El Papa a los embajadores: preocupante debilitamiento de la democracia y la libertad

En el encuentro con el cuerpo diplomático, Francisco condenó las ejecuciones en Irán y pidió que se respete la dignidad de la mujer. También hizo un llamamiento a la paz para Myanmar, Jerusalén y el Cáucaso Meridional, y para que no se rompa el acuerdo de concordia en la península de Corea. “Que el acuerdo provisorio con Beijing pueda desarrollarse en favor de la vida de la Iglesia en China”.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – “Es preocupante el debilitamiento, en muchas partes del mundo, de la democracia y de la posibilidad de libertad que esta consiente, aun con todos los límites de un sistema humano", dijo esta mañana el papa Francisco, al recibir en el Aula de las Bendiciones al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede con motivo del encuentro tradicional de inicio de año. Acompañó estas palabras con un amplio repaso de las heridas del mundo actual en el que – entre los ejemplos de faltas de respeto a la vida – habló sobre la práctica de la pena de muerte “como está ocurriendo estos días en Irán, después de las recientes manifestaciones que piden un mayor respeto por la dignidad de las mujeres”. El sábado 7 de enero, Teherán ejecutó a Mohammad Mahdi Karami y a Seyyed Mohammad Hosseini, elevando a cuatro el número de jóvenes condenados a muerte por hechos relacionados con la ola de protestas.

El hilo conductor del discurso del Papa Francisco fue la referencia al 60 aniversario de la Pacem in Terris, la encíclica en la que Juan XXIII señaló la verdad, la justicia, la solidaridad y la libertad como los cuatro pilares indispensables para construir verdaderamente la paz. El pontífice recordó la crisis de los misiles en Cuba de aquellos años y volvió a referirse al conflicto en Ucrania como la “tercera guerra mundial de un mundo globalizado”, cuyas consecuencias “afectan grandes regiones, incluso fuera de Europa, debido a sus repercusiones en el campo energético y en la producción de alimentos”.

Puso en evidencia que todavía hoy se sigue utilizando la amenaza nuclear “sumergiendo al mundo en el miedo y la angustia. Debo reiterar en esta sede que la posesión de armas atómicas es inmoral porque bajo la amenaza de armas nucleares todos somos perdedores”. En este sentido, expresó su preocupación por el estancamiento de las negociaciones referidas al Acuerdo sobre el programa nuclear iraní, y pidió que se reanuden cuanto antes.

Para el papa, “el actual conflicto en Ucrania hizo más evidente la crisis que desde hace tiempo afecta al sistema multilateral”. Hoy – agregó – “no se trata de construir bloques de alianzas, sino de crear oportunidades para que todos puedan dialogar”. Pero lo que hace todo esto más difícil son “los intentos para que se imponga un pensamiento único, lo que impide el diálogo y margina a aquellos que piensan distinto. Existe el riesgo de una deriva, que asume cada vez más el rostro de un totalitarismo ideológico, que promueve la intolerancia respecto al que no adhiere a supuestas posiciones de “progreso”, que en realidad parecen conducir más bien a un retroceso general de la humanidad al violar la libertad de pensamiento y de conciencia”.

En este sentido, Francisco ha recordado que “la paz exige que ante todo se defienda la vida, un bien que hoy es puesto en peligro no sólo por los conflictos, el hambre y las enfermedades, sino demasiadas veces incluso desde el seno materno, afirmando un presunto “derecho al aborto”. Nadie puede arrogarse el derecho sobre la vida de otro ser humano, especialmente si este está desprotegido y por tanto privado de cualquier posibilidad de defensa”.

Al repasar las heridas abiertas del mundo actual, el Papa Francisco subrayó en su largo discurso varias que afectan a Oriente Medio y Asia. Sobre Siria, dijo que “el resurgimiento del país debe pasar a través de las necesarias reformas, incluso constitucionales, en el tentativo de dar esperanza al pueblo sirio, afligido por una pobreza cada vez mayor, evitando que las sanciones internacionales impuestas tengan repercusiones sobre la vida cotidiana de una población que ya ha sufrido demasiado”. El pontífice estigmatizó el aumento de violencia entre palestinos e israelíes, y pidió que Jerusalén "pueda encontrar de nuevo esa vocación de ser lugar y símbolo de encuentro y de convivencia pacífica" y que “las autoridades del Estado de Israel y del Estado de Palestina puedan volver a encontrar el valor y la determinación para dialogar directamente”.

En el Cáucaso meridional -donde el bloqueo del corredor de Lachin volvió a encender el enfrentamiento entre Azerbaiyán y Armenia- el Papa invitó a las partes a “respetar el alto el fuego”, y pidió la liberación de los prisioneros militares y civiles, lo que sería “un paso importante en dirección al deseado acuerdo de paz”. En Yemen, en cambio, rige la tregua desde octubre “pero siguen muriendo muchos civiles a causa de las minas terrestres”.

El Papa volvió luego a expresar su preocupación por el conflicto en Myanmar, que ya lleva dos años. “Invito a la comunidad internacional -dijo- a trabajar para concretar los procesos de reconciliación y exhorto a todas las partes involucradas a retomar el camino del diálogo para devolver la esperanza a la población de esa amada tierra”. Y también ante las renovadas tensiones entre las dos Coreas, pidió que “no falten la buena voluntad y el compromiso por la concordia, a fin de construir la tan deseada paz y la prosperidad para todo el pueblo coreano”.

Entre las iniciativas diplomáticas de la Santa Sede en el último año, el pontífice mencionó la renovación del acuerdo provisional sobre el nombramiento de obispos que se estipuló con la República Popular China en Beijing en 2018. “Espero que esta relación de colaboración – comentó - pueda desarrollarse en favor de la vida de la Iglesia católica y del bien del pueblo chino". En el discurso, sin embargo, recordó que “la paz exige también el reconocimiento universal de la libertad religiosa. Es preocupante que haya personas perseguidas sólo porque profesan públicamente su fe y que en muchos países la libertad religiosa esté limitada. Aproximadamente un tercio de la población mundial vive en esta condición”.