El Papa en el Día Mundial de los Abuelos: "No a la soledad de los ancianos"

En el Ángelus, Bergolgio señaló la importancia de los ancianos y expresó preocupación por su soledad, alentando a una alianza entre generaciones. También rezó por las víctimas del deslizamiento de tierra en Etiopía, que dejó cientos de víctimas y criticó la venta de armas. Sobre el Evangelio del milagro de los panes y los peces, exhortó a la gratitud y al compartir.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - Hoy, en la IV Jornada Mundial de los Abuelos y los Ancianos, el tema de reflexión fue "En la vejez no me abandones" (cf. Sal 71,9). Desde la ventana del Palacio Apostólico Vaticano, antes de rezar el Ángelus al mediodía, Francisco recordó la importancia de esta celebración, comenzando por la soledad generalizada de las personas ancianas. “El abandono de los ancianos es una triste realidad a la que no debemos acostumbrarnos”, afirmó el Papa. “Para muchos de ellos, sobre todo en estos días de verano, la soledad puede convertirse en un peso difícil de soportar. La Jornada de hoy - dijo - nos llama a escuchar la voz de los ancianos que dicen: No me abandones. Y a responder: No te abandonaré”.

Francisco, que instituyó la Jornada en 2021, alentó luego a consolidar la alianza entre las generaciones: "Reforcemos la alianza entre nietos y abuelos, entre jóvenes y ancianos. ¡Digamos no a la soledad de los ancianos! Nuestro futuro depende mucho de cómo los abuelos y nietos aprendan a vivir juntos”. Un aplauso para los abuelos corroboró sus palabras, dirigidas a todos los que se encontraban presentes en la plaza de San Pedro, bañada por el sol, en este último domingo de julio.

El Papa aseguró también sus oraciones por las víctimas del deslizamiento de tierra que sufrió un pueblo del sur de Etiopía. “Estoy cerca de esa población que está sufriendo tanto y de todos los que están prestando ayuda”. Según un balance aún no definitivo, hay 257 víctimas del derrumbe de la montaña en el distrito de Kencho Shacha Gozdi, que se produjo el martes 23 de julio. Hay cerca de 50.000 personas afectadas y más de 1.300 niños que necesitan urgentemente un refugio. El Pontífice también denunció la hipocresía de un mundo que, a pesar de sufrir calamidades y hambre, sigue produciendo y vendiendo armas. "Eso es un escándalo", dijo. "¡La guerra es una derrota!". El Papa Francisco señaló que todos esos recursos se podrían utilizar para aliviar el sufrimiento, en vez de alimentar conflictos que sólo traen destrucción y dolor "que la comunidad internacional no debería tolerar", añadió. Después el Papa hizo referencia a los Juegos Olímpicos que acaban de comenzar y señaló que el espíritu de fraternidad que estos representan contradice la realidad de la violencia que impera en el mundo.

Antes de la oración mariana, el Francisco compartió con los fieles el comentario del Evangelio del día (Jn 6,1-15). El pasaje cuenta el milagro de la multiplicación de los panes y de los peces, un "signo" que anticipa los gestos que realizará Jesús en la Última Cena: ofrecer, dar gracias y compartir. El primer gesto se puede ver en el niño que tiene cinco panes y dos peces. Es el reconocimiento de que tiene algo bueno para dar, a pesar de que aparentemente es insuficiente. “Es el gesto con el que reconocemos que tenemos algo bueno que dar, y decimos nuestro “sí”, incluso si lo que tenemos es demasiado poco con respecto a lo que se necesita”, explicó el Papa. En la misa, el sacerdote también ofrece sobre el altar el pan y el vino, y cada uno se ofrece a sí mismo, su propia vida. Este acto, por insignificante que parezca frente a las inmensas necesidades de la humanidad, se convierte en la materia para el milagro más grande: "Dios se hace presente para la salvación del mundo".

El segundo gesto, "dar gracias", se refiere a la capacidad de decirle al Señor con humildad y alegría que todo lo que tenemos es un regalo suyo. El Papa Francisco explicó que sólo podemos devolverle a Dios lo que Él nos dio primero. Incluso el pequeño amor que podemos ofrecer, por modesto que sea, es recibido por el Señor con agradecimiento. “¿Qué puedo darle al Señor? ¿Qué puede dar el que es pequeño? Su pobre amor”, dijo el Papa, y señaló la importancia de nuestro sincero, aunque limitado, de entregarnos como don. Y destacó la importancia de este gesto: “¡Nosotros somos pobres, nuestro amor es tan pequeño! Pero podemos dárselo al Señor, y Él lo recibe”. Este gesto de agradecimiento y entrega, explicó el Papa, es un acto de profunda humildad y gratitud hacia Dios.

Por último, el gesto de "compartir". En la Misa, está representado por la Comunión, cuando se recibe el Cuerpo y la Sangre de Cristo. “El momento de la Comunión es un momento muy hermoso que nos enseña a vivir cada gesto de amor como un don de la gracia, tanto para quien da como para quien recibe”, explicó Francisco. Compartir, siguió diciendo, debe ser un momento de encuentro y enriquecimiento mutuo. Exhortó luego a los fieles a reflexionar sobre su vida: “Hermanos, hermanas, preguntarnos: ¿yo creo verdaderamente, por gracia de Dios, que tengo algo único que donar a los hermanos, o me siento anónimo, “uno entre muchos”? ¿Poseo un bien que puedo donar? ¿Agradezco al Señor los dones con los que continuamente me manifiesta su amor? ¿Vivo el compartir con los demás como un momento de encuentro y enriquecimiento recíproco?”. Y concluyó con una invocación: "Que la Virgen María nos ayude a vivir con fe cada Celebración eucarística, y a reconocer y gustar todos los días los “milagros” de la gracia de Dios".