El Papa en Bulgaria: esta tierra donde los cristianos han sufrido nos impulsa a la unidad
En su encuentro con el patriarca Neofit, Francisco ha recordado “las heridas que a través de la historia se han abierto entre nosotros, los cristianos” y la persecución vivida bajo el comunismo. “Si al reconocer nuestras carencias, nos sumergimos en Sus heridas de amor, podemos recuperar la alegría del perdón y saborear de antemano aquél día en que, con la ayuda de Dios, podremos celebrar en el mismo altar el misterio pascual”.
Sofía (AsiaNews) – Bulgaria, un país en el cual “los cristianos han sufrido en nombre de Jesús” durante los años del comunismo, hoy “es una encrucijada donde se encuentran y dialogan varias expresiones religiosas” e impulsa a procurar la unidad de los cristianos. Estuvo caracterizada por las relaciones entre los cristianos la segunda parte de la primera mañana de Francisco en Sofía, marcada por el encuentro con el patriarca ortodoxo Neofit, la visita a la catedral y el rezo del Regina Caeli.
Francisco recordó que fue en esta tierra donde Mons. Roncalli “aprendió a apreciar la tradición de la Iglesia Oriental, instaurando relaciones de amistad con las otras confesiones religiosas”. El recuerdo de la presencia del Papa Juan en Bulgaria volvió a surgir en las palabras que Papa Francisco pronunció en el exterior de la catedral de Alexander Nevsky, antes del rezo del Regina Caeli. En la plaza había un millar de personas, y muchas de ellas fueron saludadas por el Papa, personalmente.
Previo a ello, al reunirse con el patriarca, Francisco recordó que “las heridas que se han abierto a lo largo de la historia entre nosotros, los cristianos, son desgarramientos profundos infligidos al Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. Aún hoy, tocamos con las manos la consecuencia de ello. Sin embargo, quizás, si ponemos la mano en estas heridas y confesamos que Jesús ha resucitado, y lo proclamamos como nuestro Señor y nuestro Dios; si, reconociendo nuestras carencias nos sumergimos en sus heridas de amor, podemos recuperar la alegría del perdón y saborear de antemano el día en que, con la ayuda de Dios, podremos celebrar, en el mismo altar, el misterio pascual”.
“¡Cuántos cristianos de esta país han padecido sufrimientos en el nombre de Jesús, en particular, durante la persecución del siglo pasado! ¡El ecumenismo de la sangre! Ellos han difundido un aroma agradable en la ‘Tierra de las rosas’. Han pasado a través de las espinas de la prueba para difundir la fragancia del Evangelio… Creo que estos testigos de la Pascua, hermanos y hermanas de distintas confesiones, unidos en el Cielo por la caridad divina, ahora nos miran y ven en nosotros semillas plantadas en la tierra para dar fruto. Y mientras numerosos hermanos y hermanas del mundo continúan sufriendo a causa de la fe, ellos nos piden no permanecer cerrados, sino abrirnos, porque solo de esta manera las semillas dan fruto”.
“También nosotros, herederos de la fe de los Santos -concluyó- somos llamados a ser artífices de comunión, instrumentos de paz en el nombre de Jesús… Incluso en nuestras relaciones, los Santos Cirilo y Metodio nos recuerdan que “una cierta diversidad de usos y costumbres no se opone en lo más mínimo a la unidad de la Iglesia” y que entre Oriente y Occidente “no es raro que varias fórmulas teológicas se complementen, en vez de oponerse”.
La visita a la catedral también tuvo un fuerte carácter ecuménico. El Papa se detuvo a orar delante del “trono de los Santos Cirilo y Metodio” y antes de la oración mariana, comenzó su discurso exclamando “¡Cristo ha resucitado! - ¡Realmente ha resucitado!”, recordando que “con estas palabras, desde los tiempos antiguos, en estas tierras de Bulgaria, los cristianos -ortodoxos y católicos- se intercambian saludos en tiempo de Pascua”. Bulgaria es un país ortodoxo; los católicos son aproximadamente 50.000 frente a una población de siete millones de habitantes y las relaciones son tradicionalmente tranquilas.
Ya lo eran en los años entre 1925 y 1934, cuando visitó Sofía Mons, Roncalli. “Su experiencia diplomática y pastoral en Bulgaria -dijo Francisco, a propósito de ello- dejó una impronta tan fuerte en su corazón de pastor, que lo condujo a favorecer en la Iglesia la perspectiva del diálogo ecuménico, que tuvo un notable impulso en el Concilio Vaticano II, precisamente por el deseo del Papa Roncalli. En cierto sentido, debemos agradecer a esta tierra por la intuición sabia e inspiradora del ‘Papa bueno’.
“Siguiendo el surco de este camino ecuménico -siguió diciendo- pronto tendré la alegría de saludar a los exponentes de las variadas Confesiones religiosas de Bulgaria que, aún siendo un país ortodoxo, es una encrucijada en la que se encuentran y dialogan varias expresiones religiosas. La muy apreciada presencia en este encuentro de los representantes de estas diversas comunidades locales, señala el deseo de todos de recorrer el camino, cada día más necesario, «de adoptar la cultura del diálogo como camino, la colaboración común como conducta, el conocimiento recíproco como método y criterio» (Documento sobre la Fraternidad Humana, Abu Dabi, 4 de febrero de 2019)”
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