El abrazo de dos víctimas, israelí y palestina, delante del Papa Francisco

En la Arena de la Paz, en Verona, el pontífice dijo a los tejedores de diálogo en Tierra Santa: "Pidan a los líderes mundiales que escuchen su voz, que los involucren en los procesos de negociación, para que los acuerdos nazcan de la realidad y no de ideologías". "El pecado de los regímenes políticos que han acabado en dictaduras es no admitir el pluralismo. Sólo una sociedad donde los conflictos se afrontan y se mantiene el diálogo tiene futuro".

Verona (AsiaNews)- El israelí Maoz Inon, cuyos padres fueron asesinados por Hamas el 7 de octubre. Y el palestino Aziz Abu Sarah, que llora a un hermano que murió en los ataques del ejército israelí en la guerra de Gaza, se abrazaron frente al Papa Francisco, para expresar su deseo de paz pero también para indicar el único camino para alcanzarla. Fue esta mañana en la Arena de Verona repleta con 12.000 personas convocadas para la "Arena de la Paz", el encuentro promovido por los movimientos pacifistas y de iniciativa social italianos en el que el Papa Francisco quiso estar presente.

“Granos de polvo invisibles para bloquear la máquina infernal y construir la justicia y la paz”, los llamó el padre Luigi Ciotti, presidente de la Associazione Libera Contro le Mafie, cuando presentó esta multitud al pontífice. Y precisamente el poderoso gesto de Maoz y Aziz - junto con los llamamientos en vídeo que enviaron algunas mujeres del movimiento israelí Women Wage Peace y de Palestina Women of the Sun - marcaron el tono de esta nueva mañana que el pontífice pasó con esos "movimientos populares” que en varias oportunidades ha señalado como una profecía de un mundo más justo a partir de los más pequeños y de la vida concreta de las personas. Junto a él estaba sentado el misionero comboniano P. Alex Zanotelli, que durante muchos años ha sido la voz de los últimos en las afueras de Kenia y el rostro histórico del pacifismo italiano. Y en el palco - junto con numerosas entidades italianas implicadas en las cuestiones de la participación, el cuidado del medio ambiente, el trabajo, el desarme, la participación democrática - también aportó su experiencia la afgana Mahbouba Seraj, que denunció "la ilusión y el fracaso de una paz que se quiere imponer desde arriba" y Vanessa Nakate, una joven activista por el clima de Uganda.

En un diálogo intenso durante el cual a menudo abandonó el texto preparado para añadir sus propios pensamientos en forma espontánea, Francisco denunció una vez más plagas como el trabajo infantil, el comercio de armas, la indiferencia ("el Premio Nobel que podríamos dar a tantos de nosotros es el de Poncio Pilato"). "La paz no se puede inventar de la noche a la mañana, hay que cultivarla", añadió, señalando el camino de un diálogo "que no anestesia ni elimina los conflictos". “No tener miedo a los conflictos es la riqueza de la sociedad - añadió -. El diálogo siempre nos ayuda, pero no para hacer que todo sea igual. El pecado de los regímenes políticos que han acabado en dictaduras es no admitir el pluralismo. Una sociedad sin conflicto es una sociedad muerta, sólo una sociedad donde los conflictos se afrontan y se mantiene el diálogo es una sociedad que tiene futuro."

“Ambos somos empresarios - dijeron por su parte al Papa el israelí Maoz Inon y el palestino Aziz Abu Sarah - y creemos que la paz es la empresa más grande que debemos llevar a cabo. No puede haber paz sin una economía de paz, una economía que no mata. Una economía que no produzca guerra, sino que se base en la justicia. Pero ¿cómo pueden los jóvenes ser empresarios de paz cuando los lugares de formación están influidos por los paradigmas tecnocráticos y la cultura de la ganancia a cualquier precio?”.

El Papa Francisco no respondió directamente a esta pregunta, pero invitó a mirar "la experiencia de estos dos hermanos, que es el sufrimiento de los dos pueblos". Ellos - añadió - tuvieron el coraje de abrazarse. El suyo no es sólo coraje y testimonio de paz; abrazarse también es un proyecto de futuro. Ambos han perdido a miembros de su familia, su familia ha quedado destrozada por esta guerra. ¿De qué sirve? Hagamos silencio y, mirando este abrazo, cada uno rece y decida en su interior hacer algo para poner fin a las guerras".

El Papa recordó también el sufrimiento de los niños ucranianos, "que han perdido la sonrisa". Y el de los ancianos, "que han trabajado toda su vida para sacar adelante a sus países y ahora presencian una derrota histórica, una derrota de todos nosotros". Recemos por la paz y digamos a estos hermanos que lleven nuestro deseo de paz a sus pueblos".

También reiteró su convicción de que "el futuro de la humanidad no está sólo en manos de los grandes líderes, las grandes potencias y las élites", sino "en las manos de los pueblos, en su capacidad de organizarse" dando voz al cambio. “Y ustedes, tejedores y tejedoras de diálogo en Tierra Santa - prosiguió el Papa - pidan a los líderes mundiales que escuchen su voz, que los involucren en los procesos de negociación, para que los acuerdos nazcan de la realidad y no de las ideologías. Las ideologías no tienen pies para caminar, no tienen manos para curar las heridas, no tienen ojos para ver el sufrimiento de los demás. La paz se hace con los pies, las manos y los ojos de los pueblos involucrados."

“Cada uno cosechará lo que ha sembrado – añadió -. Nuestras civilizaciones están sembrando muerte, destrucción, miedo. Sembremos en cambio la esperanza. Eso es lo que ustedes también están haciendo en esta Arena de la Paz. No abandonen. No se desanimen. No se conviertan en espectadores de lo que llaman guerra "inevitable". Como decía el obispo Tonino Bello - concluyó - 'Pónganse de pie, constructores de paz'”.