El Líbano confía en Hariri IV para salvar a una nación a la deriva

El ex Primer Ministro, que renunció en octubre de 2019 por las protestas masivas, recibió el mandato de manos de Aoun. Asegura que procederá a la formación de un Ejecutivo "de expertos no alineados" a nivel político, y que lo hará "lo antes posible". Sin embargo, los tiempos de la política libanesa no inducen al optimismo. Hezbolá toma distancia, mientras que Amal apoya la elección.

Beirut (AsiaNews/Agencias) - En medio de una emergencia económica, sanitaria e institucional, el Líbano confía en Hariri IV para tratar de superar las dificultades y restablecer la unidad y la cohesión de una nación a la deriva. En efecto, ayer los partidos políticos confiaron al tres veces Primer Ministro Saad Hariri la tarea de formar el nuevo gobierno, casi un año después de su dimisión, a continuación de las protestas masivas en las calles, contra una clase dirigente considerada corrupta y una deuda pública exorbitante.

La crisis institucional que se ha vivido en el último año es sólo una entre tantas dificultades que afrontan la política, la economía y las mismas instituciones. Una situación precaria, a la que el Covid-19 y la doble explosión en el puerto de Beirut dieron el tiro de gracia, empujando al 55% de la población por debajo de la línea de pobreza, en un contexto de emergencia permanente, con un aumento de suicidios y una carrera contra reloj para hacerse de los pocos medicamentos disponibles.

Desde la dimisión de Hariri el pasado mes de octubre, se sucedieron dos primeros ministros que fueron incapaces de garantizar la estabilidad en una nación desgarrada por intereses y facciones en conflicto. El sucesor de Hariri, Hassan Diab, tuvo que dimitir tras el incidente del puerto, para muchos causado por una incapacidad general y la negligencia del Ejecutivo. El Primer Ministro a cargo, Mustapha Adib, tuvo que volver a poner el cargo en manos del Presidente Michel Aoun, después de una larga e infructuosa negociación con los distintos partidos para la formación del nuevo gobierno.

Las divisiones y los intereses personales son algunas de las causas que determinaron la crisis y han sido el eje de las intervenciones del Patriarca Maronita, el Cardenal Beshara Raï, quien solicitó reiteradamente la formación de un ejecutivo “de ruptura", compuesto por personalidades independientes y competentes. A raíz de su toma de posición, debió lidiar con el duro enfrentamiento de dos de los principales movimientos chiítas, que reivindican la titularidad del Ministerio de Finanzas.

Saad Hariri, de 50 años de edad, asume la tarea de formar un gobierno independiente y competente, de conformidad con las condiciones impuestas por el Presidente de Francia, Emmanuel Macron, para garantizar el apoyo político y financiero de la comunidad internacional. El primer ministro a cargo ha asegurado que quiere formar "un equipo de expertos no alineados políticamente" con la "misión" de promover las "reformas económicas, financieras y administrativas previstas en el roadmap de París". "Trabajaré para crear un equipo lo antes posible, porque el tiempo se está acabando" y esta es "la última oportunidad", agregó.

Sin embargo, los ritos de la política libanesa y los inciertos equilibrios étnicos y confesionales en los que se basa la nación tornan difícil resolver esta cuestión a corto plazo. En efecto, la formación del equipo de gobierno suele ser un proceso largo y el propio Hariri tardó ocho meses en definir su último Ejecutivo después de las elecciones parlamentarias de 2018, en un contexto menos difícil que el actual. Su designación contó con el apoyo de una mayoría de 65 parlamentarios, mientras que 53 se abstuvieron durante la ronda de consultas presidenciales. El poderoso bloque parlamentario chiíta pro-iraní vinculado a Hezbolá no se inclinó por ninguna candidatura, mientras que su principal aliado, el movimiento Amal, respaldó la elección de Hariri.