de Piero Gheddo

La “guerra mortal contra el cristianismo”  ya ha llegado casi a su término, dado que los sueños de  Nietzsche están influenciando y orientando a los gobiernos de los países cristianos (es decir, occidentales) y a la ONU. Occidente, con profundas raíces cristianas, que se considera libre, laico, democrático, instruido, evolucionado y popular está encaminado, quizás sin siquiera tener conciencia, en la vía que conduce al nihilismo, a la destrucción de la naturaleza humana y a la muerte.

Milano (AsiaNews) – El Anticristo es el Demonio y todas las fuerzas del mal que se oponen a la venida del Reino de Dios y de Cristo en los últimos días, pero también en la historia del hombre (Apocalipsis, I y II de Juan, 2da carta de San Pablo a los Tesalonicenses). Pero es también el título del libro de Friedrich Nietzsche (1844-1900 ), que un laico católico, Agostino Nobile, comentó en el volumen publicado en julio de 2014: “Anticristo superstar” (Ediciones Segno, Udine, 120 páginas). Agostino Nobile, casado y padre de dos hijos, profesor de Historia de la Música, hace 25 años decidió dejar la enseñanza para dedicarse a estudiar las culturas no cristianas y vivió durante diez años en el mundo musulmán, hindú y budista, experiencia que ha fortalecido su fe católica. Nobile vive actualmente en Portugal junto a su familia, se dedica a los estudios para profundizar su fe y hasta hace un año trabajaba como pianista y cantante.

He aquí el punto de partida de “Anticristo superstar”: “Cuando hace años se me dio por leer El Anticristo de Friedrich Nietzsche, pensaba que estaba ante una persona demente. Hoy en día, El Anticristo se ha convertido en un referente imprescindible de todos los gobiernos occidentales. Si a Friedrich Nietzsche le hubieran dicho que en poco más de cien años su “Anticristo” se volvería una superstar, habría considerado esto como una ridícula provocación” (el libro de Nietzsche es de 1888). Y continúa: “El Anticristo ha persuadido al hombre de que podrá ser feliz sólo cuando pueda satisfacer libremente sus propios instintos, eliminando el concepto del bien y del mal, el concepto del bien y del pecado. El pecado, se sabe, pesa, y la idea de liberarse de una vez por todas, hoy, más que nunca, se ha vuelto una verdadera urgencia. En el siglo pasado, el Anticristo nos convenció de que “Dios ha muerto”, para luego eliminar a millones de seres humanos (a través de ideologías inspiradas en esta convicción). Hoy nos ha adosado una nueva ideología, para anular la naturaleza misma del hombre. En su plan va cambiando de métodos, pero el fin es siempre el mismo: demostrar a Dios que su criatura predilecta es el ser más idiota de la creación”.

El panfleto de Nobile, de pocas páginas pero denso de hechos e ideas, y fácil de leer, es todo un examen histórico y actual de cómo la idea central de Nietzsche, así como de otras expresiones que le siguieron, se están realizando. La convicción de base de Nietzsche es esta: “Yo defino al cristianismo como la única gran maldición, la única y gran íntima perversión, el único y gran instinto de venganza, por el cual ningún medio resulta ser lo suficientemente venenoso, oculto, subterráneo, diminuto. Yo lo defino: el único imperecedero estigma abominable de la humanidad”.

Agostino Nobile enfrenta a El Anticristo a modo de réplicas agudas. Extrajo del volumen del filósofo alemán las muchas propuestas y previsiones que se refieren a la “Guerra mortal contra el vicio, y el vicio es el cristianismo” y, con una carretillada histórica de dos mil años, demuestra con referencias históricas y actuales, cómo estos sueños de Nietzsche se fueron realizando gradualmente y sigue actualmente realizándose, con la educación de los menores, la cultura dominante, las costumbres y las leyes que llevan a los cristianos a convertirse en paganos. El capítulo más provocativo para nosotros, hombres de hoy, es ese  final que lleva por título Anticristo Superstar (que es el mismo del libro de divulgación), donde Agostino Nobile demuestra que en nuestro tiempo la “guerra mortal contra el cristianismo” ha llegado casi al final, porque los sueños de Nietzsche están influenciando y orientando a los gobiernos de los países cristianos (o sea occidentales) y a la ONU con sus organismos.

