El Papa en la audiencia: "En el mundo hay niños explotados por una economía que no respeta la vida"

En la audiencia de hoy en el Aula Pablo VI, Bergoglio comenzó 2025 con la primera de las dos catequesis dedicadas a los más pequeños. Condenó la plaga del trabajo infantil, la explotación y los abusos: «Que cada niño y cada niña crezcan recibiendo y dando amor». Tras la Epifanía, la invitación a «reflejar la luz con la propia vida».

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - Dos catequesis dedicadas a los niños y a la «plaga de la infancia humillada, explotada, herida de muerte». El año 2025 comienza pensando en los más pequeños, a partir de la audiencia general de esta mañana, celebrada en el Aula Pablo VI del Vaticano, mientras la plaza de San Pedro estaba invadida por una espesa niebla. «Hoy sabemos mirar hacia Marte o hacia mundos virtuales, pero nos cuesta mirar a los ojos de un niño que ha quedado al margen y que está siendo explotado y maltratado». Motivado por estas premisas, el Pontífice hizo reflexionar sobre por qué el «siglo que genera inteligencia artificial y diseña existencias multiplanetarias» ignora en realidad los derechos de los niños.

«Dejen que los niños vengan a mí y no se lo impidan, a quién es como ellos, pertenece el reino de Dios» (Mc 10,14), son las célebres palabras de reproche que Jesús dirigió a sus discípulos en el momento de su vida pública. La catequesis de hoy, leída en la apertura de la audiencia tras la lectura del pasaje de referencia (Lc 18,15-17), comenzó con una pregunta: «¿Qué mensaje nos da la Sagrada Escritura sobre los niños?». Muchos eran los pequeños presentes en el Aula Nervi. El Papa Francisco señaló que después de la palabra «Jahvé», la palabra más recurrente en la Biblia es «bet», que significa «hijo» (casi 5.000 apariciones). «Los hijos son un don de Dios. Por desgracia, este regalo no siempre se trata con respeto. La propia Biblia nos lleva a las calles de la historia donde resuenan cantos de alegría, pero también se elevan los gritos de las víctimas», dijo.

Citó, como ejemplo de episodios dolorosos, la matanza de los niños en Belén ordenada por Herodes - «un drama oscuro que se repite de otras formas en la historia», dijo Bergoglio- y la huida de María, José y Jesús, que se convierten en «refugiados en un país extranjero, como sucede también hoy a tantas personas, a tantos niños». Otras veces Jesús mencionó a los niños para compartir enseñanzas. Los mismos niños que hoy en día se ven a menudo «obligados a trabajar» y son, por tanto, víctimas de la «plaga del trabajo infantil», que no les permite hacer germinar sus talentos. «En todas las partes de la tierra hay niños explotados por una economía que no respeta la vida; una economía que, al hacerlo, quema nuestra mayor reserva de esperanza y de amor», son las duras palabras del Papa Francisco, que esta mañana parecía helado, con la voz un poco fatigada.

«No puede permanecer indiferente». Bergoglio dirigió finalmente estas palabras a cada cristiano, a aquellos que «se reconocen hijos de Dios», y que por tanto realizan el servicio de llevar la «buena noticia del Evangelio» a los demás en el mundo. «No puede aceptar que hermanas y hermanos pequeños, en lugar de ser amados y protegidos, sean robados de su infancia, de sus sueños, víctimas de la explotación y de la marginalidad», añadió. «Pidamos al Señor que abra nuestras mentes y nuestros corazones al cuidado y a la ternura, y que todos los niños del mundo crezcan en edad, sabiduría y gracia, recibiendo y dando amor», fue la oración con la que concluyó la catequesis.

Al final de la audiencia, llevando saludos a los fieles y a los peregrinos de lengua italiana, el Papa Francisco invitó a cada creyente a reflejar en su propia existencia la gracia recibida en las celebraciones de Navidad y Epifanía que acaban de concluir. «La Iglesia invita a cada bautizado, después de haber adorado la gloria de Dios en el Verbo hecho carne, a reflejar la luz con la propia vida». Y de nuevo se compartieron con los presentes palabras de oración por la paz. «No olvidemos la atormentada Ucrania, no olvidemos Nazaret, Israel. No olvidemos a todos los países en guerra. Pidamos por la paz. Y no olvidemos que la guerra siempre, siempre, es una derrota».