El Papa pide que no se use el trigo como arma de guerra
En la audiencia general, Francisco volvió a hablar de las consecuencias del conflicto en Ucrania: "Hay que hacer todo lo posible para garantizar el derecho humano a la alimentación". En la catequesis, reclamó a los políticos: "¿Cómo es que la civilización moderna, tan avanzada y eficiente, se siente tan incómoda con la enfermedad y la vejez?"
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - "Es muy preocupante el bloqueo de las exportaciones de trigo de Ucrania, del que depende la vida de millones de personas, especialmente en los países más pobres". El Papa Francisco volvió a hablar de las consecuencias del conflicto en Ucrania esta mañana durante su audiencia del miércoles en la Plaza de San Pedro. "Pido encarecidamente que se hagan todos los esfuerzos posibles para resolver esta cuestión y garantizar el derecho humano universal a la alimentación", dijo. "Por favor, que no se utilice el trigo, un alimento básico, como arma de guerra". Dirigiéndose a los peregrinos de lengua portuguesa que se encontraban en la plaza, el pontífice también recordó: "Cuando terminó el mes de mayo, dirigimos a la Virgen nuestro insistente pedido por la paz. Permanezcamos unidos a Ella, a la espera de un nuevo Pentecostés, pidiendo que el don del Espíritu Santo nos haga redescubrir caminos de diálogo y de unidad".
En su catequesis de hoy, Francisco se centró en la oración del anciano del Salmo 71, para reflexionar sobre el tema "No me abandones cuando decaen mis fuerzas" (Sal 71,9). Esta oración -dijo el pontífice- "nos anima a meditar sobre la fuerte tensión que habita en la condición de la vejez, cuando el recuerdo de las fatigas superadas y de las bendiciones recibidas debe pasar la prueba de la fe y la esperanza". El anciano salmista no solo hace referencia a su vulnerabilidad, sino que también dice que la vejez puede convertirse en una ocasión para el abandono, el engaño, la prevaricación y la prepotencia contra los ancianos. "Es una forma de vileza en la que nos estamos especializando en nuestra sociedad", denunció el Papa, "en esta cultura del descarte, a los ancianos se los deja de lado”.
En efecto, con frecuencia leemos noticias de ancianos engañados sin escrúpulos, desprotegidos, abandonados sin cuidado o intimidados. "Incluso en las familias ocurren estas crueldades -continuó Francisco-, los ancianos descartados, abandonados en residencias, sin que nadie los visite, o sólo unas pocas veces al año. Los ancianos apartados en un rincón de la existencia. Toda la sociedad debe apresurarse a cuidar a sus ancianos, cada vez más numerosos, y a menudo también más abandonados". Cuando se oye hablar de los ancianos que son despojados de su autonomía, incluso a veces de su hogar, se puede entender la ambivalencia de la sociedad actual con respecto a los ancianos. "No es un problema de emergencias puntuales, sino un rasgo de esa cultura del descarte que envenena el mundo en el que vivimos", dijo el pontífice. "¿Por qué la civilización moderna, tan avanzada y eficiente, se siente tan incómoda con la enfermedad y la vejez?” -se preguntó Francisco-. “¿Y cómo es posible que la política, tan empeñada en definir los límites de una supervivencia digna, sea al mismo tiempo insensible a la dignidad de una convivencia afectuosa con los ancianos y los enfermos?"
El anciano del salmo, en cambio, redescubre la confianza en el Señor y se dirige a Dios, el único capaz de "sacudir las conciencias desviadas por la insensibilidad a todo el arco de la vida humana, que debe ser custodiada en su integridad". "Los ancianos pueden enseñar a los que viven otras etapas de la vida que todos necesitamos abandonarnos en el Señor", dijo el Papa. "Sí, hay un don en ser anciano, entendido como abandonarse al cuidado de los demás, empezando por Dios mismo". Se trata, entonces, de un "magisterio de la fragilidad", según Francisco, para que todos puedan comprender que no se debe esconder las fragilidades de la vejez. Este magisterio abre un horizonte decisivo para la reforma de nuestra propia civilización".
A continuación, el pontífice invitó a todos a reflexionar sobre los ancianos de su propia familia, a preguntarse cuán cerca están de ellos y hasta qué punto forman parte de su vida cotidiana. "Cuiden a los ancianos, que son sabiduría" fue la última invitación que dejó el Papa al final terminar su reflexión. En esta primera audiencia general del mes de junio, el Papa saludó a los peregrinos polacos y luego recordó: "Hoy comenzamos el mes dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, fuente de amor y de paz. Ábranse a este amor y llévenlo hasta los confines de la tierra, testimoniando la bondad y la misericordia que brotan del Corazón de Jesús".
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