El Sínodo aprueba la relación final: cercanía a todas las familias, misericordia, discernimiento
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – El Sínodo aprobó la relación final, que ahora es dada al Papa, quien decidirá si hará suyas las conclusiones, eventualmente por medio de un documento.
Los 94 “números” han obtenido, en su totalidad, la mayoría requerida de dos tercios de los votantes, pero algunos han sido más contrastantes, como es el caso del punto de la readmisión de los divorciados que se han vuelto a casar a los sacramentos –pero encomendada al “discernimiento” de los pastores – que fue aprobado, evitando ser descartado por apenas un voto, consiguiendo 178 votos sobre 265 presentes en total, cuando el quórum requerido era de 177. Los votos contrarios fueron 80 (y 7 las abstenciones).
“Podemos afirmar – se lee en la Introducción – que hemos tenido constantemente presentes a las familias del mundo, con sus alegrías y esperanzas, con sus tristezas y sus angustias”. Al mismo tiempo, la Iglesia sabe que debe seguir el ejemplo de Jesús, que ha “el verdadero significado de la misericordia, la cual implica el restablecimiento de la Alianza” (n. 41).
Y si la Iglesia “tiene la alegría y el deber” de anunciar que “el sacramento del matrimonio, como unión fiel e indisoluble entre un hombre y una mujer, llamados a acogerse mutuamente y a acoger la vida, es una gran gracia para la familia humana”, ella “se siente hoy, en modo incluso más urgente, en la responsabilidad de hacer redescubrir a los bautizados cómo la gracia de Dios obra en sus vidas –incluso en las situaciones más difíciles- para conducirlos a la plenitud del sacramento” (n. 73).
A partir de estas premisas, la relación cita un pasaje de la encíclica «Familiaris consortio» de Juan Pablo II: “Los pastores, por amor a la verdad, están obligados a discernir bien las situaciones. En efecto, hay diferencia entre los que sinceramente se han esforzado por salvar el primer matrimonio y han sido abandonados del todo injustamente, y los que por culpa grave han destruido un matrimonio canónicamente válido. Finalmente están los que han contraído una segunda unión en vista a la educación de los hijos, y a veces están subjetivamente seguros en conciencia de que el precedente matrimonio, irreparablemente destruido, no había sido nunca válido.” (n.85).
Si trata de “estar cerca de la familia como compañía de camino, lo cual significa, para la Iglesia, asumir una actitud que sepa diferenciar sabiamente: a veces, es necesario permanecer a su lado y escuchar en silencio; otras veces, se debe proceder a indicar el camino a recorrer; otras veces, sin embargo, es oportuno seguir, sostener y alentar” (n. 77). De aquí “la urgencia” de “un ministerio dedicado a quienes a causa de su la relación matrimonial” (n. 78). “Los bautizados que se han divorciado y se han vuelto a casar civilmente, deben ser más integrados en las comunidades cristianas de diversas maneras posibles, evitando toda ocasión de escándalo. La lógica de la integración es la clave de su acompañamiento pastoral, para que no sólo sepan que pertenecen al Cuerpo de Cristo que es la Iglesia, sino que puedan tener una alegre y fecunda experiencia. Son bautizados, son hermanos y hermanas, el Espíritu Santo vuelca sobre ellos dones y carismas para el bien de todos. Su participación puede expresarse en diversos servicios eclesiales: es preciso, por ende, discernir cuáles de las diversas formas de exclusión actualmente practicadas en el ámbito litúrgico, pastoral, educativo e institucional puedan ser superadas. Ello no sólo no deben sentirse excomulgados, sino que puede vivir y madurar como miembros vivos de la Iglesia, sintiéndola como una madre que los acoge siempre, que cuida de ellos con afecto, y que los alienta en el camino de la vida y del Evangelio”.
“Es, por lo tanto, tarea de los presbíteros acompañar a las personas interesadas en el camino del discernimiento, según la enseñanza de la Iglesia y las orientaciones del obispo. En este proceso será útil un examen de conciencia, como vía de reflexión y de arrepentimiento. Los divorciados que se han vuelto a casar debieran preguntarse cómo se han comportado hacia sus hijos cuando la unión conyugal entró en crisis; si existieron intentos de reconciliación; cómo es la situación del compañero abandonado; qué consecuencias tiene la nueva relación para el resto de la familia y la comunidad de los fieles; qué ejemplo brinda ésta a los jóvenes que se deben preparar para el matrimonio” (n. 85).
“El camino de acompañamiento y discernimiento orienta a estos fieles a la toma de conciencia de su situación frente a Dios. El diálogo con el sacerdote, en su fuero interno, concurre a la formación de un juicio correcto sobre aquello que implica un obstáculo para su plena participación en la vida de la Iglesia y sobre los pasos que pueden favorecerla y hacer que ella crezca” (n. 86).
Breve es, pues, como había anticipado esta mañana el Card. Schoenborn, el pasaje dedicado a los homosexuales. “La Iglesia confirma su actitud al Señor Jesús de que un amor sin límites es ofrecido a cada persona, sin excepciones (MV, 12). En relación a las familias que viven la experiencia de tener en su seno a una persona con tendencias homosexuales, la Iglesia reitera que cada persona, independientemente de su tendencia sexual, es respetada en su dignidad y es acogida con respeto, teniendo el cuidado de evitar «toda marca de injusta discriminación» (Congregación para la Doctrina de la Fe, Consideraciones acerca de los proyectos para el reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales, 4). Se reserva también una atención específica al acompañamiento de las familias en las cuales viven personas con tendencia homosexual. Con respecto a los proyectos de equiparación del matrimonio con las uniones entre personas homosexuales, ‘no existe fundamento alguno para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia’ (Ibidem). El Sínodo considera, en cualquier caso, totalmente inaceptable que las Iglesias locales sufran presiones en esta materia, y que los organismos internacionales condicionen la ayuda financiera a los países pobres a la introducción de leyes que instituyan el ‘matrimonio’ entre personas del mismo sexo”.
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