El Día de Oración por el cuidado de la creación en la Basílica de San Pedro

El Papa Francisco preside la Liturgia de la Palabra en el día que él instituyó en unidad con la Iglesia Ortodoxa. Presentes representantes de todas las iglesias cristianas. Sin conversión del corazón a Dios "la ecología no tiene ninguna esperanza de éxito". San Francisco modelo de cuidado de la creación.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - Representantes Ortodoxos, Anglicanos y Reformados; Cardenales, obispos, el cuerpo diplomático y miles de fieles asistieron esta tarde a las 17 a la Liturgia de la Palabra propuesto por el Papa Francisco para celebrar el Jornada mundial de oración por el cuidado de la creación, lanzada hace pocas semanas en comunión con la Iglesia ortodoxa, que para año en este día realiza la celebración de esta Jornada.

Para esta ocasión, el mismo Bartolomeo I, patriarca ecuménico de Constantinopla, ha difundido un Mensaje que está muy cerca de la encíclica “Laudato sì” de Francisco.

Durante la Liturgia de la Palabra, muy sobria (algunas canciones, dos lecturas bíblicas, algunas decoraciones), tomó la palabra el p. Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia.

El fraile franciscano volvió sobre algunos temas tratados por el Papa en la encíclica: el "dominio" bíblico del Hombre sobre la creación no es sofocante explotación que produce la crisis ecológica, sino "custodia" y el respeto; sin una conversión del corazón a Dios "la ecología tiene ninguna esperanza de éxito"; la primacía de la contemplación permite "poseer cosas sin acapararlas" y compartirlos con otras personas y las generaciones futuras.

El sacerdote también habló de algunas actitudes de San Francisco, muy cerca de una cierta sensibilidad "ecologista". "A los hermanos que hacen leña - cita - prohíbe cortar del todo el árbol, para que le quede la posibilidad de echar brotes. Manda al hortelano que deje a la orilla del huerto franjas sin cultivar, para que a su tiempo el verdor de las hierbas y la belleza de las flores pregonen la hermosura del Padre de todas las cosas. Manda que se destine una porción del huerto para cultivar plantas que den fragancia y flores, para que evoquen a cuantos las ven la fragancia eterna. Recoge del camino los gusanillos para que no los pisoteen; y manda poner a las abejas miel y el mejor vino para que en los días helados de invierno no mueran de hambre”. Y esto no en el nombre de una ideología, sino por una "actitud religiosa" que "no es sin consecuencias prácticas y operativas".