El Papa Francisco bendice a la Virgen de las estepas kazajas
Lo hizo al despedirse de la comunidad católica de Kazajistán al final de su viaje apostólico. El icono está dedicado al mayor santuario mariano de Asia Central. Una obra inspirada "en el amor a la madre". La bendición del Pontífice nos impulsa a ser misioneros de la paz.
Astaná (AsiaNews) - Antes de despedirse de la comunidad católica local y de todo Kazajistán, el Papa Francisco bendijo el gran icono "Yly Dala Anasy", la Madre de la Gran Estepa, dedicado al mayor santuario mariano de Asia Central (situado en Ozornoe) del que los católicos locales son particularmente devotos. El autor del icono es un artista kazajo, Dosbol Kasymov, quien contó a Catholic-kazachstan cómo fue el proceso de realización de esta singular obra.
La primera fuente de inspiración para el icono, confiesa el autor, es el "amor a la madre", que todos los hombres sienten, cualquiera sea su cultura, pero que tiene matices particulares en la tradición kazaja. En esta tradición, se llama a la madre "Ana". María sostiene al niño Jesús envuelto en una bata como la que usan los adultos, llamada "chapan", anticipando su futuro como hombre, mientras ella misma lleva el "kimeshek", la bata de las mujeres casadas que se entrega a las madres tras el nacimiento de su primer hijo. No se trata de una ropa lujosa, pero incluso en su sencillez pretende resaltar la belleza y la dignidad de la mujer humilde, la mujer pobre de la estepa.
Ante la pregunta de cuánto tiempo le llevó la realización de la imagen, Kasymov explica que "en cierto sentido, toda la vida", porque "es una figura que da sentido a toda la capacidad creativa", y el icono bendecido por el Papa es el culmen de la vocación de un pintor. En la cultura kazaja, la Madre por excelencia es "Umay", la guardiana de toda la creación, que se refleja en todas las madres de la tierra, los únicos seres capaces de unir a todos los demás.
Ante el rostro de la madre, uno siente "amor, ternura y también turbación, uno quisiera ir más allá de los cánones artísticos y de los límites humanos", y lo que el iconógrafo logra reproducir en el cuadro "es sólo una pequeña parte de lo que uno siente en su corazón", dice Dosbol: "No alcanza el tiempo, habría que componer el icono toda la vida". En el icono de Ozornoe, la fe cristiana en la Madre de Dios se expresa según los cánones del arte kazajo, el de "la gran casa común", capaz de integrar diferentes inspiraciones: "Me complace ver cómo la Virgen se comunica con nuestras madres de las estepas", dice el pintor.
Dosbol señala como modelo a un famoso cantante kazajo contemporáneo, Dimash Kudaybergen: él "canta de una manera que puede ser entendida por cualquier hombre de la tierra, y por eso lo aman en todas partes". Y es que "el arte es un lenguaje comprensible para todo ser humano, para todo el mundo"; la inspiración es un proceso natural en el que entra la historia personal y la del pueblo al que uno pertenece, junto con numerosas fuentes externas que son difíciles de explicar con palabras. La bendición de Francisco fue un momento que "recordó el sentido de la responsabilidad del autor, pero también de todos los fieles que rezan ante la imagen de María", a quienes el papa instó a ser misioneros de la paz y del amor por todos.
En el icono, la Virgen no mira directamente al espectador, porque "las mujeres kazajas no miran a la cara a sus interlocutores, se considera de mala educación", explica el autor. "En kazajo decimos "tygylyp arama" (no mirar a los ojos), es un signo de humildad y dulzura". La mujer siempre mira más allá, y con ello ayuda a cualquier persona que encuentra en su camino: "Ella piensa en el futuro, en el de su hijo y en el de cualquier persona que entre en contacto con él -podemos llamarlo intuición femenina, o profecía divina".
El Niño mira hacia otro lado, a diferencia de los cánones clásicos de la iconografía. "En él hay una mezcla de sentimientos, mira el camino que tiene por delante. Todo hombre trata de prever el futuro, las dificultades y las alegrías, y en Cristo se cumplen todos los sufrimientos y todas las gracias de los seres humanos. "Él tampoco querría desprenderse de su madre, como todos los niños, pero ya comprende que ese será su destino". El niño de la Madre y el Hijo reproducen elementos de las alfombras kazajas: la flor de los "Tuskeys" de María y la "Shanjrak" de la cruz del Hijo, que salva al mundo desde la estepa profunda de Asia.
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