El Papa en el Ángelus: "Haití busca el bien común. No olvidemos Siria'
Francisco expresó su alivio por la liberación de un profesor y cuatro religiosos en Haití, presos de la violencia de las bandas criminales. Rezó por todas las "poblaciones devastadas por la guerra". Especialmente la siria, doblegada por 13 años de guerra.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - Un día soleado, un cielo despejado, acogieron a los numerosos fieles reunidos hoy, 5º domingo de Cuaresma, en la plaza de San Pedro para asistir a la oración del Ángelus. En sus palabras conclusivas, el Papa Francisco dedicó un largo comentario a la difícil situación de Haití, país doblegado por la violencia provocada por una alianza de bandas criminales que llevó a la dimisión del Primer Ministro Ariel Henry. Bergoglio expresó su alivio por la liberación de "un profesor y cuatro de los seis religiosos", Hermanos del Sagrado Corazón, secuestrados en Puerto Príncipe el 23 de febrero.
Desgraciadamente, los secuestros continúan, y todavía hay muchas personas secuestradas. "Pido que los otros dos religiosos sean liberados lo antes posible, así como todas las personas que siguen secuestradas en ese querido país probado por tanta violencia", dijo el Santo Padre. También el domingo pasado había dirigido su atención, desde la ventana del Palacio Apostólico, al país caribeño, invocando la oración "para que cese toda violencia". Hoy se ha hecho un nuevo llamamiento a "todos los actores políticos sociales" para que "abandonen todos los intereses particulares" y "se comprometan con espíritu de solidaridad en la búsqueda del bien común", dijo el Papa Francisco. Empujando hacia el objetivo de dotar al país, con la ayuda de la comunidad internacional, de "instituciones sólidas" para salir del actual estado de emergencia y "devolver el orden y la tranquilidad a los ciudadanos", añadió.
El Pontífice también dedicó un pensamiento a todas las "poblaciones devastadas por la guerra", pidiendo que se siga rezando por ellas. Especialmente las de "Ucrania, Palestina, Israel, Sudán del Sur y Siria". Es a esta última a la que el Papa Francisco pidió no olvidar. "Un país que sufre tanto por la guerra desde hace tanto tiempo", dijo. Siria que desde hace 13 años -por el conflicto que comenzó en marzo de 2011- no conoce la paz. Más de 16 millones de personas se han visto abocadas a la necesidad en los últimos años. Una tragedia a la que hay que añadir los efectos del terremoto del 6 de febrero de 2023.
En su comentario al Evangelio del día (Jn 12,20-33), que precedió al rezo de la oración mariana, el Papa Francisco se detuvo en el mensaje transmitido por Jesús, que hay que acoger en este camino de acercamiento a la Semana Santa: que "en la Cruz veremos su gloria y la del Padre", dijo. El pasaje, que narra el deseo de "algunos griegos" de conocer a Jesús -que se acercan a Felipe por este motivo-, continúa con las siguientes palabras del Mesías: "Ha llegado la hora de que el Hijo del hombre sea glorificado" (v. 23). Bergoglio profundizó en el significado de las mismas, explicando que "la gloria, para Dios, no corresponde al éxito humano, a la fama, a la popularidad", a esa "gloria mundana" que "pasa y no deja alegría en el corazón". En realidad corresponde a "amar hasta dar la vida", prosiguió. "Glorificarse, para Él, significa darse, hacerse accesible, ofrecer su amor".
El lugar donde esto sucedió "de manera culminante" es la Cruz, definida por el Pontífice como "la cátedra de Dios". Aquí "Jesús desplegó al máximo el amor de Dios, revelando plenamente el rostro de la misericordia", explicó. De aquí se extrae la lección de que "la verdadera gloria", que no tiene fin y causa felicidad, está compuesta por el don y el perdón, "la esencia de la gloria de Dios". Se trata de criterios a los que la gente no está acostumbrada porque a menudo se piensa "en la gloria como algo que se recibe y no que se da", dijo el Santo Padre. "Entonces podemos preguntarnos: ¿cuál es la gloria que deseo para mí, para mi vida, que sueño para mi futuro?", preguntó Francisco para concluir a los oyentes. Y añadió: "Porque recordemos que cuando damos y perdonamos, la gloria de Dios resplandece en nosotros". Para el tiempo de Cuaresma, el Obispo de Roma invocó finalmente a la Virgen María, que "siguió con fe a Jesús en la hora de la Pasión", para que "nos ayude a ser reflejos vivos del amor de Jesús".
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