Economía, seguridad, diplomacia: Marcos consolida la alianza con Washington. E irrita a Beijing
Concluyó la visita oficial de cuatro días del líder filipino a Estados Unidos. Se reactiva la "alianza de hierro" en clave militar que se firmó en 1951. Manila intenta tranquilizar a China sobre la concesión de nuevas bases a EE.UU. Con Tokio y Seúl, el objetivo es crear una red de contención.
Milán (AsiaNews)- Terminó ayer la visita oficial de cuatro días a Estados Unidos, la primera de un presidente filipino en una década, que comenzó con un encuentro en Washington el 1 de mayo con su homólogo estadounidense Joe Biden. Ferdinand Marcos Jr, hijo del dictador Ferdinand Marcos -que falleció en el exilio en Hawái en 1989 tres años después de la revolución pacífica de febrero- ya había estado en EE.UU. en otoño del año pasado para asistir a la reunión de la Asamblea General de la ONU. El viaje forma parte de una serie de misiones en el extranjero, entre ellas la de enero a la República Popular China, con la que Marcos intenta volver a colocar a Manila en el centro de la diplomacia regional, pero también asegurarse apoyo económico y estratégico.
Mantuvo numerosas reuniones con miembros destacados de la administración estadounidense, parlamentarios, empresarios y analistas. En el encuentro cara a cara con su homólogo filipino, Biden confirmó la alianza "de hierro" (ironclad) con Manila así como la vigencia en todos sus aspectos del pacto de seguridad que firmaron ambos países en 1951. A pesar de las relaciones fluctuantes, que se fueron enfriando sobre todo en los últimos treinta años debido a la decisión de su antecesor, Rodrigo Duterte, de privilegiar las relaciones con Beijing, ese pacto sigue plenamente vigente en sus versiones actualizadas.
Sin duda la iniciativa de Marcos, cuyo objetivo era reforzar la alianza estratégica con Washington, ha servido también para responder a las inquietudes, tanto internas como externas, de aquellos que observan con temor el enfrentamiento que se viene produciendo desde hace tiempo con China. En efecto, hace mucho que Beijing aplica una política de "hechos consumados" en las aguas de la zona económica exclusiva y en el límite de las aguas territoriales del archipiélago, ignorando los reclamos de soberanía de Manila y una sentencia en su contra de la Corte de Arbitraje Internacional.
Tanto en su viaje a China el pasado mes de enero como en sus declaraciones de los últimos días, Marcos Jr ha tratado de tranquilizar a los dirigentes chinos sobre el hecho de que la recuperada armonía con Estados Unidos no tiene fines ofensivos. Y, al mismo tiempo, sobre la posibilidad de que se desplieguen misiles y armas estratégicas en su territorio en caso de un enfrentamiento entre China y Taiwán.
En un discurso que pronunció ayer en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de la capital estadounidense, Marcos volvió a insistir en el interés filipino en no alimentar las tensiones y en que Washington no ha pedido a Manila apoyo militar directo en caso de guerra. Apoyo que por otra parte no está previsto en los acuerdos bilaterales, el último de los cuales se firmó en 2014 para la asistencia militar mutua, pero que podría verse influido por la masiva presencia de inmigrantes filipinos en Taiwán y la necesidad de evacuarlos o ponerlos a salvo.
La apertura en febrero de otras cuatro bases militares filipinas para uso del ejército estadounidense provocó fuertes protestas de China. Tensiones latentes en un contexto en el que Manila no solo tiene en cuenta a Washington, sino también a Tokio y Seúl para crear una red de contención y disuasión con respecto a Beijing bajo la supervisión estadounidense.