El Sínodo al Pueblo de Dios: avancemos en la escucha
Cuando la asamblea en curso en Roma llega a su fin el domingo, se ha distribuido una carta a los fieles de las Iglesias de todo el mundo sobre la continuación del camino del sínodo en el próximo año, antes de la sesión conclusiva de octubre de 2024. En el documento de síntesis (que se votará el sábado) habrá puntos de acuerdo alcanzados, pero también cuestiones abiertas. "Para avanzar en su discernimiento, la Iglesia necesita absolutamente escuchar a todos".
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - Un tiempo que "hemos vivido en profunda comunión con todos ustedes, sostenidos por sus oraciones, llevando con nosotros sus expectativas, sus preguntas y también sus temores". Pero que ahora pide nuevos pasos adelante en el estilo de escucha que ha iniciado el proceso sinodal. Esto es lo que escribieron los 365 miembros de la asamblea sinodal que concluye su sesión en Roma en una "Carta al Pueblo de Dios" hecha pública ayer por la tarde. Un texto que todavía no es el informe de síntesis de los trabajos, que se votará el sábado por la tarde y que guiará el próximo año del camino sinodal, antes de la sesión final prevista para octubre de 2024. Pero es un camino que debe continuar con todo el pueblo de Dios; de ahí el sentido del mensaje que la asamblea decidió enviar a todos los fieles.
"Por primera vez, por invitación del Papa Francisco, hombres y mujeres han sido invitados, en virtud de su bautismo, a sentarse a la misma mesa", recuerda el texto, "a participar no solo en los debates, sino también en las votaciones de esta asamblea del Sínodo de los Obispos. Juntos, en la complementariedad de nuestras vocaciones, nuestros carismas y nuestros ministerios, hemos escuchado intensamente la Palabra de Dios y la experiencia de los demás".
Un mes de trabajo que se desarrolló "en el contexto de un mundo en crisis, cuyas heridas y escandalosas desigualdades resonaban dolorosamente en nuestros corazones y daban a nuestro trabajo una gravedad particular, tanto más cuanto que algunos de nosotros veníamos de países donde la guerra hace estragos. Rezamos por las víctimas de la violencia asesina", explicaron los miembros del Sínodo, "sin olvidar a todos aquellos a quienes la miseria y la corrupción han arrojado a los peligrosos caminos de la emigración. Hemos expresado nuestra solidaridad y nuestro compromiso con las mujeres y los hombres que trabajan como artesanos de justicia y de paz en todo el mundo".
Sobre la nueva fase del Sínodo que comenzará tras la misa de clausura del domingo, la carta expresa la esperanza de que "los meses que nos separan de la segunda sesión, en octubre de 2024, permitan a todos participar concretamente en el dinamismo de comunión misionera que indica la palabra 'sínodo'. No se trata de una ideología, sino de una experiencia enraizada en la Tradición Apostólica". Los miembros del Sínodo afirman que el informe de síntesis de la primera sesión "aclarará los puntos de acuerdo alcanzados, destacará las cuestiones abiertas e indicará cómo continuar los trabajos". Inmediatamente añaden que "para avanzar en su discernimiento, la Iglesia tiene absoluta necesidad de escuchar a todos, empezando por los más pobres".
"Se trata de escuchar a aquellos que no tienen derecho a hablar en la sociedad -continúa el texto- o que se sienten excluidos, incluso de la Iglesia. Escuchar a las personas que son víctimas del racismo en todas sus formas, especialmente, en algunas regiones, a los pueblos indígenas cuyas culturas han sido escarnecidas. Sobre todo, la Iglesia de nuestro tiempo tiene el deber de escuchar, con espíritu de conversión, a quienes han sido víctimas de abusos cometidos por miembros del cuerpo eclesial, y de comprometerse concreta y estructuralmente para que esto no vuelva a suceder".
También se mencionan expresamente en esta dinámica de escucha "los catequistas, que en muchas situaciones son los primeros en anunciar el Evangelio; la sencillez y la vivacidad de los niños, el entusiasmo de los jóvenes, sus preguntas y sus llamadas; los sueños de los ancianos, su sabiduría y su memoria. La Iglesia necesita escuchar a las familias, sus preocupaciones educativas, el testimonio cristiano que ofrecen en el mundo de hoy. Necesita acoger las voces de quienes desean implicarse en ministerios laicos o en órganos participativos de discernimiento y toma de decisiones".
Pero la Iglesia -añaden- tiene especial necesidad de "recoger aún más la palabra y la experiencia de los ministros ordenados: los sacerdotes, primeros colaboradores de los obispos, cuyo ministerio sacramental es indispensable para la vida de todo el cuerpo; los diáconos, que con su ministerio significan la solicitud de toda la Iglesia al servicio de los más vulnerables. También debe dejarse interpelar por la voz profética de la vida consagrada, centinela vigilante de las llamadas del Espíritu. Y también debe estar atenta a quienes no comparten su fe, pero buscan la verdad, y en quienes el Espíritu está presente y actúa".
"El mundo en el que vivimos, y al que estamos llamados a amar y servir incluso en sus contradicciones", concluye la carta, citando un pasaje de un discurso del Papa Francisco de 2015, "exige de la Iglesia el fortalecimiento de las sinergias en todos los ámbitos de su misión. Es precisamente el camino de la sinodalidad lo que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio. No debemos tener miedo de responder a esta llamada. La Virgen María, primera en el camino, nos acompaña en nuestra peregrinación. En sus alegrías y dolores nos muestra a su Hijo y nos invita a confiar. Es Él, Jesús, nuestra única esperanza".
02/05/2017 13:54
23/12/2015