21/01/2020, 13.38
RUSIA
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El Islam, a la conquista de Rusia

de Vladimir Rozanskij

Por primera vez, una universidad estatal acepta una tesis de teología islámica. Para el 2030, los fieles de Mahoma en el país podrían llegar al 30% de la población. El islam y la Iglesia ortodoxa deberán repartirse la fidelidad de los creyentes, compitiendo y entablando acuerdos con la Turquía neo-otomana de Erdogan.

Moscú (AsiaNews) – La universidad estatal de San Petersburgo anunció que en el 2020 tendrá lugar la primera defensa de una tesis doctoral de teología islámica sobre el “Movimiento modernista islámico de fines del siglo XX y principios del siglo XXI”, cuyo autor es el imán-mukhtasib Damir Mukhetdinov, rector del Instituto islámico de Moscú y primer vicepresidente de la Administración religiosa musulmana de la Federación de Rusia.  

Según las nuevas reglas académicas, inspiradas por la Iglesia Ortodoxa, la teología, a partir del año pasado, constituye una materia académica oficial, y el consejo académico puede aceptar temas teológicos en las tesis doctorales y de especialización. El ponente de la tesis es el profesor Vitalij Naumkin de la Academia de Ciencias de Rusia, uno de los orientalistas e islamólogos más famosos del país. 

La tesis de Mukhetdinov será la ocasión para valorar la importancia de la religión musulmana en la Rusia actual, un tema que se está volviendo cada vez más significativo: según diferentes análisis, para el año 2030, el número de seguidores de Mahoma en el país llegará al 30%, y para el 2050 podría superar el 50% de la población. Actualmente, profesan el credo islámico entre 15 y 20 millones de rusos, presentes en todas las regiones del país, además de en las dos principales regiones de etnia tártara, Tartaristán y Baskortostán, y en las zonas del Cáucaso septentrional donde el islam es prácticamente la religión oficial.  

A partir de los años ‘90, los representantes de estas comunidades y etnias han desarrollado un diálogo cada vez más intenso entre ellos, sorteando las barreras lingüísticas étnicas y usando la lengua rusa. En muchas mezquitas de Rusia las homilías se pronuncian en ruso. Así mismo, las organizaciones musulmanas se consolidan ulteriormente con el paso del tiempo: en Tartaristán existe un Consejo de Muftíes que acompaña la labor de la Administración religiosa central y en el Cáucaso existe un centro regional de coordinación, que constituye un punto de referencia para los numerosos muftíes locales. 

El gobierno ruso ha evitado imponer una estructura única a todos los musulmanes. Teniendo en mente la dificultad que conlleva imponer una línea oficial, prefiere mantener lazos con las diferentes organizaciones, que suman cerca de 80 en toda la Federación.

Crecen asimismo las estadísticas de musulmanes en regiones que tradicionalmente no se han caracterizado por ser de etnia islámica; es el caso de las zonas más septentrionales del país y de aquellas en el extremo oriente, tras el flujo migratorio de otros orígenes, como el de los uigures oriundos de China. En cuanto a las cifras, los expertos no se ponen de acuerdo, pues no existen elementos específicos para determinar la pertenencia religiosa de la población, salvo criterios orientativos aportados por sondeos. A veces se impone la sensación provocada por eventos particulares, como algunos recientes encuentros de oración, donde los musulmanes colmaron una calle importante de Moscú, la Olimpijskij Prospekt, despertando la sensación de una profecía apocalíptica para el futuro de Rusia. 

Por otro lado, en la conciencia rusa existe una distinción entre el Islam “tradicional” y aquél “radical”, vinculada con los acontecimientos históricos en virtud de los cuales los tártaros que dominaron la antigua Rus desde el siglo XIII hasta el siglo XV, convertidos al islam a fines del siglo XIV, luego se integraron a la Rusia ortodoxa de los tiempos de Iván El Terrible, quien derrotó a los tártaros de Kazán y los convirtió en vasallos de la “Tercera Roma” moscovita. Los giros radicales habrían surgido después de la caída del comunismo, sobre todo en Chechenia y en el Cáucaso, pero ya estarían bajo el control de la política neo-ortodoxa putiniana.

El Islam y la Iglesia Ortodoxa deberán, por tanto, repartirse la fidelidad de los creyentes tendiendo al ideal de una Rusia cada vez más unida y poderosa, tanto a nivel interno como en el panorama internacional. Esto será factible ante todo, gracias al control de la región medio-oriental - que compite con Rusia - pero también entablando acuerdos con la Turquía neo-otomana de Erdogan. Así lo demuestran las iniciativas de los últimos días entre Rusia y Turquía en las crisis libias y mediterráneas.

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