El Papa pide una tregua pascual en Ucrania para llegar a la paz
El llamamiento tuvo lugar al final de la liturgia del Domingo de Ramos, en la Plaza San Pedro: "Cristo vuelve a ser crucificado en los soldados que son enviados a matar a sus hermanos. ¿Qué clase de victoria será la que plante una bandera sobre un montón de escombros?". La invitación a toda la Iglesia: no nos cansemos de "administrar, recibir y testimoniar" el perdón de Dios.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - Una tregua en la guerra en Ucrania con motivo de la Pascua. Un alto el fuego, pero "no para recargar las armas", sino para abrir "una verdadera negociación" en la que las partes estén dispuestas a hacer algunos sacrificios "por el bien de la gente". Al comienzo de la Semana Santa, el Papa Francisco volvió a pedir que termine "la locura de la guerra, donde volvemos a crucificar a Cristo en los soldados enviados a matar a sus hermanos." Lo hizo al final de la misa del Domingo de Ramos, en la plaza San Pedro, que -tras la pandemia- volvió a llenarse con 50.000 fieles.
El Pontífice hizo su nuevo llamamiento a la paz antes del rezo del Ángelus, inspirándose en las palabras del ángel a la Virgen: "Nada es imposible para Dios”, dijo. “Ni siquiera cuando se trata de poner fin a una guerra cuyo final no se vislumbra. Una guerra que cada día nos pone ante los ojos masacres brutales y crueldades atroces cometidas contra civiles indefensos"
“Estamos en los días previos a la Pascua", continuó Francisco, "nos preparamos para celebrar la victoria de Nuestro Señor Jesucristo sobre el pecado y la muerte. Sobre el pecado y la muerte, no sobre alguien y contra alguien. Pero hoy hay guerra. ¿Por qué la gente quiere vencer de esta manera, a la manera del mundo? Así sólo se pierde. ¿Por qué no dejar que Él triunfe? Cristo cargó con la cruz para liberarnos del dominio del mal. Murió para que reinen la vida, el amor y la paz".
“Que se depongan las armas -añadió, dirigiéndose directamente a las partes en conflicto-, y se inicie una tregua pascual; pero no para recargar las armas y reanudar la lucha; que sea una tregua para llegar a la paz, mediante una verdadera negociación, estando dispuestos incluso a hacer algunos sacrificios por el bien de la gente. Porque, ¿qué clase de victoria será la que plante una bandera sobre un montón de escombros?".
Previo a ello -debido a un dolor en la rodilla- el Papa Francisco había esperado en el atrio de la basílica la procesión del Domingo de Ramos que conmemora la entrada de Jesús en Jerusalén. En su homilía, al comentar el relato de la Pasión según Lucas -que se leyó completo, tal como propone la liturgia en este día- Francisco había observado que en el Calvario "el sálvese quien pueda, el estribillo de la humanidad que crucificó al Señor, se choca con el Salvador que se ofrece a sí mismo. La mentalidad del yo se opone a la de Dios".
“Una expresión de Jesús -recordó el Pontífice- marca de manera particular la diferencia con respecto al sálvate a ti mismo: 'Padre, perdónalos'". En la cruz, en el momento del dolor más agudo, Él "no reprocha a los verdugos ni amenaza con el castigo en nombre de Dios, sino que reza por los impíos". Expuesto en el patíbulo de la humillación, aumenta la intensidad del don, que se convierte en per-dón". En el momento más difícil, vive el mandamiento del amor a los enemigos”. "Pensemos en alguien que nos ha hecho daño -dijo el Papa-, que nos ha ofendido, nos ha decepcionado; alguien que nos ha hecho enfadar, que no nos ha entendido o que no ha sido un buen ejemplo. Cuánto tiempo permanecemos pensando en los que nos han hecho daño. Jesús nos enseña hoy a no quedarnos ahí, sino a reaccionar, para romper el círculo vicioso del mal y el rencor. Reaccionar a los clavos de la vida con el amor, a los golpes del odio con la caricia del perdón".
“El Evangelio -continuó el Papa- utiliza el verbo 'dijo' para introducir las palabras de perdón de Jesús: "No las dijo de una vez por todas en el momento de la crucifixión, sino que pasó las horas de la cruz con estas palabras en los labios y en el corazón. Dios no se cansa de perdonar. Hermanos y hermanas, no nos cansemos del perdón de Dios: que los sacerdotes no se cansen de administrarlo, y todo cristiano, de recibirlo y testimoniarlo".
Por último, Francisco habló del motivo de este perdón: 'porque no saben lo que hacen', dice Jesús. "Habían premeditado su asesinato", señaló Francisco, "organizaron su captura", pero "Cristo justifica a esos violentos, se convierte en nuestro abogado". Habla "de la ignorancia del corazón que tenemos todos los pecadores. Cuando se utiliza la violencia, ya no se sabe nada de Dios, que es Padre, ni de los demás, que son hermanos. Uno se olvida de por qué está en el mundo y llega a cometer crueldades absurdas. Lo vemos en la locura de la guerra, donde Cristo vuelve a ser crucificado”, subrayó el Papa. “Vuelve a ser clavado en la cruz, en las madres que lloran la muerte injusta de sus maridos y de sus hijos. Es crucificado en los refugiados que huyen de las bombas llevando a los niños en brazos. Es crucificado en los ancianos abandonados a su suerte, en los jóvenes privados de un futuro, en los soldados enviados a matar a sus hermanos".
“En la Pasión, el perdón es el mensaje inaudito que muchos escuchan, pero sólo uno lo acoge: un malhechor, crucificado junto a Jesús”. “El buen ladrón recibe a Dios cuando su vida está a punto de terminar y así su vida comienza de nuevo; en el infierno del mundo ve abrirse el paraíso”, concluyó el pontífice. “Con Dios siempre podemos volver a la vida. Ánimo, caminemos hacia la Pascua con su perdón. Porque Cristo intercede continuamente por nosotros ante el Padre y, mirando nuestro mundo violento, nuestro mundo herido, no se cansa de repetir: ‘Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen’".
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