Dhaka, 9 islamistas renuncian a la lucha armada: la violencia es el camino equivocado
Han completado un programa de "desradicalización" dirigido por la unidad antiterrorista. Comenzarán una nueva vida con el apoyo del Estado. El deseo de volver a la "normalidad". Luchar contra el fundamentalismo que rechaza la mayoría de la población.
Dhaka (AsiaNews) - Nueve militantes islamistas renunciaron ayer a la lucha armada y se reunieron con sus familias. Ellos concluyeron un programa de "desradicalización" dirigido por el Batallón de Acción Rápida, la unidad antiterrorista de élite del país.
Seis de los nueve musulmanes radicales pertenecían a Jamaat-ul Mujahideen Bangladesh y el resto a Ansar-al-Islam. Para comenzar una nueva vida, recibieron del gobierno una suma de dinero y asistencia educativa.
El ministro del Interior, Asaduzzaman Khan Kamal, asistió a la ceremonia en la cual los exguerrilleros fueron devueltos a sus familias. Condenó las acciones de las fuerzas islamistas, culpables de "matar a los fieles de minorías religiosas". Kamal destacó que las autoridades no tienen ninguna tolerancia con el fundamentalismo, como la mayoría de la población.
Las formaciones radicales comenzaron a proliferar en Bangladesh desde 2004. Muchos militantes han sido entrenados y adoctrinados en Medio Oriente; el 1 de junio de 2016 llevaron a cabo el ataque más sangriento, en el Gulshan Café de Dhaka: 29 personas perdieron la vida, entre ellas nueve italianos.
Cuando contó su historia, Abida Jannat Asma, una de los nueve ex militantes, lamentó haber tomado el "camino equivocado". Ella se radicalizó cuando se casó con un fundamentalista que conoció en la universidad. Desde entonces ha pasado su vida "en fuga", sin poder participar en ninguna actividad social. Abida quiere volver a la normalidad e invita a su marido y a todos los militantes islamistas a hacer lo mismo.
Shaon Muntaha Ibn Shawkat, otro ex miliciano, dijo que el corazón de las personas no se puede conquistar con la violencia. Contó que se había radicalizado en Internet y que involucró también a su familia: “Durante años vivimos perseguidos por la policía. La militancia estaba arruinando la vida de mi esposa y de mis hijos. A partir de hoy las cosas van a cambiar y lucharé contra el fundamentalismo”.
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