El Papa a Caritas Internationalis: humildad, comunión y renuncia vs eficientismo, mundanidad y culto de sí
Misa de inauguración por la XXI Asamblea de Caritas Internationalis, presidida por Papa Francisco. “Por el bien de la misión”, debe dejarse también “aquellas convicciones y tradiciones humanas que son más un obstáculo que una ayuda”. “La presencia de Dios, … no habita en la grandeza de los que hacemos, sino en la pequeñez de los pobres que encontramos” en el camino.”Estar frente al sagrario y delante de tantos sagrarios vivientes, que son los pobres”.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – “Pidamos la gracia de acoger el camino señalado por la Palabra de Dios: humildad, comunión, renuncia”. Para hacerlo, es necesario renunciar al “eficientismo”, a la “mundanidad” y al “culto de sí”. Es la invitación que Papa Francisco dirigió a 450 representantes de Caritas Internationalis en la misa que inaugura su XXI Asamblea general, sobre el tema “Una familia humana, una casa común”, inspirado en la encíclica “Laudato Si’” (23-28 mayo).
En la misa, celebrada en el altar de la cátedra, en la Basílica de San Pedro, participaron cuando menos 40 obispos de todo el mundo, además del presidente del organismo, el Card. Luis Antonio Tagle, arzobispo de Manila (Filipinas).
Refiriéndose en varias ocasiones a las lecturas de la misa del día (Hechos 15, 7-21 y Juan 15, 9-11), el pontífice criticó, ante todo, “la tentación del eficientismo”. “Jesús no quiere que la Iglesia sea un modelo perfecto, que se complace de su organización y es capaz de defender su buen nombre… la fe no es una hoja de ruta, sino un «Camino» (Hch 9,2) que hemos de recorrer juntos, siempre juntos, con espíritu de confianza”. Sin embargo, hay que descubrir “tres elementos, esenciales para la Iglesia en camino: la humildad de la escucha, el carisma de estar juntos, el coraje de la renuncia”.
Refiriéndose al “coraje de la renuncia”, el Papa -citando también la Lectura de los Hechos de los apóstoles, que habla de las decisiones en el concilio de Jerusalén- dice que “por el bien de la misión, para anunciar a quien sea, de un modo transparente y creíble, que Dios es amor, incluso están esas convicciones y tradiciones humanas que son más un obstáculo que una ayuda, y que pueden y deben ser dejadas” lo cual trae aparejada “la renuncia… a nosotros mismos”. “Para seguir al Señor -continuó- hay que caminar como enviados, y para caminar como enviados es necesario estar más ligeros, si bien esto cuesta. Como Iglesia, estamos llamados a compromisos empresariales, pero a impulsos evangélicos. Y al purificarnos, al reformarnos, debemos evitar el “gatopardismo”, es decir, fingir cambiar algo para que en realidad nada cambie. Esto sucede, por ejemplo, cuando para procurar estar al ritmo de los tiempos que corren, se maquilla un poco la superficie de las cosas, pero no es más que para aparentar que somos jóvenes. El Señor no quiere ajustes cosméticos, quiere la conversión del corazón, que pasa a través de la renuncia. Salir de sí mismos es la reforma fundamental”.
El “coraje de la renuncia” proviene “de la humildad de la escucha”. “Sólo sabe escuchar aquél que deja que la voz del otro entre en él de verdad. Y cuando crece el interés por los demás, aumenta el desinterés por sí mismo. Uno se vuelve humilde siguiendo el camino de la escucha, que nos preserva de querer afirmarse, de llevar adelante y de manera resuelta las ideas propias, de buscar el consenso por todos los medios”.
La escucha es sobre todo “la escucha de la vida; Pablo y Bernabé cuentan experiencias, no ideas, La Iglesia hace un discernimiento así: no frente a la computadora, sino frente a la realidad de las personas. Personas antes que programas, con la mirada humilde de quien sabe buscar en los demás la presencia de Dios, que no habita en la grandeza de lo que hacemos, sino en la pequeñez de los pobres que encontramos en nuestro camino. Si no los miramos directamente, terminamos mirándonos a nosotros mismos; y haciendo de ellos instrumentos para nuestra afirmación”.
“Desde la humildad de la escucha al coraje de la renuncia, todo pasa a través del carismo de estar juntos. De hecho, en la discusión de la primera Iglesia, la unidad siempre prevalece sobre las diferencias. Para cada uno, en primer lugar no están las diferencias o estrategias de cada quien, sino el hecho de ser y sentirse Iglesia de Jesús, reunida en torno a Pedro, en la caridad, que no crea uniformidad, sino comunión”.
Dicha comunión se funda en este permanecer “en su amor”. “¿Cómo se hace? Hay que estar cerca suyo, el Pan partido. Nos ayuda estar delante del sagrario y delante de tantas sagrarios vivientes que son los pobres. La Eucaristía y los pobres, tabernáculo fijo y tabernáculos móviles; allí se permanece en el amor y se absorbe la mentalidad del Pan partido. Allí se entiende el «cómo» del que habla Jesús: «Como el Padre me ha amado, así los he amado a vosotros» (ibid.). ¿Y cómo ha amado el Padre a Jesús? Dándole todo, no reteniendo nada para sí. Cuando, en cambio, nos frenamos en el dar, cuando en primer lugar están nuestros intereses por defender, no imitamos el “cómo” de Dios, no somos una Iglesia libre y liberadora.. Jesús pide permanecer en Él, no en nuestras ideas; salir de la pretensión de controlar y administrar; nos pide confiar en otros y entregarnos a otros”.
“Pidamos al Señor -concluyó- que nos libre del eficientismo, de la mundanidad, de la sutil tentación de rendir culto a nosotros mismos y a nuestra habilidad. Pidamos la gracias de acoger el camino señalado por la Palabra de Dios; humildad, comunión, renuncia”.
28/05/2019 19:12