El Papa Francisco tira de las orejas de Halloween, una ‘cultura negativa sobre la muerte'

En el Ángelus, el Papa Francisco invita a todos a visitar mañana un cementerio y a rezar por los difuntos, como “un gesto de fe” que contrasta con la “cultura negativa sobre la muerte y sobre los muertos”, que se difunde en estos días. Mañana, el pontífice celebrará la misa en las Catacumbas de Priscilla, “uno de los lugares de sepultura de los primeros cristianos de Roma”. La santidad “es un don… es algo que no podemos comprar ni trocar, sino solo recibir” de Dios. Y también es “una tarea”, una “asunción de responsabilidades… tratando de vivir cada cosa con amor, con caridad”.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – El Papa Francisco tira de las orejas de Halloween, la fiesta de origen celta que se ha convertido en una especie de Carnaval macabro, con matices de espiritismo y miedo. Al hablar con los peregrinos reunidos en la Plaza San Pedro para el rezo del Ángelus, luego de la oración mariana, el pontífice invitó a “no dejar de hacer una visita al cementerio y una oración, si es posible”, sobre todo mañana, jornada litúrgica de la Conmemoración de todos los fieles difuntos. Dicha invitación, precisó, es importante, fundamentalmente “en estos días en los que, lamentablemente, circulan mensajes de cultura negativa sobre la muerte y sobre los muertos”. Si bien el Papa no mencionó ‘Halloween’, la alusión fue más que clara.

La fiesta de Halloween, de origen céltico (con la que se celebraba el fin del verano) fue cristianizada como la “Vigilia de todos los espíritus sagrados (All Hallows’ Eve), que enlaza la fiesta de Todos los Santos (1° de noviembre) con la Conmemoración de los difuntos (2 de noviembre). Con la secularización y la comercialización de la fiesta, especialmente por parte de los Estados Unidos, Halloween devino una gran operación comercial y un momento en el cual se provoca miedo o se lo exalta, al igual que los espíritus violentos, la brujería, el satanismo, etc. De esta, forma se ha invertido el sentido de la fiesta de la comunión de los Santos - transformándolos en espíritus malvados - y del devoto recuerdo de los difuntos, buscando exorcizar la muerte con el miedo y el ridículo.

Para Francisco, las dos fiestas, la de los Santos y la de los difuntos, “nos recuerdan el lazo entre la Iglesia de la tierra y la del cielo, entre nosotros y nuestros seres queridos que han pasado a la otra vida”.

Por tanto, para corregir la “cultura negativa sobre la muerte y sobre los muertos”, el Papa mañana irá “a celebrar la Eucaristía en las Catacumbas de Priscilla, uno de los lugares de sepultura de los primeros cristianos de Roma”.

Antes de la oración mariana, el pontífice se detuvo sobre el valor de la fiesta de Todos los Santos, que “nos recuerda que todos somos llamados a la santidad”. Los santos, dijo “son personas que han vivido con los pies en la tierra; han sentido el cansancio cotidiano de la existencia, con sus éxitos y sus fracasos, y han hallado en el Señor la fuerza de levantarse siempre y proseguir el camino”.

Luego explicó que la santidad “es un don”: es algo que no podemos comprar ni trocar, sino solo acoger, participando así en la misma vida divina mediante el Espíritu Santo que habita en nosotros desde el día de nuestro Bautismo… Entonces, la santidad es vivir en plena comunión con Dios, ya desde ahora, durante la peregrinación por la tierra”.

La santidad es también “una llamada”: una respuesta al don de Dios, porque se manifiesta como asunción de responsabilidades. Desde este punto de vista, es importante asumir un compromiso serio y cotidiano de santificación en las condiciones, deberes y circunstancias de nuestra vida, tratando de vivir cada cosa con amor, con caridad”.

“El recuerdo de los Santos – concluyó - nos lleva a alzar los ojos al cielo: no para olvidarse de la realidad terrenal, sino para afrontarla con mayor coraje y esperanza. Que María, Nuestra Santísima Madre, nos acompañe con su maternal intercesión, signo de consolación y segura esperanza”.