He aquí un solo ejemplo de esta corriente de la cultura y de la legislación que se está imponiendo en nuestro tiempo. Nosotros, ancianos o personas de mediana edad, no nos damos cuenta, pero la máxima autoridad mundial en el campo de la Salud quiere imponer a los niños de las escuelas aberraciones de este tipo. La OMS (Organización Mundial de la Salud) de la ONU difundió a todos los gobiernos europeos un vademécum para promover en las escuelas los cursos de sexología: “Estándar de la Educación Sexual en Europa” (puede ser consultado en internet), donde, entre otras cosas, se lee: “ los niños de 0 a 4 años deberán ser instruidos acerca del amor y de las relaciones con personas del mismo sexo…Con los niños de 12 a 15 años, los adolescentes, los maestros realizarán lecciones sobre los cambios del cuerpo, menstruaciones y eyaculaciones, haciendo conocer los diversos métodos anticonceptivos. En la fase de la pubertad, entre los 12 y los 15 años,  los adolescentes deberán adquirir familiaridad con el concepto de “planificación familiar” y conocer el difícil impacto de la maternidad a una joven edad, con la conciencia de una asistencia, en caso de embarazos no deseados,  y la toma de decisión pertinente”.

Leyendo este documento de la ONU, que suscita consternación y miedo, me vienen a la mente muchos textos de Juan Pablo II y del Papa Benedicto XVI sobre este tema: “La cuestión social se convirtió radicalmente en una cuestión antropológica”. (Caritas in Veritate, 75), en este sentido: en el siglo pasado el “problema social” más grave era la distribución equitativa de la riqueza y del bienestar entre ricos y pobres; hoy el “mayor problema social” es la distribución de la familia natural y el pan –sensualismo, que reduce rápidamente la población mundial promoviendo el aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo, la eutanasia y la eugenesia y tantas otras aberraciones, hasta la clonación de seres humanos, hoy técnicamente posible y ya experimentada. Benedicto XVI describe (Caritas in Veritate, 75): “No se pueden minimizar los escenarios inquietantes para el futuro del hombre y los nuevos potentes instrumentos que la “cultura de la muerte” puso en manos del hombre. A la difundida, trágica plaga del aborto, se podría agregar en futuro, que ya está abusivamente en acto, una sistemática planificación eugenésica de los nacimientos”.

Se llegaría así a la meta final de cuánto Nietzsche soñaba: “Un mundo habitado y dominado por Superhombres que han impuesto su voluntad de potencia a los hombres inferiores, mediocres y comunes”, para lo cual era necesario “establecer los valores de la sociedad y del Estado en favor del individuo más fuerte, del Superhombre (el hombre elegido, genial, el artista creador que derrota al hombre medio) y de la superioridad de raza y cultura”. (“Enciclopedia católica”, Ciudad del Vaticano, 1952). ¡No es de maravillar que Nietzsche haya sido puesto al servicio del nacionalismo alemán, que haya influenciado profundamente al nazismo y a su nefasta ideología!

Pero es aún más escandaloso que nuestro Occidente, con profundas raíces cristianas, que se considera libre, laico, democrático, instruido, evolucionado, popular, esté encaminado sin quizás tener conciencia de ello, a la misma vía que conduce al nihilismo, a la destrucción de la naturaleza humana y a la muerte. Como pueblo de Dios, hemos quitado al Sol de Dios de nuestro horizonte humano, queremos prescindir de Dios y de Jesucristo y ya no tenemos ninguna luz de esperanza para nuestro futuro