Dubái: entre el caos y las oportunidades, intelectuales y políticos trazan el futuro del mundo árabe
Para algunos, el futuro está vinculado a una alianza entre los países del Golfo y Egipto. Pero las profundas diferencias representan un obstáculo para el proyecto de unidad. El fracaso de la Liga Árabe y el debilitamiento de los Estados. La obsesión iraní y un tono nacionalista que pertenecen al pasado. Los desafíos de las guerras, la economía y la democracia deben resolverse con propuestas que provengan de dentro.
Dubái (AsiaNews) - El mundo árabe navega en aguas malas. "Las repercusiones del caos y los desafíos de la construcción de la estabilidad" es el tema complejo de un simposio de tres días, que la Fundación del pensamiento árabe celebró recientemente. Un análisis general del problema, con especial atención desde el punto de vista geopolítico. Las reuniones se llevaron a cabo en Dubái, una sorprendente capital futurista de un mundo árabe que importa más de lo que puede producir y que copia mucho más de lo que puede inventar. Durante el simposio, que tuvo lugar del 10 al 12 de abril, se levantaron varias voces para protestar contra el futuro demasiado pesimista que algunos trazaron en este simposio Sin embargo, la realidad de los hechos es aún más alarmante.
Para evaluar el "caos" que se filtra cada vez más en el mundo árabe, y el vacío que se vislumbra desde el interior, si no para disiparlo, por lo menos para tratar de seguir un camino rumbo a la estabilidad, el príncipe Khaled ben Fayçal ben Abdel Aziz, creador de la Fundación, recurrió al académico libanés Henri Awit. Este último, de hecho, en su persona representa la síntesis lograda, de las dos civilizaciones árabes y occidentales, que él ha sabido resumir en el contexto de un equipo de consultores de alto nivel para sus directivas.
Hijo del rey Faisal de Arabia, que fue asesinado en 1975, el príncipe Khaled es asistido por su hermano menor Turki al-Faisal, quien ha cubierto durante mucho tiempo el puesto de jefe de la seguridad del reino y exembajador en Washington. El Príncipe Khaled escapa de la etiqueta de un político. Sin embargo, esto no le impidió, en la sesión de clausura del simposio, proclamar que el futuro del mundo árabe ahora está vinculado a una alianza entre los países del Golfo (en particular entre Arabia Saudita y los Emiratos) y Egipto. A sus ojos esto representa la nueva referencia de la resistencia al "caos". "No dejaremos que otros decidan por nosotros", dijo el gobernador de la provincia de La Meca, refiriéndose a los Estados y las fuerzas que actualmente están dividiendo a Siria y decidiendo el destino de un gran número de países (22 en total) que forman la Liga Árabe.
Hechos y expectativas
Desafortunadamente, los hechos están lejos de confirmar las expectativas del príncipe Khaled y, desde el Magreb hasta el Golfo, pasando por Egipto y el Mashreq, los 300 o 400 millones de árabes que pertenecen a estos diferentes subconjuntos luchan desesperadamente para acceder a la modernidad y posesión de su destino. Sin embargo, es al menos inútil que la mayoría de ellos estén preocupados por la compra de tecnología, negando el difícil camino - pero indispensable - que deben seguir para adquirir la madurez política que los acompaña. Un camino indispensable, al menos desde el punto de vista de la educación y la democracia. Con 50 millones de analfabetos, los países de la Liga Árabe todavía están lejos del esfuerzo requerido para alcanzar un nivel mínimo en este sector. Con sus dinastías y sus dictaduras, ni siquiera están respondiendo a los llamamientos urgentes en pro de la democracia y la justicia que provienen de sus propios pueblos.
Además, si hemos de creer a Ayad Allawi, vicepresidente de un Irak todavía alterado por las guerras, las divisiones y la violencia, también presente en la reunión, después de Libia y Siria "las fuerzas de la destrucción" no parecen atenuadas y, como un ciclón devastador, "se dirigen hacia el Golfo".
La reputación de un destacado politólogo como Joseph Maïla ni siquiera debería ser ilustrada. Ya rector de la universidad de san José en Beirut, ahora profesor de geopolítica en la Essec en París después de haber servido como ejecutivo del instituto mismo, Maila presidió una de las mesas redondas más importantes del simposio. Reunió a especialistas en temas internacionales de los Estados Unidos, China, Rusia y la Unión Europea. Una mesa redonda seguida de un segundo debate que dio la palabra a representantes de organizaciones regionales e internacionales. Estos incluyen el Consejo de Cooperación de Países del Golfo, la Escwa y la Liga Árabe.
"La novedad de esta conferencia - dijo el destacado politólogo en L'Orient-Le jour - es que estaba abierta a todas las tendencias en el mundo árabe, y tenemos que estar agradecidos con Henri Awit que fue capaz de elevarla a una credibilidad internacional, haciendo cambiar los puntos de vista. Su mayor interés es que todos podamos encontrarnos frente a una reflexión inquieta sobre el futuro del mundo árabe. Esta conferencia es una caja de resonancia para las preguntas, las ansiedades, los sentimientos de los líderes árabes y sus pueblos. Sabemos que estas preguntas quedarán sin inmediatas respuestas. La Liga Árabe no existe. Los Estados árabes están debilitados. Estamos en el nivel de las puras intenciones. Pero no debemos subestimarlo. No se trata de mera impotencia, sino de una inquietud subyacente que surge. Parece cada vez más evidente que las guerras y divisiones insostenibles han beneficiado a los países no árabes de la región, empezando por Israel, Turquía e Irán, que están a punto de tomar una posición importante y decidir de una determinada manera el futuro de esta región. Por lo tanto, hay una especie de sorpresa: ¡la reconfiguración del mundo árabe va a ser hecha por todos menos por los propios árabes!
