En el atrio de la basílica de San Pedro la misa que dio inicio a los trabajos de la Asamblea junto a los nuevos cardenales. "Guardémonos de la tentación de una Iglesia rígida, que se arma contra el mundo y mira hacia atrás; de ser una Iglesia tibia, que se rinde a las modas del mundo; de ser una Iglesia cansada, replegada sobre sí misma"

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - "Si el santo pueblo de Dios con sus pastores, procedentes de todas las partes del mundo, alimentan expectativas, esperanzas e incluso algunos temores sobre el Sínodo que estamos comenzando, recordemos que no es una reunión política, sino una convocatoria en el Espíritu; no un parlamento polarizado, sino un lugar de gracia y comunión". Lo dijo hoy el Papa Francisco en la homilía de la Misa que -en el atrio de la Plaza de San Pedro- abrió esta mañana la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre el tema: "Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión", que continuará en su primera sesión hasta el domingo 29 de octubre. También estuvieron presentes para concelebrar los nuevos cardenales creados en el Consistorio del 30 de septiembre.

Inspirándose en el pasaje evangélico propuesto por la liturgia, el Papa habló de la actitud de Jesús en un momento de "desolación pastoral": Juan Bautista duda de que Jesús sea realmente el Mesías, muchas de las ciudades por las que pasa no se convierten, la gente le acusa de comilón y borracho (cf. Mt 11,2-24). Pero precisamente en la desolación -observó Francisco- "Jesús tiene una mirada capaz de ver más allá: alaba la sabiduría del Padre y es capaz de discernir el bien escondido que crece, la semilla de la Palabra acogida por los sencillos, la luz del Reino de Dios que se abre camino incluso en la noche".

Y es precisamente esto lo que el Papa pide a los 365 miembros del sínodo, que por primera vez junto a los obispos incluye también una cuota de sacerdotes, religiosos y laicos que representan a todo el pueblo de Dios: "No necesitamos una mirada inmanente, hecha de estrategias humanas, cálculos políticos o batallas ideológicas -advirtió-. No estamos aquí para llevar a cabo una reunión parlamentaria o un plan de reformas. Estamos aquí para caminar juntos con la mirada de Jesús, que bendice al Padre y acoge a todos los cansados y oprimidos".

Invitó a partir de nuevo de la mirada bendiciente y acogedora de Jesús: "La tarea primordial del Sínodo -explicó- es ser una Iglesia que mira a la humanidad con misericordia. Una Iglesia solidaria y fraterna, que escucha y dialoga; una Iglesia que bendice y anima, que ayuda a los que buscan al Señor, que sacude benéficamente a los indiferentes, que inicia caminos para iniciar a las personas en la belleza de la fe. Una Iglesia que tiene a Dios en el centro y que, por tanto, no divide internamente y nunca es dura externamente. Así quiere Jesús a la Iglesia, su Esposa".

Una Iglesia hospitalaria, no de puertas cerradas. "Una Iglesia de yugo suave -continuó Francisco-, que no impone cargas y que repite a todos: vengan, ustedes que están cansados y oprimidos, vengan, ustedes que han perdido el camino o se sienten lejanos, vengan, ustedes que han cerrado las puertas a la esperanza: la Iglesia está aquí para ustedes". La Iglesia de las puertas está abierta "a todos, a todos", insistió tres veces el Papa. Invitando a cuidarse de algunas tentaciones peligrosas: la de "ser una Iglesia rígida, aduanera, que se arma contra el mundo y mira hacia atrás; la de ser una Iglesia tibia, que se rinde a las modas del mundo; la de ser una Iglesia cansada, encerrada en sí misma".

En el día de San Francisco, citó las palabras del Crucifijo de San Damián: "Ve y repara mi Iglesia". "El Sínodo -comentó el Pontífice- sirve para recordarnos que nuestra Madre Iglesia tiene siempre necesidad de purificación, de ser 'reparada', porque todos somos un Pueblo de pecadores perdonados". El mismo san Francisco "en un tiempo de grandes luchas y divisiones, entre el poder temporal y el religioso, entre la Iglesia institucional y las corrientes heréticas, entre los cristianos y los demás creyentes, no criticó ni arremetió contra nadie, esgrimiendo sólo las armas del Evangelio: la humildad y la unidad, la oración y la caridad. Hagamos también nosotros lo mismo", concluyó el Papa, recordando que "el Espíritu Santo supera nuestras previsiones y negatividad".

Por la tarde, los trabajos de la Asamblea sinodal continuarán con la primera congregación general en el Aula Pablo VI, que -siguiendo el estilo del camino sinodal- se ha dispuesto con muchas mesas pequeñas, para favorecer el debate entre los miembros del Sínodo en círculos más reducidos.

 

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