El Partido comunista chino vuelca su atención al budismo tibetano mongol
Intentos de respaldar a los lamas de edad avanzada, de modo de sacar partido de las divisiones internas y así contrarrestar la influencia del gobierno tibetano en el exilio. El Frente Unido podría aplicar tácticas similares con otras religiones distintas del budismo.
Roma (AsiaNews) – El budismo tibetano -una rama de aquella que constituye la principal religión de Mongolia- se ha convertido en objeto de particular atención por parte del Frente Unido, en el marco de la llamada “sinización” de las religiones, proclamada por el Partido comunista chino de Xi Jinping, quien en su discurso de 2016, durante el cual expuso su programa en relación a las religiones, afirmó con claridad que no debe haber actividades religiosas exentas del control del Partido.
En este sentido, un estudio de la Jamestown Foundation resalta hasta qué punto se busca destacar esta actitud, incluso con la elección del próximo Dalai Lama.
En Mongolia, la atención del Frente Unido se ha volcado al proceso de sucesión de Jebtsundamba Khutugtu – el responsable espiritual de la escuela Gelug del budismo tibetano en Mongolia-, una cuestión delicada, por ser percibida como un desafío al sistema de gestión de la reencarnación, que se verá sometida a una importante prueba cuando tenga que tratarse la próxima reencarnación del Dalai Lama.
Mientras tanto, las interacciones que el Estado lleva adelante con los monasterios mongoles, algunas de ellas ni siquiera declaradas en Mongolia, revelan intentos de promover el apoyo a los lamas ancianos y así sacar partido de las divisiones internas, de modo de contrarrestar la influencia del gobierno tibetano en el exilio, y ganar el “poder del discurso” budista global. Si bien el potencial de la religión como instrumento de influencia en Mongolia es limitado, las tácticas utilizadas ilustran la expansión del Partido.
En efecto, la política religiosa del Partido comunista conlleva tanto la represión como la cooptación. La cooptación de las religiones y de las demás fuerzas no pertenecientes al Partido, tanto dentro como fuera de China, es el trabajo que desarrolla el Departamento del Frente Unido (UFWD). Si bien las tácticas del Frente son una creación leninista -traída al Partido Comunista chino en los años ’20, por los asesores soviéticos- el sistema que usa el Frente para manejarse con la religión constituye una innovación post-Comintern, cuyo paralelo más cercano está en Corea del Norte. Para sobrevivir como instrumentos “patrióticos” del Partido, las religiones “importadas” como el cristianismo y el budismo, deben sufrir la “sinización” (中国 化). La máxima “ama al país, ama la religión” (爱国 爱 教) sintetiza lo que el Partido espera de los creyentes.
Desde esta perspectiva, la China Buddhist Association (CBA), quedó oficialmente sometida al Partido. Una figura significativa es Yinshun (印顺), el vice presidente de la CBA y presidente del capítulo con sede en Hainan. Yinshun es el abad de tres templos: dos ubicados en el sur de China y uno en Lumbinī, lugar natal del Buda, en Nepal. También dirige la Academia de Budismo de Nanhai, que fue inaugurada en 2017, para ofrecer una formación en budismo chino, tibetano y theravada. Según Yinshun, el objetivo de esta iniciativa es ofrecer al mundo un “sistema budista sinizado” (Xinhua, septiembre de 2017). Si bien de naturaleza principalmente religiosa, este sistema no se mantiene aislado de las preocupaciones políticas. Una mesa redonda que fue organizada por Yinshun alcanzó lo que él definió como un “consenso” en torno al hecho de que “el Mar de China meridional es chino”.
El sistema también parece sacar partido de las divisiones que rigen en el seno del clero mongol. Algunos de los monasterios budistas más importantes de Mongolia han tenido contactos con instituciones estatales. Entre ellos figura el monasterio Ikh Khüree en Ulán Bator, cuyo abad, Sanjdorj, es célebre por su encarnizada rivalidad con el monasterio principal de la capital. Sanjdorj ha criticado las visitas del Dalai Lama a Mongolia. En 2016, él se quejó de que el Dalai Lama hubiese sido invitado “sin la aprobación” de los “vecinos” de Mongolia (fue en noviembre de 2016). Sus opiniones sobre la visita fueron citadas favorablemente por los medios del Estado.
Si bien los logros de la política del Frente Unido en Mongolia no deber ser sobrestimados, el ejemplo mongol muestra un sistema que está decidido a explotar el capital religioso adquirido a través de la apropiación del budismo tibetano. Mientras que los límites de la cuestión mongola se definen por las condiciones locales, la expansión del dominio del UF apunta a incluir grupos religiosos del exterior y de importancia global. Manteniéndose en un plano especulativo, en caso de que Xi Jinping permaneciera de por vida en el poder, esto podría otorgar a los cuadros del UF el tiempo suficiente como para aplicar tácticas similares, pero a religiones distintas del budismo.
15/09/2018 17:25