La influencia iraní
"La obsesión con la influencia iraní es muy detallada", continúa Maïla. A menudo se piensa que hay un plan de expansión estratégica iraní. Por supuesto, este plan se superpone con la división sunita-chiita, pero, en realidad, es un plan para desarrollar una estrategia de dominación y hegemonía". "Lo que me llamó la atención -señala- es el tono nacionalista árabe, que suena un poco pasado de moda y tal vez incluso surrealista. Destacando el papel del Estado nacional, el discurso está marcado por el nacionalismo árabe. Hay una instancia de la cual debemos reapropiarnos, frente a la intervención extranjera, de un retorno al Estado-nación que debe garantizarse de forma inteligente mediante un acercamiento entre el Estado y el pueblo. Este motivo ha vuelto con frecuencia en las intervenciones de Fouad Siniora, Ahmad Aboul Ghaith, del Príncipe Turki y de Nassif Youssef Hitti. Sin embargo, la paradoja es evidente entre los discursos que hablan de nación árabe en su conjunto y una realidad que desaparece cada día más sobre el terreno".
Para Florence Gaub, codirectora del Instituto de Estudios de Seguridad de la UE, el mundo árabe está "en una encrucijada". Su lectura de los eventos tiene una mayor empatía que la de Joseph Maïla. "El mundo árabe está en crisis", dice, "y los que hablan de crisis hablan de opciones". Es precisamente el sentido etimológico de la palabra crisis en griego. Para el mundo árabe es el momento de elegir, en primer lugar, lo de la seguridad. Autora de una memoria sobre la reconstrucción del ejército libanés después de la guerra civil, Florence Gaub se mueve en una tierra que conoce bien. "Los países árabes experimentan guerras externas, pero su problema real son las guerras internas, las guerras civiles, que el Líbano conoce bien", explica la joven analista. "Ya expliqué durante la conferencia, agrega, que no sabía cómo resolverlos. Ni siquiera la comunidad internacional. De lo contrario, la guerra en el Líbano habría terminado antes. El sistema de prevención no existe. Debemos inventarlo. Y se necesita un esfuerzo intelectual y creativo para hacerlo".
El desafío de la democracia
"El segundo desafío para estos países árabes - continúa - es el de la democracia. La democracia generalmente proviene de un movimiento de justicia social. Las desigualdades sociales en la región son muy importantes. Debemos encontrar el camino - agrega Florence Gaub- para garantizar un mínimo de igualdad económica".
"El tercer desafío es de naturaleza económica. Será una cuestión de entender cómo los Estados se beneficiarán de los bienes de la región. De hecho, es una región joven, la mitad de la población de Iraq tiene menos de 19 años y, según las previsiones, el porcentaje de jóvenes saudíes, en relación con la población total, seguirá creciendo hasta 2050. Esto representa al mismo tiempo un gran desafío y una gran ventaja. Los jóvenes son creativos y trabajadores, pero debemos garantizarles la oportunidad de manifestar estas cualidades. Atención porque, existe una correlación entre el desempleo juvenil y la incivilidad política. Esto es estadístico: cuando el porcentaje de jóvenes supera el 30%, hay posibilidades de desestabilización. Debemos encontrar una respuesta a todo esto".
"¿Por qué hacer estas preguntas? Porque es precisamente por esta razón que se han celebrado estos encuentros", enfatiza Gaub. "Y quiero ir más allá en mi razonamiento: creo que es el momento adecuado para hacerlo. Los países de la región han sido independientes durante décadas. Y es hora de que sean independientes incluso desde un punto de vista intelectual y comiencen a pensar por sí mismos. Escuché a alguien en la conferencia decir que los países árabes tienen más de 600 años. No es la forma correcta de razonar. Por supuesto, algunos niveles de desarrollo no son los mismos, pero esto no significa que deben cruzarse, en el plano económico, los pasos recorridos por Occidente. Ha llegado el momento de deshacerse de la idea de que sólo hay un modelo y que debe perseguirse. Aprender, significa aferrar e innovar. Creo que es hora de hacerlo. El Príncipe Turki habló de la existencia de un "vacío estratégico" en la región. Creo que no existe una brecha estratégica, sino una oportunidad única para liberar a la región del Medio Oriente de sus dependencias. No hay razones para no hacerlo. Esta región pertenece a quienes la viven de la misma manera que otras en el mundo pertenecen a los que viven allí".
Con su polifonía política, con la representatividad de sus oradores que mezclaba funcionarios e intelectuales provenientes de casi todos los países árabes, el Simposio de Dubái representó un momento de fuerte reflexión e imaginación política, en línea con el momento crucial de la historia mundo árabe.
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