El Papa en Grecia: urge un cambio de rumbo en la política, la democracia está retrocediendo
La democracia "es compleja, mientras que el autoritarismo es apresurado y las seguridades fáciles que ofrece el populismo parecen tentadoras. En varias sociedades, preocupadas por la seguridad y anestesiadas por el consumismo, el cansancio y el descontento conducen a una especie de 'escepticismo democrático'". A lo largo de la historia, los "venenos mundanos" han contaminado las "raíces apostólicas" comunes de católicos y ortodoxos.
Atenas (AsiaNews) – Urge "un cambio de ritmo" en el ámbito político, en lo que respecta a los migrantes y a la naturaleza, y es necesario mirar las diferencias entre los cristianos dentro de una comunión que existe entre ellos desde los tiempos apostólicos. Al llegar esta mañana a Grecia, segunda y última escala de su 35º viaje fuera de Italia, el Papa Francisco rindió homenaje a la cultura a la que debemos la idea misma de democracia y la primera difusión del cristianismo.
Europa, la política y la democracia fueron los temas centrales del largo discurso de Francisco en el palacio presidencial de Atenas, donde fue recibido por la Presidenta de la República, Ekaterini Sakellaropoulou, y posteriormente se reunió (ver foto) con miembros del gobierno y del cuerpo diplomático, autoridades religiosas y civiles, representantes de la sociedad y del mundo de la cultura.
Justamente recordando las raíces de la democracia, un legado recibido de Grecia, Francisco se refirió a la situación de "regresión de la democracia". "Ella requiere la participación e implicación de todos y, por tanto, exige esfuerzo y paciencia. Es compleja, mientras que el autoritarismo es apresurado y las facilidades que proponen los populismos parecen tentadoras. En muchas sociedades, preocupadas por la seguridad y anestesiadas por el consumismo, el cansancio y el descontento conducen a una especie de "escepticismo democrático". Sin embargo, la participación de todos es una necesidad fundamental; no sólo para lograr objetivos comunes, sino porque responde a lo que somos: seres sociales, irrepetibles y a la vez interdependientes". El pontífice agregó que "también hay un escepticismo respecto a la democracia”, cuya causa reside en “la distancia de las instituciones”, “el miedo a la pérdida de identidad” y “la burocracia".
El remedio a esta situación, dijo, “no está en la búsqueda obsesiva de popularidad, en la sed de visibilidad, en la proclamación de promesas imposibles o en la adhesión a una colonización ideológica abstracta, sino en la buena política". Porque la política es buena y debe serlo en la práctica, en tanto que es la suprema responsabilidad del ciudadano, y el "arte del bien común". Para que el bien sea realmente compartido, hay que prestar una atención especial, yo diría prioritaria, a los sectores más débiles. Este es el rumbo que debemos tomar”. “Urge un cambio de ritmo en este sentido. Sin embargo, todos los días se difunden temores y se elaboran teorías para enfrentarse a otros, y todo ello se ve amplificado por la comunicación virtual. Por el contrario, ayudémonos a pasar "del tomar partido” a “participar”; y en vez de comprometernos solamente a apoyar a nuestro propio bando, implicarnos activamente en la promoción de todos". Al referirse a la Comunidad Europea, Francisco dijo que “desgarrada por los egoísmos nacionalistas, en lugar de ser un motor de solidaridad, a veces parece bloqueada y falta de coordinación. Así como en otro tiempo los contrastes ideológicos impidieron tender puentes entre el este y el oeste del continente, hoy la cuestión migratoria abrió brechas entre el sur y el norte".
Una vez más, el Papa se centró en los migrantes, reclamando solidaridad para con ellos, como lo hizo ayer en Chipre. Y por ellos, mañana realizará una visita a Lesbos que representa quizás el momento más esperado del viaje. "Quisiera exhortar una vez más a una visión global y comunitaria de la cuestión migratoria, y alentar a prestar atención a los más necesitados para que, según las posibilidades de cada país, ellos sean acogidos, protegidos, promovidos e integrados respetando plenamente sus derechos humanos y su dignidad. Más que un obstáculo para el presente, ello es una garantía para el futuro, para que sea un signo de convivencia pacífica con quienes se ven cada vez más obligados a huir en busca de un hogar y una esperanza. Son los protagonistas de una terrible odisea moderna”.
La segunda cita del día fue con la Iglesia Ortodoxa. Francisco primero hizo una visita de cortesía a Ieronymos II, Arzobispo de Atenas y de toda Grecia, y luego se dirigió al Arzobispado Ortodoxo de Grecia.
“He venido con gran respeto y humildad, para renovar esa comunión apostólica y alimentar la caridad fraterna", dijo el Papa. Tiene "raíces comunes", dijo, y "son apostólicas. San Pablo las destacaba, cuando recordaba la importancia de estar "edificados sobre el fundamento de los apóstoles" (Ef 2,20). Estas raíces, que crecieron a partir de la semilla del Evangelio, comenzaron a dar grandes frutos en la cultura helénica: pienso en tantos Padres antiguos y en los primeros grandes Concilios ecuménicos. Más tarde, por desgracia, nos distanciamos. Los venenos mundanos nos contaminaron, la cizaña de la sospecha nos distanció y hemos dejado de cultivar la comunión". La historia tiene su peso -dijo- y hoy siento la necesidad de renovar mi petición de perdón a Dios y a mis hermanos por los errores cometidos por tantos católicos. Sin embargo, hay un gran consuelo en la certeza de que nuestras raíces son apostólicas y que, a pesar de las distorsiones del tiempo, la planta de Dios crece y da fruto en el mismo Espíritu”.
"Sin embargo -añadió-, si las tradiciones y particularidades de cada uno conducen al atrincheramiento y a tomar distancia de los demás, si «la alteridad no es algo cualificado por la comunión, difícilmente puede dar lugar a una cultura satisfactoria" (I. Zizioulas, Comunión y alteridad, Roma 2016, 16). La comunión entre hermanos, en cambio, trae la bendición divina. Los Salmos la comparan con el "aceite precioso derramado sobre la cabeza, que desciende sobre la barba" (Sal 133,2). El Espíritu derramado en nuestras mentes nos impulsa a una fraternidad más intensa, a estructurarnos en la comunión. Por tanto, no tengamos miedo, más bien ayudémonos mutuamente a adorar a Dios y a servir al prójimo, sin hacer proselitismo y respetando plenamente la libertad de los demás, porque -como escribió San Pablo- "donde está el Espíritu del Señor, hay libertad" (2 Cor 3,17). Rezo para que el Espíritu de caridad venza nuestras resistencias y nos haga constructores de comunión, porque 'si el amor consigue realmente eliminar el miedo y éste se transforma en amor, entonces se descubrirá que lo que salva es la unidad' (San Gregorio de Nisa, Homilía 15 sobre el Cantar de los Cantares)".
06/04/2016 19:19