El Papa: 'En Gaza siguen bombardeando a niños. Esto es crueldad, no guerra'
Durante los saludos a la Curia Romana una nueva denuncia enérgica de lo que sigue sucediendo en la Franja, donde en las últimas horas se ha impedido entrar incluso al Patriarca Pizzaballa para su visita navideña. A los colaboradores, con ocasión de la Navidad, la invitación a cultivar la humildad para «hablar bien y no mal de los demás», como Dios que «no bendice desde arriba, sino que se hace carne».
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - «Ayer no dejaron entrar en Gaza al Patriarca de Jerusalén, no se lo permitieron. Y también ayer los bombardearon. A los niños. Esto es crueldad. Esto no es la guerra. Quiero decirlo porque toca el corazón». En vísperas de Navidad, el Papa Francisco volvió a denunciar lo que está sucediendo en Gaza, dirigiéndose a los cardenales, obispos, sacerdotes y laicos de la Curia Romana, reunidos esta mañana en la Sala de las Bendiciones para la tradicional felicitación navideña.
Antes de pronunciar el discurso preparado - haciéndose eco de unas palabras sobre la guerra pronunciadas por el Card. Giovanni Battista Re, Decano del Sacro Colegio, en su discurso de felicitación- Francisco quiso relatar lo sucedido ayer en la Franja, donde tuvo lugar la visita navideña del Card. Pierbattista Pizzaballa a la parroquia latina de la Sagrada Familia. Y donde, sobre todo, a pesar de que desde hace días se habla de un acuerdo de alto el fuego que estaría próximo, aún ayer el bombardeo israelí que dura ya 14 meses seguía sembrando muerte.
Pero Gaza no es sólo guerra, muerte y escombros. Es una ciudad de raíces muy antiguas, cuna para los cristianos de una riquísima tradición monástica. Y, significativamente, es precisamente de una cita de una de sus voces más ilustres -Doroteo de Gaza, un monje que vivió en el siglo VI- de donde ha querido tomar ejemplo el Papa Francisco para sus palabras a la Curia Romana esta Navidad, centradas en la invitación evangélica «Bendecid y no maldigáis». «Hablar bien de los demás y no mal, es algo que nos concierne a todos», comentó el pontífice. Y fue precisamente el monje Doroteo quien sugirió «la humildad de acusarse a sí mismo» como método para aprender a no hablar mal del prójimo.
«Acusarse a sí mismo -explicó el pontífice- es la raíz que permite decir no al individualismo y sí al espíritu comunitario, al espíritu eclesial. Quien practica la virtud de acusarse a sí mismo se libera de la sospecha y deja espacio a la acción de Dios». Y es precisamente esto -añadió- lo que hace nacer una comunidad: «Si uno ve un defecto en una persona, sólo puede hablar con tres personas: con Dios, con esa persona o con aquellos de la comunidad que pueden ocuparse de esa persona. Y nada más».
Para Francisco, la humildad de quien sabe acusarse a sí mismo «no es un hecho moral, sino teológico. Es hacer propio el estilo de Dios que «nos ha bendecido no con un decreto bajado de arriba, sino a través de la carne». «Ante el drama de la humanidad», recordó el Papa, »¿qué hace Dios? ¿Se eleva desde lo alto en su justicia? No: Dios es Dios, sus pensamientos no son nuestros pensamientos. Se hace pequeño en el seno de una mujer invisible».
«Me gusta pensar en la Curia Romana -continuó- como un gran taller donde hay muchas tareas diferentes, pero todas trabajan con el mismo fin: bendecir, infundir en el mundo la bendición de Dios y de la Madre Iglesia». En particular, Francisco quiso mencionar el trabajo de los minutemen, es decir, aquellos sacerdotes que preparan los textos de las respuestas enviadas en nombre del pontífice a las numerosas personas que le escriben pidiéndole apoyo en el camino de sus vidas, en los momentos de alegría o incluso de sufrimiento. Los llamó los «artesanos de la bendición».
Pero también a ellos dirigió la invitación a la coherencia: «No podemos escribir bendiciones y luego hablar mal del hermano», amonestó, dirigiendo de nuevo la invitación a guardarse de la «cháchara». Y concluyó con un deseo: «Que el Señor nos ayude a bendecir siempre a las mujeres y a los hombres».