El Papa a las Fuerzas Armadas: 'Defender siempre la vida'
Esta mañana Bergoglio se hizo presente en la celebración en la Plaza de San Pedro del Jubileo de las Fuerzas Armadas, de Policía y de Seguridad, a pesar de la bronquitis que sufre estos días. El servicio armado “se debe ejercer sólo en legítima defensa, nunca para imponer el dominio sobre otras naciones, siempre respetando las convenciones internacionales en materia de conflictos”, dijo antes de rezar el Ángelus. Invitó a estar vigilantes contra la tentación del “espíritu de guerra”.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – El servicio armado “sólo en legítima defensa, nunca para imponer el dominio sobre otras naciones”. Pero sobre todo “respeto sagrado de la vida y de la creación”. Esta mañana después de la Santa Misa, en el contexto del Jubileo de las Fuerzas Armadas, de Policía y de Seguridad, el Papa Francisco saludó, antes de rezar el Ángelus, a "todos los militares del mundo", y agradeció a las autoridades civiles por su presencia en una soleada plaza de San Pedro y a los "Ordinarios militares y capellanes", "por su servicio pastoral". Se congregaron 25 mil fieles, entre ellos, múltiples cuerpos armados en representación de un centenar de países.
El Papa Francisco todavía parece resfriado, después de haber cumplido en los últimos días las citas previstas en la Casa Santa Marta, “debido a una bronquitis”, como informó este jueves la Oficina de Prensa de la Santa Sede. Hoy Bergoglio empezó a leer la homilía y poco después cedió la palabra a Mons. Diego Ravelli, Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias. “Me disculpo y pido al Maestro que continúe la lectura, por la dificultad para respirar”, dijo. La homilía sobre el pasaje evangélico de hoy (Lc 5,1-11) - ambientado junto al lago de Genesaret -, se centró en las tres acciones que realiza Jesús: ver, subir y sentarse, en el episodio donde sube a una barca para enseñar a la multitud. “El Señor también les pide a ustedes –leyó Ravelli dirigiéndose a las fuerzas armadas– que hagan como Él”.
"Ver, porque están llamados a tener una mirada atenta, que sepa captar las amenazas al bien común; los peligros que se ciernen sobre la vida de los ciudadanos; los riesgos ambientales, sociales y políticos a los que estamos expuestos”. La invitación a subir se refiere, en cambio, a las “consignas”, como el “valor” y la “disciplina”: “son todas cosas que les recuerdan qué importante es no sólo ver el mal para denunciarlo, sino también subir a la barca durante la tormenta y comprometerse para que no haya un naufragio, con una misión al servicio del bien, de la libertad y de la justicia”, añadió Mons. Ravelli, leyendo el texto de la homilía. La acción de sentarse, en cambio, a partir de la presencia de las fuerzas armadas “en nuestras ciudades y en nuestros barrios” nos enseña que “el bien puede vencer a pesar de todo; nos enseña que la justicia, la lealtad y la pasión civil hoy siguen siendo valores necesarios; nos enseña que podemos crear un mundo más humano, más justo y más fraterno, a pesar de las fuerzas contrarias del mal”.
Se refirió luego a los capellanes militares: “Ellos no prestan su servicio —como a veces ha pasado tristemente en la historia— para bendecir perversas acciones de guerra. No. Ellos están en medio de ustedes como presencia de Cristo, que quiere acompañarlos”. Y volviendo al pasaje evangélico, continuó: “Gracias porque, subiendo a nuestras barcas en peligro, nos ofrecen su protección y nos alientan a seguir nuestra travesía”. Luego, dirigió una exhortación a todas las Fuerzas Armadas, Policiales y de Seguridad: “Promover la vida, salvar la vida, defender la vida siempre”, y advirtió al mismo tiempo “contra la tentación de cultivar un espíritu de guerra; vigilen para no ser seducidos por el mito de la fuerza y el ruido de las armas; vigilen para no contaminarse nunca por el veneno de la propaganda del odio, que divide el mundo en amigos a los que defender y enemigos a los que combatir".
Al final, antes de recitar la oración mariana, Bergoglio, tomando de nuevo la palabra añadió: "Quisiera recordar la enseñanza de la Iglesia a este respecto. Dice el Concilio Vaticano II: «Los que, al servicio de la patria, se hallan en el ejercicio [de su profesión], considérense instrumentos de la seguridad y libertad de los pueblos»”. El servicio armado también debe realizarse “respetando las convenciones internacionales en materia de conflictos”. Por último, volvió a repetir su llamamiento: “Recemos por la paz en la martirizada Ucrania, en Palestina, en Israel y en todo Oriente Medio, en Myanmar, en el Kivu, en Sudán. ¡Que callen las armas en todas partes y que se escuche el grito de los pueblos, que piden paz!”.
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