09/01/2025, 18.06
VATICANO
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El Papa a los embajadores: 'Diplomacia de la esperanza para reconstruir relaciones laceradas por el odio'

Encuentro en el Vaticano de Bergoglio con el Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede para el tradicional intercambio de saludos. La esperanza de que en 2025 llegue la paz en Ucrania. Sobre Palestina e Israel: “Que vivan uno junto al otro”. En Siria y Líbano, la comunidad cristiana debe contribuir a la “estabilidad institucional”.

 

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – La "familia de los pueblos" del mundo - representada por los miembros del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, compuesto por 184 países - se reunió esta mañana en torno al Papa Francisco en el Aula de la Bendición del Vaticano. Un abrazo que recoge los frutos del compromiso internacional de Bergoglio, quien en septiembre realizó el viaje más largo de su pontificado al Sudeste Asiático y Oceanía, y que se proyecta hacia el futuro a partir de resultados importantes, como la prórroga del Acuerdo sobre el nombramiento de obispos firmado en octubre con China. El tradicional intercambio de saludos de Año Nuevo fue inaugurado por las palabras de Georgios F. Poulides, embajador de Chipre y decano del grupo de funcionarios. “El encuentro de hoy se nutre del espíritu jubilar”, afirmó. La diplomacia debe tener el “coraje de ser creativa para fortalecer la unidad en la diversidad”.

En las breves palabras que pronunció al comienzo de su discurso - antes de dejar la lectura a Mons. Filippo Ciampanelli, subsecretario del Dicasterio para las Iglesias Orientales - el Papa Francisco subrayó el carácter "familiar" del encuentro y deseó que la ocasión favorezca la unión, "dejando atrás los conflictos que dividen y redescubriendo más bien lo que une". Como lo había anticipado el decano Poulides, el encuentro con el Cuerpo Diplomático estuvo imbuido de los significados que acompañan al Año Santo que comenzó el 24 de diciembre en San Pedro. “El sentido propio del Jubileo es el de “hacer una pausa” en el frenesí que caracteriza cada vez más la vida cotidiana”, dijo Bergoglio. La oportunidad de detenernos nos permite “perdonar las ofensas, sostener a los débiles y a los pobres, dejar descansar la tierra, practicar la justicia y renovar la esperanza”. Ésta es, según Francisco, la misión de aquellos que, comprometidos en las misiones diplomáticas, practican "la forma más alta de caridad que es la política".

Las palabras de Isaías fueron el hilo conductor que acompañó el resto del discurso. Cristo ha venido, dice el profeta, "a llevar la buena noticia a los pobres, a vendar los corazones heridos, a proclamar la liberación a los cautivos y la libertad a los prisioneros, a proclamar un año de gracia del Señor" (Is 61,1-2a). Son prácticas que trazan la trayectoria a seguir hacia el bien común; aunque en la realidad del mundo se les tiene poco en cuenta. “Empezamos este año mientras el mundo se encuentra desgarrado por numerosos conflictos, pequeños y grandes, más o menos conocidos, y también por la reanudación de execrables actos de terror”, afirmó. El planeta en el que vivimos está cargado de “crecientes contraposiciones” y “sociedades cada vez más polarizadas”: un clima que no transmite en absoluto confianza en el futuro, del que las líneas de demarcación son los signos más evidentes.

“Ese clima de inseguridad impulsa a erigir nuevas barreras y a trazar nuevas fronteras, mientras que otros, como el que desde hace más de cincuenta años divide la isla de Chipre y el que hace más de setenta divide en dos la península coreana, permanecen firmemente en pie”, añadió. En la raíz de este rechazo contra todo lo que "no es conocido” se encuentran a menudo incomprensiones de carácter identitario, para las cuales “las diversidades son motivo de sospecha, desconfianza y miedo”. Pero las zonas limítrofes también son lugares de encuentro. “El término “confín” indica no un lugar que separa, sino que une, "donde se acaba juntos” ( cum-finis), donde se puede encontrar al otro, conocerlo y dialogar con él”, añadió.

Por todo ello es más importante que nunca buscar lo que el Papa Francisco ha llamado una “diplomacia de la esperanza”, inspirada en las palabras de Isaías y el Jubileo. En primer lugar, esta trabaja para “favorecer el diálogo con todos”, que es el primer paso para “desactivar las bombas del egoísmo, del orgullo y de la soberbia humana”. Para ello, es fundamental comprenderse a partir del lenguaje: hoy Bergoglio condenó el “intento de instrumentalizar los documentos multilaterales” y el fenómeno de la “cultura de la cancelación”. También hizo una fuerte denuncia del terrorismo en Alemania y Estados Unidos, del antisemitismo y del "derecho al aborto", que considera "inaceptable". Destacó también la necesidad de reformar algunas instituciones, recuperando el espíritu que acompañó la firma de la Declaración de Helsinki en 1975.

El perdón es una de las características fundamentales de la “diplomacia de la esperanza”. Una práctica que permite “en una época colmada de conflictos abiertos y latentes, recomponer las relaciones laceradas por el odio y la violencia”. A la guerra que se está librando a las puertas de Europa dedicó su primer pensamiento: “Mi deseo para este 2025 es que toda la comunidad internacional se esfuerce ante todo en poner fin a la guerra que desde hace casi tres años baña en sangre a la torturada Ucrania y que ha causado un enorme número de víctimas”, leyó Ciampanelli. El siguiente auspicio estuvo dedicado al conflicto entre Palestina e Israel: “Que israelíes y palestinos puedan reconstruir los puentes de diálogo y de confianza recíproca - dijo - para que las generaciones venideras puedan convivir, en paz y seguridad, en ambos Estados, y Jerusalén sea la “ciudad del encuentro”, donde convivan en armonía y respeto cristianos, judíos y musulmanes”.

Otra referencia muy significativa en sus palabras al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, fue la que hizo a Myanmar, “donde la población sufre enormemente a causa de los continuos enfrentamientos armados que obligan a la gente a huir de sus casas y a vivir con miedo”. También destacó la necesidad de garantizar en todas partes la libertad religiosa, sin la cual “no hay verdadera paz”. Especialmente en Siria, “que después de años de guerra y devastación, parece que está recorriendo un camino de estabilización”. El Papa Francisco tiene la esperanza de que el país, que acaba de salir de años de régimen, con la ayuda de la comunidad internacional sea una “tierra de coexistencia pacífica”. Y con respecto al Líbano, afirmó: “Con la ayuda decisiva del componente cristiano, podrá tener la estabilidad institucional necesaria para afrontar la grave situación económica y social y reconstruir el sur del país golpeado por la guerra”.

 

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