El Islam kazajo y el retorno de las supersticiones sobre los Jinn

de Vladimir Rozanskij

El vídeo de un «exorcismo» practicado a una niña que se ha hecho viral en las redes sociales está suscitando fuertes discusiones en Kazajistán. La denuncia del intelectual Gaziz Abišev: «La parte ultraconservadora de la sociedad, tras los estandartes de ideologías apasionadas, intenta de diversas formas devolver a la nación a las tinieblas del pasado».

Astana (AsiaNews) - El rito de exorcismo de «expulsión del Jinn» de una niña de 9 años, llevado a cabo por un autoproclamado curandero que se ha hecho muy popular, Kejkuat Ospanov, que difundió el vídeo en la red, ha causado revuelo y grandes discusiones en Kazajistán. En él, el supuesto exorcista lucha con el «Ljazzat de 19 años», un espíritu maligno (un Jinn, según la tradición islámica) que había tomado posesión del cuerpo de la niña, que yace con las manos atadas en el suelo, gritando y llorando mientras dos adultos la sujetan. Ospanov hace preguntas al espíritu en lengua kazaja, que el genio responde a través de la niña.

En el diálogo se revela que Ljazzat tiene «19 años, pero mil», y que ha tomado posesión de la niña «sin hechizos» junto con otros ocho espíritus. La niña había sido llevada al curandero porque «se comportaba de forma extraña como una adulta», según el relato de sus padres, «no quería jugar con nada y no daba explicaciones, decía tener 19 años y hacía la limpieza de la casa sin que nadie se lo pidiera», y debido a esta repentina «madurez» sus padres estaban asustados.

El politólogo kazajo Gaziz Abišev comentó esta escena en su canal de Telegram, calificándola de «síntoma de la degradación de la sociedad», preguntándose cómo los padres pueden creer en Šajtans (Satán en el Islam) y espíritus que toman posesión de su hija, a la que «tales rituales sólo pueden causar un enorme daño». Abišev propone poner a este «especialista en la lucha contra la magia negra» frente a algunos «presidiarios» para ver cómo le va. En su opinión, este tipo de fenómenos son consecuencia del descenso del nivel educativo de la población de Kazajistán. Recuerda que «durante unas décadas, los kazajos trataron de elevarse por encima de los demás pueblos, produciendo ingenieros, médicos, programadores y otros profesionales del más alto nivel, mientras que ahora la parte ultraconservadora de la sociedad, tras los estandartes de ideologías apasionadas, intenta de diversas maneras devolver a la nación a las tinieblas del pasado».

En su página de Facebook, el curandero Kejkuat ofrece un gráfico de sus sesiones, en las que recorre distintas ciudades de Kazajistán, y en uno de sus últimos posts afirma haber ido a curar a personas en Moldavia. Según ha dado a conocer el imán Altynbek Utyskhanov, antes de dedicarse a actividades de exorcismo, Ospanov era uno de los custodios de la mezquita central de la ciudad de Atyrau, sin haber recibido nunca ningún nombramiento religioso de la Administración Espiritual de los Musulmanes. Según el imán, «estos rituales e ideales místicos, aparte de los personajes que los realizan, hablan del crecimiento de sentimientos nostálgicos por costumbres que se justifican sin fundamento a través de la religión».

Según Abišev, «la religión es una parte importante de la vida y ofrece muchas dimensiones positivas, pero hay que saber distinguir la fe auténtica de los excesos del oscurantismo». Recuerda la responsabilidad de los padres y de los miembros adultos de todas las familias de mantener el sentido común. La garante de los derechos del niño, Dinara Zakieva, comentó a su vez el ritual en Instagram, asegurando que «estamos trabajando con el Ministerio del Interior y los funcionarios regionales para investigar la personalidad de este exorcista y los datos del niño sometido a exorcismo, y daremos explicaciones sobre el incidente».

Varios sitios informan de comentarios sobre el incidente, recordando la importancia de proteger a los niños como parte más importante de toda la sociedad. En Orda.kz se informa del caso de un padre con seis hijos adoptados en Šimkent, que ejerce violencia sobre los niños con motivos pseudoreligiosos, golpeándoles regularmente sin dejarles lavarse y alimentándoles con comida de los perros y gatos de su casa para «preservarles de los malos espíritus».