Dubai, la princesa contra el emir: el desafío de Haya por la libertad y los derechos

La sexta y más joven esposa de Mohammed bin Rashid al-Maktoum en tribunal en el Reino UNido por la custodia de los hijos y protección personal. Escapada de los Emiratos, hoy vive en Londres. El marido quiere llevar a los menores a su patria. En el centro de la controversia también las relaciones entre Abu Dhabi y Amman.

Dubai (AsiaNews- Agencias)- Una lucha por los derechos y la libertad; una batalla por la custodia y el cuidado de los hijos, pero al mismo tiempo una campaña por la tutela de la dignidad de la mujer en un contexto, el árabe musulmán, en particular de los jeques del Golfo, en el cual la figura femenina es a menudo relegada al margen de la vida familiar y pública. Es aquella lanzada por la princesa Haya bint Hussein, esposa del emir de Dubai, Mohammed bin Rashid al Maktoum, que se combatirá en las aulas del tribunal de la Alta corte del Reino Unido. En juego están también la relaciones entre Emiratos y Jordania y entre las familias reales de los dos países.

La princesa Haya, hija del difunto rey Hussein de Jordania y hermanastra del rey Abdallah II, se dirigió a un tribunal de Londres para obtener medidas restrictivas contra uno de los hombres más potentes del mundo, el jeque bin Rashid, con una fortuna personal estimada en 18 millardos. La mujer, de origen jordana, es la sexta y más joven esposa del emir de Dubai y se casaron en 2004.

La audiencia preliminar se realizó en los días pasados, mientras que el proceso en la Alta corte debería inicia el próximo 11 de noviembre. La princesa blindad en la casa de Londres de 85 millones de euros, reivindica la custodia de los 2 hijos y pide poder beneficiar de protecciones especiales, reservadas a los matrimonios combinados y a las víctimas de violencias familiares. Al contrario, el emir quiere obtener a toda costa el retorno de los hijos a la patria. Una causa, advierten los expertos, que gira alrededor de la custodia de los 2 hijos y no concierne con otros elementos cuales el divorcio o la manutención.

La fuga de Haya no es un evento nuevo en los Emiratos, donde en los últimos años fueron ya 3 las princesas que intentaron emigrar en busca de mayores libertades en busca de mayores libertades y derechos. El año pasado le tocó a Latifa, una de las hijas del jeque, que había denunciado la falta de libertad antes de escapar, ser apresada y llevada por la fuerza a casa; algunos años antes su hermana Sama. Sin embargo, los precedentes intentos terminaron con la captura y el retorno forzado a la patria de las jóvenes, cuya suerte es hoy desconocida.

Nacida y crecida en Jordania, Haya frecuentó las mejores escuelas del Reino Unido y se graduó en Oxford. La princesa aparece como la encarnación de la mujer musulmana moderna y ya en el pasado, se había declarado por la emancipación femenina o la toma de conciencia del valor y de la fuerza de la mujer en el islam. Según diversos observadores la batalla legal iniciada con el potente marido arriesga crear disidencias entre los Emiratos y Jordania, en particular entre las 2 familias reales, mientras no deberían surgir problemas económicos entre Abu Dhabi y Ammán.

También porque Jordania atraviesa un grave período de crisis económica, alimentada por la emergencia de los refugiados sirios. Serían al menos 630 mil, según los datos oficiales de las Naciones Unidas, pero el número podría tocar los 1,4 millones sobre una población total de 10 millones. Pero sigue la incomodidad de la dirigencia jordana, que depende de las ayudas de los Emiratos para su economía y algún problema podría surgir también para Londres, entre los principales proveedores de armas del rico país dl Golfo comprometido en el conflicto en Yemen.

El año pasado los Emiratos hospedaron una cumbre mundial sobre la tolerancia y han recibido al Papa Francisco en una visita oficial, debut absoluto de un pontífice a una nación del Golfo. Sin embargo, asociaciones y Ong han acusado en varias ocasiones a los vértices del país de hipocresía por los múltiples arrestos de militantes y las condenas de activistas pro derechos humanos, entre los cuales Ahmad Mansoor y Nasser ben Ghaith.