Daos ánimo en las circunstancias’: daos ánimo en comunidad. En nuestras comunidades, en nuestras parroquias, ¿se habla de esto, de que estamos a la espera del Señor que viene? O se chismorrea sobre esto, sobre aquello, sobre aquél, sobre aquella, para pasar un poco el tiempo y para no aburrirse demasiado?”.
El pontífice comentó luego una frase del salmo responsorial: “Contemplaré la bondad del Señor en la tierra de los vivientes”. “Pero tú – pregunta él– ¿tienes la certeza de contemplar al Señor?”. El ejemplo a imitar es Job, quien, a pesar de sus desventuras, afirmaba decidido: “Yo sé que Dios está vivo y que lo veré, y que lo veré con estos ojos”.
Casi como para eliminar todo “miedo apocalíptico”, el pontífice agrega: “Es verdad, Él vendra a juzgar y cuando vamos a la Capilla Sixtina y vemos aquella escena tan bella del Juicio Final, es verdad. Pero pensamos también que Él vendrá a mi encuentro para que yo lo vea con estos ojos míos, para que lo abrace y esté siempre junto a Él. Esta es la esperanza que el apóstol Pedro nos dice que debemos explicar con nuestra vida a los otros, testimoniando la esperanza. Éste es el verdadero consuelo, ésta es la verdadera certeza: ‘Estoy seguro de que contemplaré la bondad del Señor’”.
El consejo dado por Pablo a los tesalonicenses es válido también para la Iglesia de hoy: “Daos ánimo, entonces, y estimulaos mutuamente, y ayudaos los unos a los otros. Y así avanzaremos.”
“Pidamos al Señor – concluyó - esta gracia: que aquella semilla de esperanza que plantó en nuestro corazón se desarrolle, y que crezca hasta el encuentro definitivo con Él . ‘Estoy seguro de que veré al Señor’. ‘Estoy seguro de que el Señor vive’. ‘Estoy seguro de que el Señor vendrá a mi encuentro’: éste es el horizonte de nuestra vida. Pidamos al Señor esta gracia y confortémonos los unos a los otros con las buenas obras y las buenas palabras, por este camino”.
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