El Papa en Budapest: el camino de Dios no es el del hombre; es amar, servir y compartir
Francisco cerró el 52º Congreso Eucarístico Internacional. “Hoy, como en el pasado, la cruz nunca está de moda. Pero cura por dentro. Delante del Crucificado experimentamos una beneficiosa lucha interior, el amargo conflicto entre ‘pensar según Dios’ y ‘pensar según los hombres’”. “La amenaza del antisemitismo sigue extendiéndose en Europa y en otras partes”
Budapest (AsiaNews) - Seguir “la lógica de Dios”, que no es la búsqueda del éxito personal, sino servir a los demás, y dejar que Jesús "sane nuestras cerrazones y nos abra al compartir, nos sane de la rigidez y del repliegue sobre nosotros mismos",. Es seguir la cruz que "extiende sus brazos hacia todos". Y es "comprometerse a promover juntos una educación en la fraternidad, para que no prevalezcan los resabios de odio que quieren destruirla". La parada en Budapest, que hoy marcó el inicio de la 34ª visita internacional del Papa Francisco, señala que el mensaje se dirige a un público más amplio que el de Hungría y Eslovaquia, y que abarca a los países que han sufrido durante más de 50 años un régimen represivo de la fe y la libertad religiosa. Recordemos que en el Ángelus, Francisco habló de la beatificación -hoy, en Polonia- del cardenal Stefan Wyszyński “detenido y segregado”.
La escala en Budapest, ciudad a la que Francisco llegó poco antes de las 8 de la mañana (hora local), estuvo dedicada a la clausura del 52º Congreso Eucarístico Internacional, para el que el Papa celebró una misa. Fue una parada de menos de siete horas que también sirvió para reunirse con los representantes del Consejo Ecuménico de las Iglesias (en la foto) -incluyendo al Patriarca Ecuménico Bartolomé- y a algunas comunidades judías de Hungría que, como las de Eslovaquia, fueron diezmadas por la persecución nazi. Para Francisco, esta fue una oportunidad para evocar “la amenaza del antisemitismo, que sigue extendiéndose en Europa y en otras partes”. “Es una mecha que hay que apagar. Pero la mejor manera de desactivarlo es trabajar juntos en positivo y promover la fraternidad”.
Por último, el interés político tiñó los encuentros protocolares con el Presidente de la República, János Áder, y con el Primer Ministro, Viktor Orbán, líder del soberanismo, que defiende políticas alejadas de las ideas del Papa, así como de las de la Comunidad Europea, especialmente en materia de acogida. Ambos estuvieron presentes en la misa y se los vio juntos (en la foto). Con un escueto comunicado, la Oficina de Prensa del Vaticano informó que “El encuentro con el Presidente de la República, el Primer Ministro y el Viceprimer Ministro de Hungría se desarrolló según lo previsto, en un ambiente cordial, y terminó a las 9.25 horas. Junto al Santo Padre estuvieron presentes Su Eminencia el Cardenal Parolin, Secretario de Estado, y Su Excelencia el Arzobispo Gallagher, Secretario para las Relaciones con los Estados. Entre los diversos temas que se trataron están el papel de la Iglesia en el país, el compromiso de salvaguardar el medio ambiente y la defensa y promoción de la familia”.
La imitación de Jesús, la "respuesta personal, de la vida" ante la pregunta que Él hizo a los apóstoles "¿Pero quién decís que soy yo?" fue el tema de la celebración del cierre del Congreso Eucarístico. En la Plaza de los Héroes, dedicada a los insurgentes de la sublevación de 1956 -reprimida sangrientamente por los soviéticos-, el Papa instó a "imitar" a Cristo y a "no considerarnos religiosos y buenos y seguir nuestro camino sin dejarnos conquistar por la lógica de Jesús". Que es la de "una misión que culminaría, sí, en la gloria de la resurrección, pero pasando por la humillación de la cruz".
Francisco se dirigió a las más de cien mil personas presentes en la gran plaza, y les recordó que “hoy como en el pasado, la cruz nunca está de moda. Pero cura por dentro. Delante del Crucificado experimentamos una beneficiosa lucha interior, el amargo conflicto entre ‘pensar según Dios’ y ‘pensar según los hombres’. Por un lado, está la lógica de Dios, que es la del amor humilde. El camino de Dios huye de toda imposición, ostentación y triunfalismo; se orienta siempre hacia el bien de los demás, incluso hasta el sacrificio de sí mismo. Por otro lado, está el ‘pensar según los hombres’: es la lógica del mundo, apegada al honor y al privilegio, orientada al prestigio y al éxito. Lo que cuenta aquí es la fuerza, lo que más llama la atención, saber defenderse de los demás”.
“Está el lado de Dios y está el lado del mundo”, dijo. La diferencia no es entre los que son religiosos y los que no lo son. La diferencia crucial es entre el verdadero Dios y el dios de nuestro ego. ¡Cuán distante está Aquel que reina en silencio en la cruz, del falso dios que quisiéramos que reinara por la fuerza y silenciara a nuestros enemigos! ¡Qué diferente es Cristo -que se propone sólo con amor- de los mesías poderosos y victoriosos halagados por el mundo! Jesús nos sacude, no se conforma con declaraciones de fe, nos pide que purifiquemos nuestra religiosidad delante de su cruz, delante de la Eucaristía. Es bueno que estemos en adoración ante la Eucaristía para contemplar la fragilidad de Dios. Dediquemos tiempo a la adoración. Dejemos que Jesús, el Pan vivo, sane nuestras cerrazones y nos abra a compartir, que nos cure de la rigidez y el repliegue sobre nosotros mismos, que nos libere de la esclavitud paralizante de defender nuestra propia imagen, que nos inspire a seguirle donde quiera llevarnos”.
“El camino cristiano no es una persecución del éxito, sino que comienza con un paso atrás, con una descentralización liberadora, con quitarse a uno mismo del centro de la vida. Entonces Pedro reconoce que el centro no es su Jesús, sino el verdadero Jesús. Seguirá pecando, pero de perdón en perdón reconocerá cada vez mejor el rostro de Dios. Y pasará de la admiración estéril por Cristo a la imitación concreta de Cristo. ¿Qué significa caminar tras los pasos de Jesús? Es avanzar en la vida con la misma confianza que tiene Él, por el hecho de ser hijos de Dios, amados. Es caminar como el Maestro, que vino a servir y no a ser servido (cf. Mc 10,45). Es dar pasos todos los días para ir al encuentro de nuestro hermano o hermana. Ahí es donde la Eucaristía nos impulsa: a sentirnos un solo Cuerpo, a partirnos y entregarnos a los demás”.
“Mi deseo es que la cruz sea el puente entre el pasado y el futuro de ustedes", dijo Francisco en el Ángelus. El sentimiento religioso es la savia de esta nación, tan apegada a sus raíces. Pero la Cruz, plantada en la tierra, no sólo nos invita a echar buenas raíces, sino que levanta y extiende sus brazos hacia todos: nos exhorta a mantener nuestras raíces firmes, pero sin atrincherarse; a extraer agua de las fuentes, abriéndonos a los sedientos de nuestro tiempo. Mi deseo es que ustedes sean así: con los pies en la tierra y abiertos, arraigados y respetuosos”.
Así concluyó la escala en Budapest. Por la tarde, el pontífice hará su arribo a Bratislava, iniciando la visita a la República Eslovaca. (FP)
23/12/2015